Nicanor Parra nació en San Fabián de Alico, en el seno de una familia campesina que le transmitió el amor por lo artístico, ya que su padre era maestro y músico y su madre interpretaba canciones folclóricas, lo que compartió junto a sus cuatro hermanos, entre ellos la música Violeta Parra, otra gran referente de la cultura chilena.
De una personalidad inquieta y multifacético, llegó a ser matemático y físico y abrevó, también, en las carreras de Derecho, Ingeniería e Inglés, además de estudiar Cosmología en Londres y ser profesor de Mecánica Racional en la Universidad de Chile y director de la Escuela de Ingeniería.
Pero trascendió la barrera de lo privado, a pesar de él mismo, por ser el cultor de una obra que produjo un quiebre al poetizar lo cotidiano, lo pedestre, que lo llevaron a ser considerado el creador de la antipoesía.
Su extensa vida, que hoy transcurre en una casa del balneario de Las Cruces, en la región chilena de Valparaíso, estuvo marcada por una gran cantidad de viajes, uno de ellos en 1943 a los Estados Unidos donde también estudió mecánica avanzada en la Brown University, mediante una beca.
Regresó a Chile ya casado en 1951 y profundizó en líricas no tradicionales como la poesía mural quebrantahuesos, hecha con recortes de diarios, hasta llegar al sistema antipoético.
Sus viajes y su disgusto por la poesía tradicional de Pablo Neruda, al que consideraba ampuloso y solemne, fueron fundamentales en la gestación de su obra.
Agitar el avispero
Su ópera prima fue "Cancionero sin nombre" publicada en 1935, en la que incorporó la métrica del romance, el desarrollo narrativo de los poemas y el hablante poético como personaje de los versos, que luego caracterizaría a sus antipoemas.
El modelo de este libro fue el “Romancero gitano” de Federico García Lorca. Su intensa búsqueda se plasmó en la obra “Poemas y Antipoemas”, de 1954, en el que buscó reinventar el lenguaje poético a partir del inglés Ludwig Wittgenstein.
“La poesía fue el paraíso del tonto solemne, hasta que vine yo y me instalé con mi montaña rusa”, declaró Parra, desafiante, luego de la presentación.
Antihéroes y prostitutas son los protagonistas de esos versos y el tono se caracteriza por el humor, la ironía, el sarcasmo y un verso cuyo léxico y sintaxis no obedecen al modelo literario clásico sino al lenguaje cotidiano.
Su obra lo llevó a ser reconocido con el Premio Nacional de Literatura en 1969 y el Cervantes en 2012, y también recibió los premios Juan Rulfo, Reina Sofía, y el Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, entre otras distinciones.
Como artista, Parra también montó muestras de fuerte impacto como la instalación “El pago de Chile”, que mostraba en 2006 en el Centro Cultural Palacio de La Moneda a los presidentes chilenos ahorcados. Fue activista incansable por los derechos humanos que con 96 años no dudó en sumarse a una huelga de hambre mapuche.
Entre las distintas y múltiples celebraciones que se realizarán hoy en Chile, una de las más importantes será la que realizará la presidenta Michelle Bachelet, cuando inicie una lectura masiva de uno de los poemas más destacados del autor, titulado “El hombre imaginario”.
También habrá muestras fotográficas, seminarios, una fiesta de lectura en la Biblioteca Nacional, entre otras actividades conmemorativas.
