El Indec difundió los datos preliminares del trabajo de campo para el Censo Nacional Agropecuario 2018. Cuando estas cifras se comparan con las del último relevamiento, que se realizó en 2002, las hectáreas destinadas a la producción agrícola, ganadera y forestal en Mendoza se mantuvieron estables en los últimos 16 años. Sin embargo, el número de propiedades se redujo un 26%, lo que evidencia que ha disminuido el número de productores primarios.
Desde el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos aclararon que los datos son un adelanto del operativo total, por lo que podría haber variaciones. En el informe que presentaron la semana pasada se detalla que en Mendoza se censaron 7,7 millones de hectáreas, de las que 6,4 millones son explotaciones agropecuarias definidas, 1 millón de hectáreas no tienen uso agropecuario ni forestal y 196 mil tienen resolución pendiente (porque los productores no estaban, difirieron la entrevista o no pudieron ser censados por otros motivos).
En el Censo Nacional Agropecuario 2002 -el último considerado exitoso, ya que el de 2008 tuvo una falla de cobertura territorial de entre el 12 y el 15%, con un extremo de 50%-la superficie de las explotaciones agropecuarias con límites definidos en Mendoza fue también de 6,4 millones de hectáreas. Esto indica que, en 16 años, la extensión del territorio provincial destinada a cultivos o ganadería no aumentó ni disminuyó.
Pero cuando se toma en consideración el número de explotaciones, se observa que en los últimos meses se relevaron 43.887 propiedades, de las que 21.010 están destinadas a un uso agropecuario, 16.407 a otros usos y 6.470 se encuentran con resolución pendiente (no pudieron ser censados).
En 2002, las explotaciones agropecuarias con límites definidos en la provincia llegaron a 28.329, lo que implica una reducción de 26% en 16 años. Claro que los 6.470 registros que en el actual censo aún deben resolverse podrían modificar este porcentaje. De todos modos, el relevamiento de 2002 arrojó 2.327 EAP sin límites definidos (parcelas no delimitadas, que por lo general forman parte de una unidad de producción mayor), por lo que es de esperar que algunas de las anteriores queden incluidas en esta categoría.
Desde el gobierno provincial prefirieron no opinar sobre estos resultados preliminares y manifestaron que esperarán a tener los definitivos, producto del procesamiento de la información recolectada en el territorio, que señalaron estarán disponibles en setiembre.
Sustentabilidad, la clave
Para los titulares de diversas cámaras, este fenómeno se explica por los elevados costos de producción, que provocan que las unidades de menor tamaño no sean rentables. Así, varios pequeños productores venden a los grandes o para que surja un loteo, mientras otros abandonan sus propiedades. La tendencia también se refuerza con las sucesiones, que generan fracciones de escasa extensión.
Raúl Aruani, gerente de la Asociación de Productores y Exportadores de Frutas Frescas de Mendoza, comentó que, si bien no ha consultado aún los datos del censo, la disminución de la superficie de frutales desde el 2000 en adelante es bastante significativa. La excepción, señaló, la constituyen aquellos cultivos de durazno que se reconvirtieron con variedades nuevas, y los de ciruela para industria. Estos últimos han incrementado su extensión desde el 2010.
En cambio, los montes de peras y manzanas se redujeron en los últimos 8 años alrededor del 70% y casi han desaparecido las plantaciones de ciruela para consumo en fresco. En algunos casos, planteó Aruani, los productores abandonaron la propiedad y en otros, sobre todo cuando estaban cerca de núcleos urbanos, se transformaron en loteos. El sostenimiento del total de superficie cultivada, estimó, se asocia a las nuevas plantaciones de vid, en altura.
El gerente de la Asociación de Productores, Empacadores y Exportadores de Ajos, Cebollas y Afines de Mendoza (Asocamen), Guillermo San Martín, planteó que tanto con el ajo como con otros cultivos hortícolas se tiende a las unidades productivas más grandes para lograr la sustentabilidad, ya que los costos fijos son muy altos. Por otra parte, se necesita una cierta escala para poder amortizar la incorporación de tecnologías como el riego por goteo y la mecanización de algunas labores en la producción primaria.
En este sentido, consideró que es positivo que el sector sea más sustentable y competitivo, en particular porque el ajo es un producto con un alto valor agregado, por lo que se mantiene la demanda de mano de obra.
Pese a esto, aclaró que la horticultura más familiar, que apunta a la venta en el mercado interno, puede sostenerse con unidades más chicas y que es raro que el pequeño productor ajero desaparezca, sino que más bien elige dedicarse a otros cultivos hortícolas. Aun así, reconoció que hay un pequeño porcentaje de personas que dejan el agro y se trasladan a las zonas urbanas.
Andrés Vavrik, productor ganadero y vicepresidente segundo de la Cámara de Comercio de General Alvear, sostuvo que en la ganadería se observa el mismo proceso, aunque a un ritmo más lento que en la actividad agrícola. El motivo: los elevados costos operativos provocan que las unidades tengan que ser cada vez más grandes para poder soportar esa estructura. Así, las pequeñas fracciones que eran rentables tiempo atrás han dejado de serlo.
Lo que se observa con frecuencia es que, con las sucesiones familiares, un terreno de 10 mil hectáreas se divide en fracciones que, por su tamaño, son inviables. Como las propiedades ganaderas no tienen que pagar el riego, su sostenimiento es menos oneroso por lo que en algunos casos las conservan. Pero si aparece un comprador, aprovechan la oportunidad.
Es que el otro fenómeno que se da, explicó Vavrik, es que grandes empresas de otros rubros amplían su portafolio con una explotación ganadera. También, que los feed lots de la Pampa Húmeda o la Cuenca del Salado adquieren campos de cría para los terneros. De ahí que anticipó que, si a nivel nacional se expande la ganadería con las exportaciones, el ritmo de la concentración podría acelerarse.
Organización productiva
Algunos de los consultados señalaron que esta rotación produce consecuencias sociales que no son debidamente consideradas a la hora de diseñar -o no- políticas de acompañamiento al sector primario, ya que la población que deja el campo se traslada a los núcleos urbanos, en muchos casos en asentamientos que no cuentan con servicios y en los que no hay oportunidades laborales.
Eduardo Córdoba, presidente de la Asociación de Viñateros de Mendoza, manifestó que estiman que en los últimos 10 años se han perdido entre 1.200 y 1.700 productores vitivinícolas. Pero que sigue habiendo la misma superficie, porque estas hectáreas han sido reemplazadas por grandes explotaciones, en terrenos nuevos y con incorporación de tecnología.
Los resultados del censo, señaló, permitirán entender por qué se produce el éxodo rural hacia áreas de la ciudad sin servicios ni fuentes de trabajo, así como la necesidad de políticas activas que permitan mantener el esquema productivo de pequeñas propiedades dispersas. Estas herramientas, subrayó Córdoba, deberían implementarse para anticiparse a las crisis.
También Juan Carlos García Zuloaga, presidente de la Cámara Olivícola de Mendoza, expresó su preocupación porque muchos productores olivícolas tienen más de 60 años y sus hijos, por haber visto las dificultades que enfrentan, no quieren continuar la actividad. Es que el principal lugar de producción es Maipú, donde la tierra es cara porque se puede destinar a vivienda, mientras que la aceituna se paga a un precio muy bajo. Además de esto, debe soportar los robos, que afirmó producen más daños que el granizo y las heladas.
Si bien opinó que la desaparición de los pequeños olivares para dejar su lugar a barrios privados no es sustancial para la obtención de aceitunas, ya que hay grandes extensiones en el sur de la provincia, sí tiene consecuencias sociales cuando la gente se traslada del campo a la ciudad. Es que los bolsones de pobreza son mucho más difíciles de abordar que el apoyo a la producción primaria.
En detalle
Relevamiento. El operativo de campo para el censo nacional agropecuario se inició el 15 de setiembre de 2018 y terminó el 31 de marzo. Trabajaron unos 3.500 técnicos, que utilizaron medios electrónicos para recabar la información, con lo que se redujo el tiempo para el procesamiento y gestión de datos, que es la etapa que comienza ahora.
Extensión. Se censaron casi 195 millones de hectáreas en todos el país, de las que 161,7 millones corresponden a uso agropecuario y forestal, mientras que las 33,2 millones restantes están destinadas a otros usos. Se relevaron las explotaciones con una superficie mayor a 500 m2.