Ceremonia breve y deslucida

Sólo la presencia de Jennifer Lopez y Pitbull le dieron calor a una fiesta que decepcionó.

Ceremonia breve y deslucida
Ceremonia breve y deslucida

Cielo azul y brillante, más una agradable temperatura de otoño. Y sin atrasos. Ingredientes inmejorables para que Brasil diera el puntapié inicial de la Copa del Mundo.

En el estadio Itaquerao de San Pablo, teñido de amarillo, la gala se apegó a las más puras tradiciones del país, anfitrión de la máxima cita del fútbol otra vez luego 64 años.

Vestidos de los colores nacionales verde y amarillo, Jennifer Lopez y Pitbull interpretaron el himno oficial de la Copa del Mundo previo al partido inaugural del torneo cuya final se disputará el 13 de julio en Río de Janeiro.

La multitud de más 60.000 espectadores en el Itaquerao, el estadio que se construyó en una carrera contra el tiempo, aclamó a las estrellas estadounidenses de origen puertorriqueño y cubano, que cantaron la canción oficial del Mundial, “We Are One (Olé Olá)” (Somos Uno) junto con la intérprete brasileña Claudia Leitte desde una tarima que asemejó una tajada de melón.

La participación de J. Lo estuvo en duda hasta el martes, cuando la cantante confirmó a The Associated Press que viajaría a Brasil para la ceremonia inaugural.

Al compás de la samba, fue un vistoso carnaval futbolístico, en el que se mezcló la música, el baile, la naturaleza y todo el fulgor de la personalidad del brasileño.

La cancha fue cubierta con una colorida carpa para una ceremonia que duró unos 25 minutos y que costó 8 millones de dólares.

Fue un promisorio prólogo del Mundial, luego de una caótica tarea de preparación que quedó atrapada entre el eco negativo de las protestas sociales por el exorbitante costo del torneo y las quejas de la FIFA por la lentitud con que Brasil realizó las obras de infraestructura.

No todo salió perfecto en el estadio, dejando en evidencia que no fue hasta un mes atrás que se hicieron los primeros ensayos. Las luces fallaron en varios sectores durante el transcurso inicial del partido.

No fue hasta el final del acto cuando los presentes dirigieron cánticos y abucheos contra la presidenta brasileña Dilma Rousseff.

Un paciente parapléjico dio el puntapié inicial, ayudado por un exoesqueleto construido por un equipo de científicos brasileños, franceses, suizos y estadounidenses, pero la transmisión televisiva prácticamente no lo mostró.

La coreografía, que precisó de 100 horas de ensayos, fue obra de Paulo Barros, dos veces ganador del premio a la mejor escuela de samba en el Carnaval de Río.

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