Celeste Álvarez: actriz y guerrera

Una de las actrices más cautivantes de Mendoza, en la última semana sumó distinciones por su papel en AOI!.

Celeste Álvarez: actriz y guerrera
Celeste Álvarez: actriz y guerrera

Celeste Álvarez grita. El teatro puede ser un grito. El cuerpo puede ser un grito. Y las palabras pueden, a veces, sobrar. Eso sintió cuando, en agosto del año pasado, viajó a Japón sin saber inglés ni japonés, para participar de un entrenamiento de verano bajo la supervisión del propio Tadashi Suzuki, máximo exponente del método homónimo.

Solo fue armada con su cuerpo, que no es poco: y así conectó. “Ahí me di cuenta de todo lo que pasa cuando no hay palabra. Cuando no hay palabra pasan cosas más grandes”, asegura al teléfono, cuando apenas acaba de terminar un entrenamiento.

Esta última semana ha sido muy especial para ella, porque ganó dos premios diferentes casi el mismo día.

Por un lado, fue elegida Mejor Actriz Protagónica en el Festival de Estrenos de Mendoza (por segundo año consecutivo) y, por el otro, Mejor Actriz en los Premios Escenario.

Todos los jurados quedaron impresionados por su actuación en AOI! El gualicho de la malvarrosa, obra ganadora también, que tuvo textos de Ivana Catanese y dirección de Kameron Steele, referentes del método Suzuki con la compañía Ala Sur.

Celeste Álvarez es una de las personalidades más atractivas de la escena local. Une la inquietud y la disciplina, más la reflexión por el propio oficio: “El actor es un artista y tiene una disciplina tanto como un bailarín o como un músico”, dice convencida.

Y su carrera confirma esta forma de ver la actuación. Formada en la Universidad Nacional de Cuyo, siguió en busca de diferentes disciplinas posteriormente: además del Suzuki, entrena bajo los principios del Odin Teatret e hizo danza contemporánea con las mellizas Fusari, aprendió canto y tango también.

El samurai de la escena

–En una entrevista definías el actor como "un busca", ¿cómo lo explicarías?

–El actor es un “busca” en el sentido de que es un ladrón de acciones, de tonos de voz, de maneras de caminar: es un observador extraordinario. Sin embargo, el concepto que manejo más es el del actor como un guerrero: el actor tiene que tener la valentía de entrar a la ficción de un personaje y una vida escénica de una forma totalmente comprometida.

El desafío es entregarse: tiene que ser muy valiente, porque no es él sino otro con una historia adentro. El actor es un guerrero con uno mismo, con lo de afuera, con su voluntad. Por eso siempre me fascinó el método Suzuki, porque tiene al samurai en toda su ficción.

Muchos recordarán su trabajo en A puerta cerrada, El evento de la habitación azul y, más recientemente, Me pegan las luces y En yo ella Hamlet- Mi padre Hamlet.  “Ala Sur tiene mucho futuro”, dice ahora, entusiasmada.

Es que este reconocimiento es un espaldarazo para la compañía, que seguirá en cartel con AOI!, una obra que une terror psicológico, teatro físico y crítica social,

¿Y cómo sigue ella? Entre otras cosas, ahora está volviendo por segunda vez al rol de Casandra (Agamenón, de Esquilo), mientras sigue cautivada por la docencia en la UNCuyo. Quiere “transformar al intérprete teatral en un demiurgo capaz de atravesar el abismo de la escena y conjurar todas las miradas”.

“Para mí la formación de actores es sumamente importante, sobre todo la formación pre-expresiva. El actor se merece tener un camino, que empiece con la autonomía en el aprendizaje y un oficio, que es el de estar en la escena”, dice.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA