La familia Barbera se agranda. Pero no en número de miembros, sino en la diversificación de sus negocios para, más allá de sus restaurantes La Marchigiana y Francesco, poner un pie en la producción a escala con un centro de elaboración de pastas y comidas precocidas y listas para llevar que se perfila en Maipú. El otro, por primera vez, empieza a asentarse fuera del rubro gastronómico: la tercera generación, los nietos de la nona María Teresa, son también gerenciadores y protagonistas excluyentes en un proyecto inmobiliario que prevé ejecutar hacia 2015 un complejo de 3 edificios autosustentables en Godoy Cruz.
Al frente del emprendimiento gastronómico, perfilado en el futuro Parque Industrial de Maipú y con una inversión superior a $ 1 millón en maquinaria, están los hijos de Fernando Barbera, actual responsable de La Marchigiana y quien los asiste en la doble iniciativa. Y aunque resulta la pata más fuerte del negocio a futuro, no es la única: en los planes de la familia está extender su cadena de locales hacia la zona Este y también a otros puntos del Gran Mendoza, una etapa para la cual el centro elaborador será clave en la distribución y abastecimiento.
Según explica el mismo Barbera, un reconocido impulsor de la RSE (Responsabilidad Social Empresaria), el propósito es trabajar a partir de un esquema asociativo de productores primarios de Mendoza, como ya se aplica con la provisión de insumos básicos para la cocina, caso tomate (adquiridos a la asociación de emprendedores sociales El Arca), el vino e incluso los uniformes del personal.
"El objetivo es entrar en el mercado de la comida que se come en casa pero que no se cocina en casa, no es precongelada sino al vacío, para que conserve su sabor. Y con los valores de hoy, es decir, mantener una línea de calidad a partir de tecnología que permite productividad a escala", añade.
El clan ya comenzó a incursionar en el mercado de encurtidos y aderezos gourmet, con la línea Sapori di Vita (Sabores de Vida) María Teresa Barbera, de aceite de oliva, aderezo a base de torrontés, mix de albahaca, queso parmesano y nueces, y pasta de aceitunas.
Eso explica que el grueso de la inversión hasta el momento se haya destinado a 2 hornos programables traídos de Alemania, 3 elaboradoras de pastas italianas y una envasadora al vacío de fabricación nacional, que esperan ser ubicados en la futura planta elaboradora. El equipamiento, a pleno, garantiza capacidad suficiente para abastecer (en principio carnes preparadas, platos a base de frutos de mar y pastas, la especialidad, entre otros) hasta 15 restaurantes si es necesario, es decir, acorde al plan de crecimiento.
"Es uno de varios proyectos que tenemos", se limita a admitir con cierta timidez pero entusiasmado Santiago (23), uno de los seis hijos de Fernando Barbera, a punto de graduarse como estudiante de Administración de Empresas (ver aparte). Es que después de dar sus primeros pasos como empresario en GioBar, él y sus hermanos, el mellizo Joaquín, Martín (24) y Francisco (26), abordan otras ideas, algunas en reserva y otras en tren de develarse, en carpeta y para empezar a ser ejecutadas entre 2014 y 2015. No solamente asegurar un autoabastecimiento acorde. Proveer a otras firmas del medio que lo requieran y al mismo tiempo abrir un canal de venta al público son, en ese orden, las prioridades de los Barbera.
Será el eslabón que le faltaba a la cadena productiva-comercial que alguna vez integraron el restaurante de comida ítalo-argentina Vecchia Roma y la confitería Vía Veneto, y hoy componen dos locales de La Marchigiana (fundado en 1950), Francesco, abierto en 2004, y desde 2010 los locales de GioBar e Il Mercatino.