La Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, de General Alvear, comenzó a celebrar el año del centenario de su creación.
Nacida como la humilde capilla San Ernesto, nombrada en honor a la familia Bosch, que donó el terreno en el que se levantó, la primera iglesia de Alvear era una modesta construcción que se edificó en 1906 y en 1913 alcanzó el status de parroquia por disposición de la Arquidiócesis de San Juan, de la que dependía directamente al no existir aún el arzobispado mendocino ni el obispado de San Rafael.
Poca es la documentación que quedó de aquellos días -gran parte se perdió en el terremoto de Caucete y otra más en el traslado a los archivos de nuestra provincia- pero aún así se pudo establecer fehacientemente la fecha del 22 de diciembre como la de su creación, y el primer párroco fue Leonardo Herrera, al que se recuerda como "el viajero" que supo recorrer grandes distancias a caballo entre Alvear y Malargüe (donde también encabezó la fundación de su primera iglesia) predicando la fe.
En 1953 se colocó la piedra fundacional del que sería el nuevo edificio y nueve años más tarde se demolía la antigua capilla, que quedó bajo la nueva estructura que se inauguró formalmente en 1962. Allí fue fundamental el empuje del legendario sacerdote alemán Juan Prescher, al que buena parte de la sociedad acaudalada le tenía un profundo temor por su bien ganado apodo de "el cura manguero", ya que no dejaba pasar oportunidad sin pedir la colaboración de sus fieles para la construcción.
El mismo Prescher fue el que diseñó los planos originales que luego fueron retocados y firmados por el ingeniero Ove Bock, y el grueso de lo recaudado vino de sus viajes por Alemania, a donde viajaba a predicar y pedir la ayuda de sus compatriotas para evangelizar estas tierras.
Con la misma impronta, el padre Prescher diseñó las iglesias de Bowen, Carmensa y Alvear Oeste, además de las de Fátima, en el barrio San Carlos y la capilla de la Virgen del Saliente en Los Compartos.
Con un estilo funcionalista que se asemeja mucho a los refugios antiaéreos de la segunda guerra mundial, y grandes dimensiones obligadas por haberse levantado encima del edificio antiguo, la nueva parroquia Sagrado Corazón es la que conocen los alvearenses hoy.
"Prescher intentó por todos los medios preservar el viejo edificio, pero la comunidad había crecido demasiado y declaró en varias entrevistas a diarios de la época que fue una necesidad del propio pueblo" contó la historiadora María de los Ángeles López, que desde hace dos años trabaja sin pausa en la recopilación de material histórico para la publicación del libro del centenario que, estiman, se editará a mitad de 2013 en el marco de la celebración de la fiesta patronal del Sagrado Corazón.
Habiendo comenzado el año del centenario, toda la grey católica se dispuso a celebrarlo a lo grande y ya se organizó una serie de actividades que se prolongarán durante los 12 meses. "Queremos que sea un año de gratitud a Dios y de misión, para hacer presente la fe en todos los rincones" destaca el padre Carlos Peteira, actual párroco del Sagrado Corazón. Según el sacerdote, la realidad es que, territorialmente hablando, la parroquia es la más pequeña del departamento, porque abarca el microcentro de la ciudad hasta el límite con el canal matriz y el río Atuel, pero definitivamente es la más densamente poblada y "la madre" del resto de las parroquias de la región.
"De aquí surgieron todas las demás iglesias del departamento y siempre tuvo un rol preponderante en el proceso de evangelización de todo el Sur de la provincia" aseveró el Peteira. Allí también radica la importancia de los festejos y se pretende que, más allá del de diciembre, para el que ya previeron un gran festival popular al aire libre, la fecha especial sea en junio para la celebración patronal en la que se coronará a la imagen del Sagrado Corazón.
"Se va a convocar a todos los sacerdotes que hayan pasado por la parroquia y va a ser un reencuentro muy emotivo con la gente" anticipó.
Mientras tanto, ya se anunció la elaboración del "vino del centenario" que quedará en manos de una bodega local con el diseño de cajas y etiquetas propias para "sumar una expresión propia de la región a la celebración, porque el vino es el símbolo del festejo y una muestra más de que la parroquia está inmersa en esta comunidad productiva" alentó el párroco.
Según Peteira, "es un año de reflexión y de agradecimiento por todas las vocaciones que se han despertado a lo largo de un siglo y los movimientos que han surgido, como Legión de María, Acción Católica, el grupo Scout San José y muchos otros".
En cuanto a los pendientes, el padre Peteira espera terminar el año con el edificio pintado, para lo que van a solicitar la colaboración de la gobernación, además de varias refacciones en el interior y exterior de la parroquia que no se pueden postergar. "Siempre se está haciendo algo, pero es muy grande y una mano no nos vendría nada mal" dice sonriente.