En Mendoza, los edificios "con historia" no tienen tanta acumulada. El terremoto de 1861 se encargó de tirarlos abajo y forzar un comienzo de cero. Pero además, lo antiguo en muchos casos se equipara a lo viejo y se derriba para dar lugar a lo novedoso. Por eso, son pocos los testimonios de otras épocas que logran sobrevivir y mantenerse, aunque sea en ruinas.
Enamorados del pasado y de las construcciones que hoy están abandonadas pero en su momento fueron centrales en la vida de una comunidad, cinco amigos decidieron crear una página de Facebook y un blog para revalorizarlos. Después de bastante análisis se pusieron de acuerdo en el nombre: Los muros mueren de pie. Bajo esa consigna, comparten fotos de diversos inmuebles, acompañadas por un breve relato que mezcla la historia que pudieron reconstruir y la vivencia que ellos mismos tuvieron cuando recorrieron el sitio.
Hasta ahora -la página se lanzó en abril y comenzaron a difundirla hace unos días- los espacios que presentaron son: la Estación Ferroviaria Lagunita (Guaymallén), la Bodega Grosso (Guaymallén), una casona abandonada de Lavalle, una antigua estación de servicio en Santa Rosa y la Bodega La Alicantina (del este mendocino). Los títulos de cada álbum suelen incluir el prefijo "ex" o el adjetivo "vieja/o" y, sobre todo, la misteriosa descripción "en algún lugar de", ya que evitan dar direcciones precisas para proteger estos sitios.
Los jóvenes -tienen menos de 30 años- integran un club de fanáticos de las bicicletas Aurorita y, en esos encuentros, descubrieron que compartían también el interés por los edificios antiguos y que varios tenían fotos de distintas construcciones abandonados. Curiosamente, ninguno es arquitecto, aunque Germán Ortiz Best estudia Historia. Javier Bertinatto, en cambio, es empleado administrativo y Oscar Rodríguez trabaja con su padre en una empresa metalúrgica. Marcela Flika es fotógrafa aficionada y Elisa Vergani la ayuda al tiempo que va aprendiendo el oficio.
Germán explica que apuntan al rescate de esos lugares, para evidenciar la influencia que tuvieron en el pasado. Javier agrega que buscan mostrar que esos muros siguen vivos aunque estén abandonados y confrontar una mentalidad mendocina que valora lo nuevo, el cambio, y asocia lo antiguo con el peligro. Y Marcela plantea que simplemente lo hacen por amor a Mendoza y a la historia.
Para registrar cada lugar eligen un momento del fin de semana en el que puedan coincidir los cinco y organizan la excursión. A veces comparten también un asado, pero otras, sanguchitos y mates, para alcanzar a ir a dos sitios en una misma jornada. Los destinos son emplazamientos que ellos mismos conocen o que les mencionan familiares y amigos. Su última visita fue a un pueblo minero que se encuentra camino a Villavicencio y de cuya existencia están al tanto porque el bisabuelo de Oscar trabajó ahí.
Javier comenta que cuando fueron a una de las bodegas les sorprendió que el dueño no había abierto el lugar en años y que lo mostró apesadumbrado, mientras ellos estaban fascinados con el espacio. Y agrega que eligen en particular sitios ligados a actividades representativas para los mendocinos, como estaciones del ferrocarril, bodegas y molinos. Además, cuando encuentran al propietario o algún vecino, aprovechan para que les cuente la historia del lugar, de manera de poder transmitirla a la gente.
Elisa añade que las personas se suelen asombrar de que les interesen este tipo de lugares y que varias veces les han preguntado si están haciendo un trabajo para la facultad. Lejos de eso, cuenta Marcela, pueden quedarse un sábado a la noche editando las fotos para poder subirlas y levantarse temprano un domingo para salir a capturar más locaciones.
Como su interés se limita a dar protagonismo a esas paredes en abandono, ni en la página de Facebook Los muros mueren de pie, ni en el blog www.losmurosmuerendepie.blogspot.com.ar aparecen los nombres o imágenes de los creadores del sitio. Las fotos son simplemente de cada lugar, aunque sí llevan la inscripción del proyecto, para que conserven registro de la autoría si son difundidos por las redes sociales. En las páginas invitan, además, a quienes puedan aportar datos.