La Catedral de Buenos Aires, centro de prensa

La Catedral de Buenos Aires, centro de prensa
La Catedral de Buenos Aires, centro de prensa

Apenas conocido que el “Habemus Papam” había recaído en  Jorge Mario Bergoglio, la Catedral de Buenos Aires, adentro y afuera, se convirtió en el centro de una celebración que llamó la atención de propios y extraños por la escasa cantidad de personas si se tiene en cuenta el hecho histórico de que se trataba del primer papa latinoamericano y argentino.

Cuando el campanario dio las 6 de la tarde, eran alrededor de 300 las personas concentradas en las escalinatas, debajo de las doce columnas del edificio que da a la Plaza de Mayo y sobre la calle Rivadavia. El número alcanzó su máximo una hora después, al iniciarse la misa de acción de gracias a cargo del vicario general Joaquín Sucunza, con las tres amplias naves de la Catedral desbordadas por unas 3 mil personas.

“No terminó de caer la ficha”, buscaba encontrar una explicación Jorge Oesterheld (quien fue vocero de Bergoglio durante su presidencia al frente de los obispos) ante un periodista del diario católico francés La-Croix, sorprendido éste, como el resto de sus colegas extranjeros y argentinos presentes, por no tener delante a una multitud celebratoria acorde con el hecho del primer papa argentino y latinoamericano.

Afuera, los feligreses, jóvenes en su inmensa mayoría, festejaron con vivas a Francisco, a la Virgen y a la Argentina, y consignas como “la juventud es lo mejor que tiene Cristo”, entremezcladas con cánticos futboleros (“Olé, olé, olé, olá, yo soy de Francisco, no puedo parar”), en medio del agitar de banderas argentinas y vaticanas. Los oficinistas que a esa hora cruzaban la plaza para tomar la Diagonal Norte rumbo a sus hogares, miraban apenas con un gesto de curiosidad, sin detenerse, como si se tratara de un hecho ajeno.

“De Francisco espero fidelidad con los últimos grandes pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI”, se esperanza ante este diario Daniel Quevedo, 30 años, nacido en Alta Córdoba, ordenado sacerdote en 2009 por el propio Bergoglio, hoy en una parroquia de Mendoza. Quevedo arriesgó sobre los motivos del ahora jefe de la Iglesia al adoptar el nombre: “por la pobreza” de San Francisco de Asís y “por la sencillez y la alegría” de San Francisco Javier, fundador de los jesuitas.

A esas horas, al interior de la curia, junto a la Catedral, las conferencias de prensa y las declaraciones a periodistas se sucedían en una sala de reuniones. El presidente de la Conferencia Episcopal, el santafesino monseñor José María Arancedo, pronosticaba que el nuevo Papa, al que conoce desde hace unos 25 años, será “evangelizador”, y destacaba que “es un hombre abierto y de profundo sentido ecuménico”, del mimo modo que anticipaba que con Francisco no habrá cambios en la Iglesia respecto del aborto y del matrimonio.

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