Tiene la potestad para opinar largo y tendido acerca de la fiesta mayor de los mendocinos. No sólo por haber representado a su pueblo como Reina Nacional de la Vendimia 1969, sino porque luego destinó casi toda su vida a los asuntos vendimiales.
Hoy, a 50 años de su coronación, todavía parece sentir su pelo casi empapado de aquella copiosa lluvia de verano cuando cantaron su nombre: Cecilia Baumgartner. "Fue una noche imborrable en mi vida, como pocas", repite la maipucina. Tenía apenas 17 años. Para la época no resultaba extraño, las reinas no pasaban los 18. Además, ella confiesa haber tenido para su edad una madurez que la distinguía del resto de sus compañeras. "Seguramente porque ya había vivido situaciones límites, muy difíciles, de esas que te hacen crecer de un cachetazo", admite y al pasar busca referirse a la pérdida física de sus padres cuando era una niña.
Pero prefiere cambiar el tono de la conversación. Está honrada con la nota y lamenta no poder recibir a Los Andes en su hogar, debido a problemas de salud. “Desde hace un tiempo sufro de vértigos y ahora me están haciendo un montón de estudios médicos, eso hace que no pueda moverme mucho de casa”, se disculpa con sobriedad.
Así se ha mostrado siempre: una mujer con altura, con humildad y elegancia a la vez, que a medio siglo de esa noche de Vendimia no ha perdido la reverencia a su pueblo. “Nunca dejé de sentirme representante de mi provincia y el país, los atributos uno los porta para toda la vida”, considera. Y es por eso que para ella la elección de la reina “ya no es lo que era antes”.
“La reina es un sello importante en tanto mantenga el orden y el respeto a nuestra región como figura pública. Debe ser una mujer con decoro, correcta, intachable”, sostiene. “¿Se imagina entonces una Vendimia sin elección de reina?”, le consultamos y se toma unos segundos en silencio. “A veces es preferible que no haya reina, si la persona no cumple con estos requisitos yo no siento que nos esté representando muy bien”, responde.
Y analiza: “La reina no es una estrella de cine. Yo me alejé hace un tiempo de Vendimia justamente porque no podía entender a las nuevas chicas, son más rebeldes, cambiaron los parámetros. Una reina tiene que entender que debe trabajar por su provincia, por su país. La antesala de los cambios es la crisis, y en todo sentido estamos en crisis”.
“Tenía que venir una nueva generación. Yo ya estoy retirada”, sentencia quien por años ha sido asesora de Vendimia en su departamento natal, Maipú, y ha presidido comisiones de reinas. Si con algo está de acuerdo Cecilia en este presente es con que la soberana sea elegida por el pueblo. “Me parece muy bien que vote el público, que la gente participe, porque es su fiesta, es su reina”, afirma.
Y no quiere ser “maleducada” o quedar mal con nadie, pero a la hora de dar un nombre de reina con la que ella se haya identificado en los últimos tiempos, enseguida y sin dudarlo suelta: “Gisela Campos, fue virreina, a veces las virreinas superan a las reinas. Me parece una mujer hecha y derecha, con valores, una persona de bien”.
Cecilia Baumgartner recuerda su reinado como un año intenso, de mucho trabajo y muchos viajes. Hasta tuvo un vino en su honor, Reina Cecilia, que difundió y promocionó en Alemania, debutando una soberana vendimial en diligencia afuera del país. “Era un vino rosé, me acuerdo que fueron días de ardua tarea en Alemania, no parábamos, teníamos una agenda cargada de acciones y de ahí que logramos posicionar a Mendoza en ese país europeo. También viajé a Bolivia, Uruguay y otros lugares que ya no recuerdo”, comenta quien además fue la primera soberana en recibir un auto 0 KM. de regalo.
Sobre la fiesta en sí, se limita a decir: “Siempre es emocionante la Vendimia, ese escenario del anfiteatro Frank Romero Day es único, uno se siente en miniatura allí. Hace muchos años que no voy, miro la fiesta por televisión, pero no es lo mismo”. Y en cuanto a los espectáculos, opina que “los últimos han estado lindos, veremos cómo es éste (Tejido en tiempo de Vendimia). Yo veo avances y retrocesos, no siempre son maravillosas las puestas”.
Las bodas de oro en Vendimia coinciden con las bodas de oro de su casamiento. Una vida pública que supo entrelazar a su vida privada. “Estábamos de novios cuando fui electa, pero ese año nos distanciamos porque yo trabajaba mucho; enferma, resfriada, con o sin ganas, todos los días me levantaba a ponerme la corona y con una sonrisa salir a representar a mi gente de la mejor manera, entregaba jornadas completas y lo disfruté mucho porque me encantaba ayudar al prójimo, cumplir con los objetivos”, expresa.
Don Antonio Comas la esperó hasta entregar los atributos para llevarla al altar. De ese amor cosecharon tres hijos y cuatro nietos.
Su historia de vida no dista mucho de las historias de princesas, salvo que Cecilia este cuento lo escribe en primera persona, con sueños cumplidos, al calor de una familia anhelada y con la honradez de una trayectoria “real” que no tiene ni principio ni final.
Perfil
67 años
50 años de reinado
50 años de casada
17 años tenía cuando fue electa Reina Nacional de la Vendimia 1969
3 hijos
4 nietos
1 auto ganó por ser soberana, fue la primera vez que se entregó ese premio
1 vino en su honor se creó, denominado Reina Cecilia, y que fue colocado en el mercado alemán