Cayó 30% la producción de chivitos en Mendoza

En el sur de la provincia las bajas temperaturas registradas esta primavera aumentaron la mortandad en los cabritos. En Lavalle la situación es mejor, pero aseguran que los precios a campo se mantienen estables.

Cayó 30% la producción de chivitos en Mendoza

Castigadas por condiciones climáticas extremas en época de parición, las majadas de Malargüe han visto notablemente reducido su nivel de producción de chivos, con lo que la oferta total provincial, a lo largo del año, podría quedar finalmente reducida entre 20% y 30%.

Según relevamientos realizados en las zonas más productivas de Mendoza, las lluvias han mejorado mucho el pastizal natural en las zonas de secano, después de varios años de sequía. Pero, si bien ha cambiado el ánimo de los productores,  esa mejora no se habría reflejado - por distintas circunstancias- en mayores tasas de extracción de cabritos, según coinciden en señalar referentes del sector.

Sifredo Aguilera, puestero afincado en el Sudeste del departamento de Malargüe, admitió que “si este año no llovía íbamos a estar muy complicados, pero llovió y nevó tanto en época de parición, que nos trajo muchos problemas”.

Señaló que “después de la gran sequía de los últimos cuatro años, las zona Oeste y Norte de Malargüe han sido muy afectadas por los temporales de agua y nieve que hubo a partir del 10 de octubre”. Precisó que “durante cuatro días nevaba y llovía, con temperaturas muy bajas, lo que provocó mucha pérdida” de crías. Aseguró que “era imposible abastecer de alimento a los chivos que iban naciendo. Los que nacieron de noche, se perdieron todos en esas zonas”.

El productor sureño explicó que “las cabras que reciben servicio el 10 de mayo, empiezan a parir el 7 de octubre; algunos echamos los reproductores el 20 de mayo y las pariciones empiezan después del 15 de octubre”, y por eso “nos salvamos en parte”, pero tengo un vecino que, en esos días de mal tiempo, de cien chivas que parieron perdió 50 chivitos”.

El puesto de Aguilera está ubicado unos 30 kilómetros al sudoeste de la ciudad de Malargüe. Allí, "la nieve duró más de 8 días y había más de 30 centímetros" de acumulación. "En pleno octubre, había 20 cm de nieve acumulada en la ciudad de Malargüe", destacó Aguilera.
Reveló que "he perdido sobre todo los animales que nacían de noche, porque la cabra que paría quedaba tan maltratada por esos temporales, que se echaba, no era capaz de pararse, no tenía leche y en muchos casos terminaba abortando".

En el Sur departamental hizo mucho frío pero no llovió tanto como en el Norte y en el Oeste. Mientras, muchos productores del Este malargüino que llevan sus cabras a parir al Oeste, para aprovechar las pasturas de la zona precordillerana, fueron sorprendidos por el temporal. “No podría decirle exactamente, pero es probable que tengamos entre el 20% y el 30% de pérdidas” de chivitos, arriesgó.

El criancero lavallino Mario Ricardo Ortiz estimó que, “para fin de año, vamos a tener unos pocos chivitos. Están chicos todavía, porque nacieron a fines del mes pasado”, producto de “una parición tardía”, que puede rondar “entre el 20% y el 30%” de la producción total del año.

Es que, en el Norte de la provincia, la mayoría de los nacimientos ocurre en invierno porque, como “son contados los productores que estacionan el servicio”, los machos no son apartados de la majada y las hembras van quedando preñadas a medida que, naturalmente, van entrando en celo.

Ortiz, que preside la Asociación Ganadera Centro Cuyano de Lavalle, señaló que en el Noreste mendocino “son muy pocos los que estacionan y echan los castrones según sea la época en la que quieren tener los chivitos” para la venta. Reconoció que sería lo ideal que los nacimientos ocurrieran a fines de octubre o apenas entrado noviembre, “cuando las madres dan más leche”, y así poder tener “mayor oferta de cabritos para la época de las Fiestas”.

Pero, según explicó, la realidad es que “entre el 40% y el 50% de los animales nacen entre junio y julio, y el resto se reparte más o menos entre la primera parición (marzo-abril) y la última del año (entre octubre y noviembre)”.

Recordó que “en el invierno las cosas anduvieron más o menos, no tan bien, porque no en todos lados se recuperaron las pasturas”.

Precisó que “la zona de Lagunas del Rosario y de San José son campos donde prácticamente no sale pasto, aunque llueva, y la única esperanza es tener la algarroba, un alimento que en los últimos dos años, prácticamente no han tenido”.

Lo cierto es que con las lluvias de esta primavera “los algarrobos están cargados de flores y, si llegaran a prender, aunque fuera la mitad, mejoraría mucho la situación, porque con la vaina de algarrobo las cabras engordan y dan mucha leche”.

No obstante, se lamentó porque “en algunos lados se heló mucho la flor, porque hubo días de mucho frío, o los vientos la pasmaron o la corrieron, pero cuando prende, el fruto está asegurado”. En la zona de secano situada al Este de Costa de Araujo, al Sur de El Encón -siempre dentro del mismo departamento- la situación está un poco mejor y empiezan a acomodarse un poco los campos”.

Ortiz recordó que “la parición de marzo-abril había andado bastante bien, se vendieron los animales y los precios mejoraron un poco si los comparamos con los del año pasado, pero con eso no alcanzó”. Por eso “calculo que vamos a terminar el año con 30% menos de producción de chivitos que estas últimas temporadas y los últimos años no habían sido tan buenos”.

El mercado y los precios

En Malargüe, en tanto, también es menor la oferta de chivos en diciembre, “porque el animal no da el kilaje óptimo para la faena” aclaró Sifredo Aguilera. “En enero-febrero se para un poco la extracción, porque los productores empiezan a subir entre noviembre y diciembre” llevando sus piños a pastar en los valles cordilleranos “y vuelven en marzo-abril. Ahí se trae el chivo bueno”.

Recordó que “este año, en esos meses, faenamos, teníamos stock, algunos los mandábamos fuera de la provincia, pero sobraban chivos.  Cuando llegó junio-julio, empezó a faltar”. Resumió que es fluctuante la demanda.

Los crianceros de Lavalle, en tanto, ya a mediados de este año habían tenido menos ventas de lo que esperaban, aunque con precios que estuvieron un poco por encima de los del año anterior. “Los chivitos de 5 a 5,5 kilos, nacidos entre marzo y abril, se estuvieron pagando alrededor de 300 pesos, en el corral, alrededor de 60 pesos el kilo en el campo” recordó Mario Ortiz, cuando el año pasado “habían andado entre 250, 280 y en algunos casos hasta 300 pesos”.

Al referirse a los valores recibidos el año pasado, el malargüino Aguilera, que es asociado de la Cooperativa Las Vegas, señaló: “Hubiéramos querido mejores precios, pero en estos últimos 4 ó 5 años hemos podido defenderlo un poco mejor desde que nos hemos agrupado para aumentar el volumen de oferta y estar en mejor posición para negociar”. Recordó que “en diciembre del año pasado, en el campo, se pagó 320 pesos el chivo vivo.

Ahora, “esperemos que valgan los chivos”. Indicó que “en pocos días más ya tendremos varios listos para la faena, el 5 de diciembre hay que empezar a faenar, para tener animales de 5,5 a 6 kilos o un poco más”.

En cuanto al precio, “se especula hasta el último. Se está llamando  a gente de la ciudad de Mendoza y de Buenos Aires. Con ellos iniciamos contacto hace dos años, pero nadie se anima a ofrecer un precio. Creo que a partir del 5 de diciembre se va a empezar a formar el mercado”. Reconoció que “como productor, quisiera que el chivo valiera más pero, al mismo tiempo, ahora que podemos comercializar a través de la Cooperativa, vemos que tiene que haber un equilibrio, porque si no, no hay quién pague”.

A todo esto, el coordinador provincial de la Ley Caprina y de la Ley Ovina, Oscar Bernard, confirmó que “hubo zonas de Malargüe donde los temporales de nieve, lluvia y viento del Sur afectaron las pariciones. Por otra parte, sobre los precios para las producciones de fin de año dijo haber “escuchado hablar” de “un piso de 400 pesos por animal vivo, con un peso de entre 10 y 12 kilos, puestos en culata de camión”.

Los cueros aportan un ingreso adicional

Productores de cabras de Malargüe han empezado a mejorar su ingreso a partir del secado de cueros y la comercialización a través de una cooperativa instalada en el Gran Mendoza.

Oscar Bernard comentó que la Cooperativa Las Vegas recibió un aporte de Gobierno para montar instalaciones donde ahora pueden secar los cueros de los animales faenados por sus asociados para entregarlos, luego, a la Cooperativa de Curtidores de Mendoza, con sede en Guaymallén (que también han recibido aportes para acondicionar la curtiembre) desde donde son remitidos a clientes porteños.

El productor Sifredo Aguilera reveló que, con este sistema de comercialización, “recibimos alrededor del 20% más de lo que nos pagaban por cuero” los acopiadores que recorrían los puestos.

Destacó la posibilidad de mejorar instalaciones o iniciarse en la actividad, a través de créditos blandos, “con 2 años de gracia y 5 más para devolverlo, o inclusive subsidios”.

Sanidad y manejo

En cuanto a la cuestión sanitaria, Bernard aseguró que “se ha seguido vacunando contra brucelosis caprina,”. Admitió que “quizás no con la misma intensidad, pero el plan no se ha caído, y eso ha permitido disminuir mucho la prevalencia en animales y, sobre todo, en humanos, que es lo más importante”. Confió que a partir de la próxima gestión “habrá que reforzar, entre la Dirección de Ganadería y la Fundación Coprosamen, para seguir trabajando en toda la región”.

Por otra parte, confirmó que son pocos los productores que estacionan el servicio en las majadas, lo que complica luego la oferta, fundamentalmente porque pone en riesgo el índice de extracción de chivitos. “Hay gente que lo empieza a hacer, con alguna asistencia técnica privada, pero en el Norte es muy difícil” apuntó.

El servicio, normalmente, está condicionado por la estacionalidad de los pastizales, entre otros factores”. Por eso, a los productores “no les queda otra alternativa que dejar los animales pastoreando en el mismo campo, y para quien no tiene instalaciones adecuadas y cierto criterio de manejo, es muy difícil”. En la zona Sur, “está la opción de llevar los animales a la veranada.

Consideró, no obstante, que “eso hay que trabajarlo no a nivel individual sino grupal, porque si un productor encierra los reproductores y otro no, los castrones del que no aplica el procedimiento, al quedar sueltos en el campo, seguramente van a servir a las cabras de las majadas vecinas”.

Renovado interés por ovinos

En la zona de Malargüe, los productores están empezando a incorporar ovejas a sus majadas. Inclusive hay un proyecto (en el marco de la asistencia que contempla la Ley Ovina), para adquirir una máquina de esquilar, por lo que se está apuntando no sólo a la producción de carne sino también de lana.

Sifredo Aguilera, de la Cooperativa Las Vegas, adelantó que “este año vamos a sacar algunos corderos, pero recién estamos empezando” a trabajar con esta especie.

Por su parte, Oscar Bernard, coordinador de la Ley Caprina y de la Ley Ovina en Mendoza, reveló que “hay una buena demanda de proyectos ovinos en distintos puntos de la provincia”. Inclusive “en sistemas de pastoreo bajo riego”. En algunos casos, “como complemento de la producción vitícola, particularmente en parrales”.

Sobre este punto explicó que, “lo que para el viñatero es maleza, para la oveja es alimento; además, el estiércol sirve de abono”. También hay proyectos en desarrollo en el Sur y el Norte de la provincia.

En Mendoza no habían tenido mucho desarrollo los proyectos de producción ovina, pero hace un tiempo que la actividad ha comenzado a despertar interés. El funcionario aclaró que “en estos casos, el perfil del productor -en general- no es del típico puestero; son productores pequeños o medios, del oasis, interesados en producir carne”.

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