La vida le sonríe a Central. Nueve puntos en tres partidos. Cinco goles a favor, ninguno en contra. Es el único de los 30 equipos que mantiene el arco en cero. El triunfo aplastante en el clásico contra Newell's de yapa y ahora la victoria sólida ante Independiente como para elevar la vara y soñar en grande.
Para el Rojo es una señal de alerta. Un freno ante las buenas expectativas que había generado el equipo. Y justo antes del choque ante Racing del domingo.
El Rojo fue de mayor a menor. Con un mediocampo preparado salir lanzado contra los defensores de Central: Benítez picante por izquierda, Rigoni arrancando de derecha hacia el centro y Denis expectante arriba. Del lado de Central, el equipo de Coudet no estuvo tan suelto como en el clásico ante Newell's y cedió la iniciativa.
Encima no tuvo de arranque a Marco Ruben y su habitual compañero de ataque, Marcelo Larrondo, bajaba demasiado para asociarse y dejaba sin referencia el frente de ataque.
Pero Central está dulce. Y en el arranque del segundo tiempo se encontró con la ventaja tras una infracción infantil de Toledo a Pablo Alvarez (lo enganchó cuando iba a capturar un rebote luego de un córner). Larrondo se hizo cargo del penal y con un toque suave puso el 1-0.
Si hasta ahí Central había hecho poco por el partido, con la ventaja empezó a crecer y a ponerle argumentos al triunfo. Se soltó. Empezó a jugar como sabe. Y como mejor muestra alcanza con el segundo gol: una contra letal y con una precisión exquisita que coronó Jonás Aguirre con un enganche bárbaro ante Toledo y una definición justa contra el palo del Ruso Rodríguez.
El nerviosismo dominó los minutos que quedaron en Avellaneda. Central controló el partido sin sobresaltos, con la confianza por las nubes y un equipo aceitado que luce seguro y sigue creciendo. Tiene puntaje ideal y se anima a pelear con sus armas contra cualquiera.