Se cayó el sistema

Los miles de mendocinos que, aún contando con la autorización previa, no pudieron adquirir moneda extranjera, especialmente pesos chilenos, se vieron defraudados como consecuencia de la llamativa caída del sistema por parte de la AFIP.

Se cayó el sistema

Los últimos días de 2012 y los primeros del año en curso dejaron en claro dos cosas: que la Administración Federal de Ingresos Públicos cuenta con un sistema informático absolutamente ineficiente cuando debe validar la compra de moneda extranjera previamente autorizada para quienes deseen viajar al exterior y que ese sistema funciona exitosamente cuando está dirigida a la recaudación, tal cual lo ha destacado, en este último aspecto, el propio titular del organismo.

El “cepo” al dólar y a las monedas extranjeras impuesto por el Gobierno nacional obliga, a quienes deseen viajar al exterior, a realizar una serie incontable de trámites, que comienza con la solicitud a la AFIP para la compra de divisas a precio “oficial”.

Con un aspecto no menos importante: sólo se autorizan dos solicitudes al año y con severos inconvenientes para los jubilados que, al no estar incluidos en el sistema, no pueden acceder a ese beneficio. Sin embargo, para aquellos que lograron la aprobación de la adquisición les espera un segundo trámite: concurrir a una casa de cambio autorizada y esperar una nueva “validación” de la compra por parte de la AFIP.

Este último aspecto, el de  la “validación”, generó decepción primero, preocupación después y una bronca exteriorizada para los miles de mendocinos que intentaron retirar divisas -especialmente pesos chilenos y reales- durante los días previos y posteriores a fin de año. En primer lugar, porque resultaba imposible adquirir reales; en segundo término, porque no se pudieron efectuar los trámites de “validación” porque la respuesta permanente de parte de las agencias era la misma: que el sistema se había caído y no había respuestas de parte de la AFIP.

No sólo allí recaía la indignación. El Banco Nación directamente no contó con divisas, razón por la cual los “autorizados” previos debieron dirigirse hacia las casas de cambio. Allí se encontraban con una sorpresa, porque en el papel de autorización la divisa chilena figuraba a un precio “oficial” de 10,80 pesos los mil chilenos, pero las casas hacían la transacción a 13 o a 13,20.

Lo cierto es que la AFIP instaló a un grupo de empleados en las adyacencias de las casas de cambio para receptar las denuncias efectuadas por los adquirentes y, ante la consulta de los supuestamente afectados, la respuesta fue: “Nuestra tarea es recibir las denuncias y aplicar las multas correspondientes”, pero en ningún momento ingresaron para actuar en consecuencia.

De todos modos, fueron muy pocas las denuncias recibidas a raíz de la falencia del sistema y los afortunados que lograron completar la operación fueron un puñado, mientras los afectados se contaron de a miles. Para “cerrar” el mal día para los infortunados viajeros, como consecuencia de la caída de las operaciones, en el mercado paralelo se ofrecía la moneda chilena, pero a 15,50 pesos los mil chilenos.

Es válido pensar que esa caída del sistema es más que sospechosa, con la intención de evitar la venta de moneda extranjera. De lo contrario, no se entiende que el sistema haya funcionado a la perfección cuando se trató de recaudar, tal como lo señaló el titular de la AFIP al hacer referencia al aumento de la recaudación alcanzada en diciembre pasado.

Hay que recordar por otra parte las declaraciones del viceministro de Economía de la Nación, Axel Kicillof. Al referirse a los cacerolazos del 8 de noviembre dijo que eran realizados por quienes no  podían comprar dólares para darse “el lujo” de viajar de vacaciones, sin tener en cuenta que se trata de una necesidad para aquellos que trabajaron durante un año y necesitan algunos días de descanso; o de otros funcionarios, cuando manifestaron que preferían que la gente veraneara en el país: olvidaban  que tanto él, como la mayoría del Gabinete nacional, incluyendo al titular de la AFIP, cuentan con viviendas, para nada modestas, en países vecinos.

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