Cecilia Elena Zeid: una campeona con todas las letras

La tiradora es la deportista más ganadora de la provincia en la historia con tres Cruz al Mérito y doce premios Huarpe.

Cecilia Elena Zeid: una campeona con todas las letras
Cecilia Elena Zeid: una campeona con todas las letras

Se cansó de ganar, su nombre estuvo asociado al éxito permanente y hasta cuenta con el galardón de haber sido la única deportista mendocina  que ganó tres veces la Cruz al Mérito Deportivo que entregaba el Círculo de Periodistas Deportivos de nuestra provincia (1993, 1995 y 2006), superando a figuras como Pascual Pérez o Nicolino Locche. Estamos hablando de Cecilia Zeid, la tiradora mendocina que conquistó el mundo.

Su permanente sonrisa, tan auténtica como espontánea, testimonio de su innata simpatía, porque conversa con soltura y amabilidad, es la mejor carta de presentación de Cecilia Elena Zeid, hoy ya retirada de la actividad pero dedicada a su pequeña hija. Otro premio que le dio la vida.

Múltiple campeona argentina, sudamericana y panamericana. "La verdad que no sé cuántos son los títulos que gané", confiesa frente a la pregunta y asegura que "sé que en la casa de mi papá tengo cajas llenas de medallas, pero nunca las conté. Tendría que hacerlo alguna vez".

Tiene una memoria prodigiosa. Rememora con lujo de detalles cada situación. Es mágico escucharla. Está afuera del país hace años, pero sabe todo lo que pasa en la provincia. Habla maravillas de Facundo Firmapaz, la nueva figura de nuestro tiro.

"Uno se sorprende cuando un niño de 16 años ha conseguido tantas cosas", arranca diciendo y después cuenta que "hoy las cosas son distintas en cuanto a la tecnología. En mi época era imposible conocer lo nuevo que iba saliendo, sólo lo podíamos hacer los que viajábamos. En uno de mis últimos mundiales, fui a Finlandia con un arma que yo sentía que no estaba funcionando y entonces visité la fábrica. No sabés la cara que me pusieron como 'diciendo, no podés tirar con eso".

A la hora de hablar de sus comienzos cuenta que "entré al Magisterio porque quería cantar y el colegio me daba la oportunidad de estar en el coro. Cuando estábamos en los últimos años nos dicen desde la dirección que teníamos que interactuar más con los otros alumnos y eso significaba hacer las coprogramáticas de los sábados a la mañana. Nosotros ya hacíamos doble turno y no nos gustó mucho eso. Fuimos y algunas se fueron anotando en una cosa, otros en otras. Yo no me decidía, hasta que apareció el instructor de tiro del colegio don Tomás Giménez (quien había sido también baqueano del Aconcagua) y nos dice que para practicar tiro había que trasladarse a las instalaciones del Tiro Federal. Lo que significaba no estar en la escuela. Ahí arrancó y me di cuenta que no me aburría y que me resultaba fácil. Después me enteré que mi papá también había hecho tiro. Desde ese momento no dejé ni la música, ni el tiro".

-Pero la música era tu horizonte…

-Sí, pero más de una vez pensé que debía dejar uno de los dos, porque no iba a poder. Aunque había algo adentro que me decía que no y gracias a Dios que seguí. El tiro fue el que me permitió viajar por el mundo y conocer escuelas de música en el exterior, donde me perfeccioné. Sin eso, nunca lo podría haber realizado por la situación económica. Viajando todos los años a Europa, en el tiempo libre iba a ver una escuela o la otra hasta que encontré un hueco dónde pude conseguir una beca y estudiar canto.

-¿Dónde estudiaste?

-En Alemania, en Karlsruhe. Yo había competido primero en Munich y después en Milán. Me tomé un tren y me fui. El contacto me lo hizo otro mendocino, Guillermo Anzorena. Era un 1 de Mayo, pero el profe me estaba esperando y me tomó la primera audición, aunque tuve que superar varias para poder conseguir la beca. El arte y el deporte se tocan en muchos aspectos. Uno debe saber que no todos llegan y que en ambos existe el divismo. Requieren mucho tiempo de trabajo, no sacrificio porque uno hace lo que le gusta. Mi maestro de canto decía 'esto es una droga. La mejor de todas'. Por eso, nunca dejé ninguna.

-Seguís tirando.

-Me hubiera encantado, pero la última competencia fue en España, donde me recibieron de una manera impresionante. Llegué con una invitación para participar del campeonato español y entrenaba en el Centro Olímpico con el entrenador de la selección. Un polaco divino, al que yo ya conocía de tantos viajes. Después de eso me preparaba para la Copa del Rey y… quedé embarazada. Así que así se dio naturalmente el final de un ciclo.
La verdad que fue muy lindo todo lo que me pasó en ese torneo. Yo estaba fuera de competencia, porque representaba a Argentina. Me había entrenado muy bien y cuando fui a ver los resultados buscaba el final de la lista para ver que marcas había hecho y no estaba. Dije, guau que mal. Pero resulta que estaba en el segundo lugar. Fue un tema, porque las españolas me decían que por qué me habían clasificado. Es más, hasta me llamaron al podio y yo ahí hice ver que ese premio no me correspondía. Una hermosa experiencia.

-Cuanto hace de eso…

-Tres años y medio. La verdad que podría haber seguido los primeros meses, pero me agarró mal el embarazo. Además hoy los chicos son muy demandantes. Y por otra parte, hace dos años que vivo en Santiago de Chile por cuestiones laborales de mi esposo y allí es mucho más complicado todo.
Las estructuras son muy limitadas, casi ningún club tiene instalaciones propias. Está todo muy regulado. Me costó muchísimo ingresar las armas al país, mucho más que cuando vivía en Austria o en Alemania. Chile superó todo. Era de la luna el tema.

-Cuanto viviste en España.

Apenas cuatro años. En Chile nos ha costado mucho más, incluso con la música. Pero cada cosa tiene su tiempo y este es el de estar en familia.  Estamos solo la familia de tres y necesitamos cada uno del otro. Yo fui mamá de grande y no se me pasa por la cabeza dejar a la niña en algún lugar.  En eso estoy súper agradecida, porque la verdad que hice todo y de todo hasta donde pude. Hasta donde me dio la capacidad, el talento, la dedicación y demás y por fortuna pude ser mamá y formar una familia.

-¿Te quedó siempre la deuda de no ir a los Juegos Olímpicos?

-Sí (cuenta con un dejo de tristeza en su rostro). El mejor momento de mi carrera fueron los Panamericanos de Santo Domingo (2003). Yo viajaba desde Austria. Físicamente estaba impecable y el rendimiento era óptimo. Venía de igualar dos veces el récord del mundo en el circuito nacional austríaco y Air France me perdió el equipaje y no pude competir. Perdí las competencias en las que tenía más chances. La primera no pude tirar, en la segunda un tirador chileno (Marcelo Trujillo) me prestó su equipo, el que me quedaba grande por todos lados, pero dije tengo que intentarlo y quedé cuarta. En la tercera prueba, tendido, que no es olímpica ya había recuperado mi rifle, pero no había posibilidades. Un fiasco total. Estuve siete meses sin tirar de la depresión que me había agarrado. Un horror.
Después en los Panamericanos de Guadalajara también estuve cerca pero no se me dio. Entré segunda a la final, pero no pude pasarla a la primera. Es muy difícil en el tiro clasificar a los Juegos porque hay sólo un lugar que te lo dan los Panamericanos. Y ahí estamos todos, México que es buenísimo, Estados Unidos, Cuba. Durísimo.
A veces no se condice tu momento físico y mental con el momento deportivo o económico para ir a buscar la plaza en Copas del Mundo para lo que tenés que recorrer el mundo.

-¿Cuantos títulos?

-Sonríe y hasta se sonroja y asegura: "No lo sé. La verdad que nunca los conté. Tengo tres Cruz al Mérito, tres Antorchas de Oro, dos Olimpia. Coincidieron con años en los que gané todos los títulos argentinos, todos los Sudamericanos y Panamericanos. Fueron temporadas en las que coincidieron entonces fueron múltiples títulos. Huarpes tengo doce y campeonatos nacionales deben ser entre 12 y 15. La verdad que son muchos. Hace unos días, justamente, mis papá me llamó para decirme que hacemos con esto y es que habían encontrado una caja en mi biblioteca llena de medallas. Tendría que ponerme a contarlas, pero la verdad que no sé cuantos fueron.

-No parabas de ganar

-Fueron años muy fructíferos. En los 23 años que estuve en el equipo nacional siempre gané algo. Por eso siempre digo que los chicos deben saber que si uno tiene claro lo que quiere, siempre se puede. Yo hice toda la secundaria, la Universidad y después trabajaba con la música y seguía compitiendo en el tiro.

-¿La música te ayudó para el tiro con la concentración?

-Uno me ayudaba para el otro. Dependiendo del momento, uno me servía de cable a tierra del otro. Cuando uno le pone todas las energías a una actividad, terminás como súper cargado, entonces iba y canalizaba toda esa energía en el otro y volvía fresco como una lechuga. Uno me daba crecimiento para el otro y viceversa. Además hay puntos en común como que uno está solito mi alma frente al público cuando estás haciendo música y lo mismo en una línea de tiro.  Solo que en la línea de tiro no te exponés al público.

-Y cómo tomaste el dejar de golpe.

-El primer año fue dificilísimo. Cuando me mudé de Argentina a España, estuve un año sin el equipo. Porque me casé y me fui. Así que lo primero que hice fue a ponerme a estudiar idioma. Al término de esa temporada volví y me llevé el equipo y ahí empecé de nuevo. Claro que lo primero que tuve que hacer fue bajar de peso, porque la comida de España me había jugado una mala pasada (ja, ja, ja). El jamón es una cosa impresionante.

-¿Cómo se llama tu niña?

-Martina y es fantástica. Canta todo el día, se siente al piano a tocar y baila.

La Chica de Tapa

Más de 150 páginas le ha dedicado Los Andes a Cecilia Zeid a lo largo de su carrera, y de ellas una decena son tapas de nuestro suplemento deportivo.

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