A los 14 años de edad y siendo aún estudiante,Cecilia Grierson (1859 – 1934) instaló, con ayuda de su madre, una escuela en la propiedad de su familia en Entre Ríos, y allí, ejerció la docencia durante 3 años sin ser maestra (costumbre habitual en esos años en los que los maestros rurales escaseaban). En una de sus cartas, comenta: "... Creo que nací para ser maestra, recuerdo algunas escenas desde los dos años de edad, donde siempre en mis juegos era una maestra...".
La penosa enfermedad de su mejor amiga la decidió a lanzarse a la carrera médica venciendo las costumbres y los prejuicios de la época. Si bien ninguna reglamentación prohibía el ingreso de las mujeres a la facultad, la postergación y sometimiento femenino eran tales hacia fines del siglo XIX que tácitamente éstas quedaban excluidas de la posibilidad ser médicas. A pesar de estas dificultades y luego de un enorme esfuerzo, Cecilia finalmente logró ingresar a la Facultad de Medicina. No obstante, tuvo que padecer las descalificaciones y duras críticas de los compañeros y profesores.
Durante el cursado de la carrera de Medicina fue Ayudante del Laboratorio de Histología, de forma gratuita durante dos años, pero al asignarse una renta a dicho cargo, el mismo fue otorgado a un varón. Lejos de desmoralizarse, puso aún más empeño en su lucha transformando los obstáculos en desafíos. Siendo aún estudiante, fundó la primera Escuela de Enfermería del país en 1886, estableciendo el uso del uniforme de enfermera, el cual fue adoptado por la mayoría de los países latinoamericanos.
Apenas recibida y después de una batalla legal para ejercer se incorporó al Hospital San Roque (luego Ramos Mejía) dedicándose a la ginecología y obstetricia dado que, por su condición de mujer, se le había negado la posibilidad de trabajar como cirujana. En 1891 fue uno de los miembros fundadores de la Asociación Médica Argentina.
En 1892 colaboró con la realización de la primera cesárea que tuvo lugar en la Argentina y dos años después, en 1894, se presentó en el concurso para cubrir el cargo de profesor sustituto de la Cátedra de Obstetricia para Parteras. El concurso fue declarado desierto, porque en aquellos tiempos las mujeres todavía no podían aspirar a la docencia universitaria. El cargo le fue negado sólo por su condición de mujer. Debieron luego pasar más de tres décadas para que una mujer, María Teresa Ferrari de Gaudino, alcanzara aquel cargo.
En uno de sus discursos se refiere con pena a la discriminación de género que sufrió toda su vida: "Fue únicamente a causa de mi condición de mujer (según refirieron oyentes de los miembros de la mesa examinadora) que el jurado dio en este concurso de competencia por examen, un extraño y único fallo: no conceder la cátedra ni a mí ni a mi competidor, un distinguido colega".
Se dedicó a la docencia dirigida a la enfermería, la puericultura, los niños, y la discapacidad. En uno de sus relatos todavía conservados dice: “Más tarde, en París, en la Clínica del Profesor Pinard, y dejando modestia aparte, me cercioré de que poseía la materia, y los elogios que me prodigaron sólo sirvieron para entristecer mi espíritu y convencerme una vez más de que a lo menos en lo que a las mujeres atañe “nadie es profeta en su tierra”.
La actividad de la doctora Grierson fue intensa e ininterrumpida hasta su fallecimiento, en 1934. Fundó la Sociedad Argentina de Primeros Auxilios, que luego se incorporaría a la Cruz Roja en 1892. Se desempeñó como adscripta a la Cátedra de Física Médica y Obstetricia. En 1899 viajó a Europa para desempeñar en Londres la vicepresidencia del Congreso Internacional de Mujeres y luego realizar, durante cinco meses en Paris, cursos de perfeccionamiento en Ginecología y Obstetricia.
En 1900 fundó el Consejo Nacional de Mujeres y la Asociación Obstétrica Nacional. Diez años después, presidió el Congreso Argentino de Mujeres Universitarias y se destacó en la Comisión de Sordomudos del Patronato de la Infancia y en numerosos cargos y misiones que le encargaran las autoridades.
Escribió varias obras en las cuales la temática predominante era la medicina. Entre ellas se encuentran: 'Masaje Práctico' (1897) un libro precursor de la técnica kinesiológica, Primeros Auxilios en caso de accidentes (1909), Guía de la enfermera y Cuidado de enfermos (ambas de 1912).
Su lucha por los derechos de las mujeres no se limitó al campo médico. En la primera década del siglo XX, extendió -desde la tribuna socialista- sus reclamos a los derechos civiles y políticos y participó de los primeros congresos feministas en el país.
También concluyó un extenso estudio del Código Civil, en el cual proclama que "las mujeres casadas tienen el estatus de niños en la Argentina". Así, lo que denunciaba era que a éstas se las discriminaba en mayor medida que a las mujeres solteras o viudas en cuanto a los mismos derechos civiles de los hombres adultos.
Al final de su vida, Cecilia Grierson sufrió la pobreza y debió sobrevivir con una magra jubilación. Sin embargo, eso no fue obstáculo para que donara al Consejo Nacional de Educación, poco antes de morir, su propiedad en la localidad de Los Cocos (Córdoba) donde luego se construyó la Escuela Nro. 189 que lleva su nombre.