La casa Christian Dior propuso un desfile en el que rehabilitó el miriñaque en un decorado con reminiscencias de Versalles.
El evento (para la colección otoño-invierno) se celebró a comienzos de la tarde en el museo Rodin, pero las modelos estuvieron allí desde temprano para la puesta.
Las jóvenes filiformes (algunas de las cuales parecen apenas salidas de la adolescencia) llegaron de jeans y zapatillas. Pocas horas después hicieron soñar al mundo, modelando las creaciones de Dior para la próxima temporada invernal.
En ese marco nada fue al azar: “Para empezar la sesión de maquillaje contó con 25 maquilladores para 62 modelos”, explicó Peter Philips, director de imagen y creación del maquillaje para Dior. “Se necesitan unos 30 minutos por chica”, contó a lo medios.
Philips fue quien ultimó detalles al respecto conversando mucho con el director artístico de Christian Dior, Raf Simons. De esta manera el maquillaje del desfile no desentonó ni invadió las propuestas de los diseños. Las palabras clave fueron: “natural” y “puro”.
Celebrities con brillo. Por su lado, los invitados se instalaron en el decorado cubierto de espejos y orquídeas que presentó la firma, con fotos previas en los jardines.
La actriz y musa de la casa, Charlize Theron, hizo las delicias de los fotógrafos junto a su compañero Sean Penn. Ambos se sentaron junto a Bernard Arnault, presidente del grupo de lujo LVMH, al que pertenece Dior.
Por su lado las actrices Marion Cotillard, Louise Bourgoin, Isabelle Huppert y Chiara Mastroianni también asistieron al desfile, así como dos ex primeras damas: Bernadette Chirac y Valérie Trierweiler, ex compañera sentimental del presidente François Hollande, que exhibió una camiseta reclamando la liberación de las chicas nigerianas secuestradas.
Finalmente las modelos llegaron a la pasarela circular, en donde Raf Simons actualizó el miriñaque del siglo XVIII, de aspecto muy liviano. A pesar de los bordados que demandaron horas y horas de trabajo en los talleres, las modelos los lucieron despreocupadamente y con las manos en los bolsillos.
Raf Simons retomó igualmente tapados masculinos de esa época, y los propuso en tonos pastel, con flores bordadas, lucidos sobre un sobrio pantalón negro.
“Lo que me interesó fue el proceso de realizar una idea sumamente moderna a partir de una base muy histórica”, explicó el creador en una nota dirigida a los invitados. Pero sin transición, la atmósfera cambió y los conjuntos presentados hicieron pensar en los trajes espaciales, a pesar de mantener cinturas estrechas. También con finos bordados de flores.
En un homenaje al fundador de la casa Christian Dior, Raf Simons retomó también los grandes cuellos del diseñador, famoso por su chaqueta “bar” y otros modelos muy elegantes.