Nisman no fue un fiscal ejemplar, pero se jugó la vida al presentar una denuncia por encubrimiento a favor de Irán, en enero de 2015, contra la presidenta en ejercicio. Cristina no fue una presidenta ejemplar e hizo tantas jugadas políticas, judiciales y de inteligencia para trabar esa denuncia que en tribunales se sospecha que debe esconder secretos proporcionales a ese descomunal esfuerzo que quebró a la Cámara Nacional de Casación Penal, el tribunal más importante del país después de la Corte.
No se trata ahora de condenar y prejuzgar sino de investigar por qué Cristina firmó un memorándum de entendimiento con Irán que significó un giro de 180 grados en la política exterior argentina con el Estado que está sospechado de haber sido el ideólogo que ordenó y dio apoyo de para cometer el atentado contra la AMIA. Menem, De la Rúa, Duhalde y Néstor Kirchner mantuvieron la pista iraní como una decisión de Estado y la ex presidenta, tres meses después de la muerte de su marido, ya había enviado a Timerman a negociar con los iraníes en Alepo, Siria.
Es cierto que Cristina no quería verse en el espejo de Menem y terminar como el ex presidente con una condena a 7 años de prisión que no cumple porque tiene fueros como senador. A Menem le dictaron la prisión preventiva por asociación ilícita en el caso de la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia en 2001, a dos años de dejar el poder, pero los tiempos judiciales de Cristina parecen ir más rápido.
Ahora, con la reapertura, varios de los más polémicos dirigentes K, como el líder piquetero ultra K Luis D'Elía y el dirigente de Quebracho, Fernando Esteche, empezarán a desfilar por Comodoro Py para explicar, por ejemplo, conversaciones tomadas en las casi 40 mil escuchas pinchadas legalmente de los teléfonos del referente iraní en la Argentina, Jorge Yussuf Khalil. Las más graves fueron las que mantuvieron con Moshe Rabbani, imputado por la Justicia argentina como el principal autor ideológico del ataque que dejó 85 muertos en 1994. Es como si un dirigente del partido Demócrata de EEUU hubiera hablado con Bin Laden, mientras la Justicia norteamericana había ordenado su detención como instigador del ataque a las Torres Gemelas de 2001.
La reapertura permitirá, también, llegar a la verdad sobre cuánto influyó Chávez en ese viraje de Cristina. En este sentido, el diputado del Pro, Waldo Wolff, pidió a la Justicia que cite a declarar el ex jefe de la custodia de Hugo Chávez, el capitán venezolano Leasmsy Salazar, quien se encuentra asilado en EEUU y bajo un programa de protección de testigos de la DEA para declarar en un juicio por supuesto narcotráfico contra el presidente del bloque de legisladores chavistas, el general Diosdado Cabello.
Salazar fue testigo de la reunión en la que el entonces presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, pidió a Chávez que intercediera ante Néstor Kirchner para reanudar la cooperación nuclear con la Argentina. En su denuncia Nisman afirmó que el móvil del encubrimiento a través del memorándum era “el intercambio de granos por petróleo” pero, tres veces, habló de “otros motivos”.