Centros urbanos: transportes ecológicos

Se hace imperioso que las autoridades reflexionen sobre el reemplazo del transporte público, altamente contaminante, que está en uso por un sistema que utilice energías limpias. Aunque se trata de una gran inversión, si se lo dota de comodidad, seguridad

Centros urbanos: transportes ecológicos

Finalizada la COP 21 realizada en París el último diciembre hemos tenido como resultado el unánime acuerdo sobre el control del cambio climático entre los 185 países que participaron en ella, organizada por las Naciones Unidas.

Todos los países han aceptado reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de modo que la temperatura del planeta no sobrepase los 2 grados hasta el final del siglo.

Argentina es considerado país contaminador, lo que mayoritariamente se debe a que más del 80% de su matriz energética está sustentada en recursos naturales fósiles, pero también por otros motivos, como la destrucción de bosques nativos en los últimos años, debido al avance de la frontera agropecuaria, y por último a la gran existencia de ganado bovino que contamina el aire con la doble emisión de metano, no obstante no ser éstas los únicas causales.

Es claro que la poca actividad oficial por la protección del medio ambiente, y tal vez la creencia de que no somos los principales contaminadores, no han ayudado a realizar un análisis profundo acerca de cuál es el máximo compromiso que el país debería contraer para contribuir a la salud actual y futura del planeta, como lo están haciendo más profundamente otros, aun dentro de nuestra región. Ahora esto está más claro y esta decisión mundial seguramente va a ayudarnos a pensar y decidir en qué aspectos deberemos trabajar en los años venideros de acuerdo al marco definido en París.

Se nos ocurre que un importante campo de nuestro trabajo podría estar en la optimización de la mencionada matriz energética a través del uso de energías alternativas y comenzando fundamentalmente con el sistema de transporte colectivo urbano, en el que estamos muy atrasados con respecto al mundo desarrollado.

Las principales ciudades de Europa y Estados Unidos cuentan, desde hace muchos años, con sistemas de metrotranvías, también llamados ferrocarriles livianos. En la actualidad, más de 200 ciudades en el mundo cuentan con estos eficientes sistemas de transportes, que operan en combinación con otros, como por ejemplo, redes ferroviarias de superficie y metropolitanas subterráneas.

Las primeras cinco ciudades con redes complejas de sistemas de transportes ecológicos basados en energía eléctrica son Tokio, Nueva York, Londres, París y Moscú. En ellas pueden verse todas las combinaciones posibles de medios que trasladan en minutos a millones de personas a sus lugares de trabajo o actividades diversas.

Algunos países ya están ingresando a tecnologías muy avanzadas en las que se aplican modernos conceptos ambientales de recuperación de energía dentro de la misma red de transportes, por ejemplo la tecnología KERS (Kinetic Energy Recovery System) que es usada ya en la Fórmula 1. Ésta consiste en transformar en energía eléctrica el calor proveniente del sistema de frenado, su posterior almacenamiento y luego el consumo de los impulsores que mueven el vehículo obteniendo un ahorro energético de 15%. Este proceso es favorecido por las características del medio de transporte urbano, que es altamente frenador.

Los sistemas ferroviarios livianos, como los mencionados, son cada vez más usados y no por las periferias sino en los centros mismos de las ciudades, como cualquier ómnibus de los que estamos acostumbrados a ver, y cumpliendo con las mismas reglas de tránsito a las que están obligados tanto micros como autos.

Son muchos los beneficios que ellos brindan a la sociedad urbana: garantizan la puntualidad, son ágiles y confortables, están diseñados para transportar más tipos de pasajeros con objetos más grandes que un micro común, tienen bajas plataformas que permiten acceder a todas las personas, son rápidos, disminuyen los riesgos de accidentes, mejoran los vicios del estacionamiento donde hay vías y, fundamentalmente, son sustentables ambientalmente porque no contaminan ni química ni acústicamente; vale decir, se cumple con los requerimientos del pasajero y con el medio ambiente. 
La mayoría de los sistemas instalados en grandes ciudades incluyen recorridos que tocan hospitales, escuelas, oficinas públicas, estaciones de trenes, terminales de ómnibus, grandes empresas y centros comerciales, de modo que la gente no pierda tiempo y humor esperando en congestionamientos de tránsito, tan comunes hoy.

Es cierto que estos sistemas requieren una inversión mayor que los corredores urbanos de micros y un tiempo de instalación superior, básicamente por el tendido de rieles y catenarias que llevan la energía en aéreo. No obstante, estos costos pueden ser compartidos con prestadores de otros servicios urbanos, como por ejemplo en áreas de semaforización o redes informáticas.

Tarde o temprano el auto tendrá que salir de las ciudades, lo mismo que el transporte actual basado en hidrocarburos. Hay ciudades en las que no se puede circular con normalidad y tampoco respirar saludablemente, San Pablo, México DF, Buenos Aires, Santiago de Chile son ejemplos de ello. Llegará entonces el momento en que nos demos cuenta de lo importante que es tener una vida igual de activa pero sin los sufrimientos de las enfermedades crónicas que la polución urbana nos produce.

La calidad del transporte es un índice del compromiso que cada gobierno asume con su población, independientemente de si es realizado por el Estado o por el sector privado, y ello se refleja con la puntualidad, la seguridad y la comodidad con la que el ciudadano se traslada a sus lugares de pertenencia. Tarde o temprano las autoridades tendrán que reflexionar sobre el uso de la energía en los sistemas de transporte. Nos queda por saber si tendrá prioridad en su agenda y luego la decisión política de producir los cambios que sean necesarios. Por nuestra parte falta que nosotros entendamos de una vez lo que significa vivir en un mundo sustentable.

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