Con fútbol, con garra, con actitud, con un corazón enorme. Gutiérrez se aferra a su ilusión de seguir siendo del Federal A y, una vez que no cuente con la pesada mochila del amenazante descenso (¿por qué no?), comenzar a soñar con del bonus track que significaría meterse en la Tercera Fase del Federal A.
Tiene con qué entusiasmarse el Celeste. ¡Vaya si lo tiene! El de Cachorro Abaurre es un equipo trabajado y con un estilo depurado que no abunda en las categorías de ascenso.
Ayer, ante el puntero de la Zona Reválida 1 dejó más que en evidencia aquel concepto. Porque no hace falta ser un erudito en la materia para apreciar lo bien que juega Gutiérrez.
Sus virtudes más clave, además de los movimientos armoniosos del 4-4-2, son la tenencia de balón, la presión alta y esa mansedumbre que exhibe cuando el gol no llega y el adversario se cierra en el fondo como lo hizo el conjunto santafesino ayer, especialmente en el complemento.
Ni siquiera en los momentos de mayor desasosiego cunde el pánico en el elenco Celeste. El remedio contra eso es sencillo: circulación de balón hasta que el hueco se genera y los volantes o los puntas logran trazar la diagonal para quedar mano a mano con el arquero.
Eso sucedió en la jugada en la que Romero, el arquero visitante, le cometió el claro penal a Lucas González. Era expulsión para el “1” de Las Parejas, pero Testa le perdonó la vida, algo que no hizo el Torito Lucero con el indultado portero desde los doce pasos.
Justo y merecido era poco. Con su perfil de estudioso estratega, Alejandro Abaurre leyó bien el desarrollo e hizo los cambios que pedía el partido. El ingreso de Nacho Irañeta le dio la profundidad por el costado derecho que no había tenido con ‘Tarzán’ Dávila. El ex San Martín fue casi un delantero más y la gran virtud del Perro fue diseminar en el área la mayor cantidad de gente posible.
Entonces, tanto va el cántaro al a la fuente que al final se rompe. Es cierto, sufrió con ese remate de emboquillada de Mingorance que se perdió afuera tras una mala salida de Aracena. Por un instante, los corazones se detuvieron. Pero el destino le volvió a hacer un guiño cómplice en ese final de cuento. Tiro libre a favor de Las Parejas, última pelota de la tarde.
Tras la expulsión de Delbono en el adversario, el balón cayó en el área, hubo un rechazo, recuperó Valenti, jugó con Lucero, quien alargó con Cobos.
La corrida supersónica del lateral terminó con un exquisito pase a la red y el delirio de todo el pueblo celeste. ¿Celeste? Sí, el nuevo color de la esperanza.