Castagnino: reencuentro con una poética “total”

El maestro vuelve a Mendoza en una exposición que renueva los lazos que lo unieron a nuestra provincia.

Castagnino: reencuentro  con una poética “total”
Castagnino: reencuentro con una poética “total”

I. El hombre total

Juan Carlos Castagnino dijo: "El arte es fundamentalmente una imagen del hombre total".

Interpretamos: una imagen total, como un territorio para explorar hasta sus límites. Como el sinfonismo mahleriano, que quería contener un mundo en sí mismo, o la novela total de Flaubert, que buscaba expandirse hasta sus últimas orillas narrativas.

Lo de Castagnino era también un mundo total, una imagen total, una poética total. Por momentos, una síntesis perfecta entre figuración y abstracción. Siempre, sabiendo que una pintura es un dispositivo ideológico, que él usó para hablar de la opresión, la injusticia, la explotación.

No fue el único artista de izquierda, claro está, pero sí uno de los que más reflexionó sobre el rol social del arte, y llevó al extremo su compromiso político en la plástica: “La pintura debe ser un testimonio de nuestro mundo, de nuestras ideas, del fenómeno social que vivimos”, pensaba.

II. El hombre en Mendoza

Habrá oportunidad de conocer de cerca el mundo de Juan Carlos Castagnino, uno de los imprescindibles del siglo XX en nuestro país. 

Es que ayer inauguró en el Museo Carlos Alonso - Mansión Stoppel (Emilio Civit 348), la muestra "La vuelta de Juan Carlos Castagnino", que estará expuesta hasta el 25 de noviembre.

Reúne 29 piezas en total, que trazan un mapa del recorrido artístico que hizo Castagnino desde 1938 a 1971. Como ha destacado el curador, Pablo Chiavazza, hay otra pretensión también en el diseño de esta muestra: resaltar los lazos que unieron al artista con Mendoza.

Ha adelantado: "La actual exposición no es solamente el reencuentro con uno de los pintores más importantes que dio nuestro país en el siglo XX, sino además, y esto marca el segundo retorno al que hacemos referencia, la oportunidad de recordar uno de los períodos más ricos de nuestra historia del arte local, en el cual Castagnino desempeñó un papel fundamental con su presencia activa en nuestro medio alrededor de los años '40 y '50".

Castagnino participó con cinco envíos a los Salones de Cuyo (1947, 1949, 1950, 1951 y 1953). Fue así el que más veces participó.

III. El hombre en perspectiva

Juan Carlos Castagnino (1908-1972) no solo era pintor, muralista y dibujante. También estudió arquitectura, carrera que logró terminar después de largos años y que, cuando le llegó el título, nunca ejerció.

Haber nacido en los márgenes de una gran ciudad (Camet, a pocos kilómetros de Mar del Plata) quizás le dio esa sensibilidad para centrarse en los bordes de lo que se mira.

Así, llenó su obra de obreros, fábricas y campesinos. Y de parias también: sus ilustraciones para el "Martín Fierro" de José Hernández (de 1962) le valieron una gran popularidad. De hecho, esa edición de Eudeba vendió en su momento 250 mil ejemplares (aquellas ilustraciones pudieron verse, muchos recordarán, en el Espacio Contemporáneo de Arte en 2012).

Su vida intelectual temprana (después de formarse en la escuela "Ernesto de la Cárcova" y en los talleres de Ramón Gómez Cornet y el gran Lino Spilimbergo), tuvo dos hitos: primero, la afiliación al Partido Comunista, a finales de la década del '20; después, haber sido convocado (en 1933) para colaborar en el mural que estaban realizando Siqueiros, Spilimbergo y Antonio Berni en la quinta de Natalio Botana.

Seguirían viajes iniciáticos a Europa. En Francia, en la década del '40, vivió de cerca los horrores de la Segunda Guerra Mundial. En Roma, en los '60, volvería su mirada a los clásicos, como Miguel Ángel (al que terminaría homenajeando, al igual que a Goya). Allí también sería la inspiración para un corto del cineasta Fernando Birri, en el raro cortometraje "Castagnino, diario romano" (con música de otro marplatense que yiraba por esos lados, Astor Piazzolla).

Tuvo también sus honores: el Gran Premio de Honor Salón Nacional (1961), la Medalla de Honor en Pintura de la Feria Internacional de Bruselas (1958) y el Premio Especial de Dibujo II Bienal de México (1962).

IV. La ideología quema

Pero hubo una gran cuestión que atravesó la poética de Juan Carlos Castagnino, y él lo expresó muy bien: "¿Por qué pretender buscar en las fórmulas congeladas del realismo socialista la única receta válida?", escribió alguna vez.

Se decepcionó del realismo socialista porque se decepcionó del socialismo real (viajó a Rusia y vio el despotismo stalinista, a principio de los '50). No fue un vanguardista, en tiempos en que las vanguardias eran el centro de atención. Su arte fue hacia otro norte (y sus pensamientos también, acercándose al guevarismo y a la Gran Revolución Cultural Proletaria de China).

Él, histórico militante comunista, dudó del dogma, que veía en la figuración explícita la única forma para insuflar conciencia social. Defendió luego una poética de enfoques: de adecuaciones de formas a ciertos contenidos. Políticos, obviamente.

El arte era "ad hoc". El artista, un orfebre que debía encontrar la forma justa, o al menos la que mejor se adecuase a su espíritu (una idea clave del romanticismo): "No es sólo un cambio de tema, sino un enfoque ante cada contenido, ante cada serie, un problema de expresión, de lenguaje y nueva relación entre el planteo pictórico-plástico y la significación".

Las luchas populares, las injusticias, los paisajes fabriles y lo rural afloraron especialmente en los '60 y, bajo esta visión, nacieron formas únicas: de principios de esa década data "Quemazón", una de sus pinturas más famosas. Allí se ve una tensión imposible de resolver: la figuración (unas manchas que sugieren ser caballos) y la abstracción, con una paleta caliente.

Poco antes de morir, confesó en una entrevista a la revista Siete Días lo siguiente: "Hay quienes quieren sostener una ideología con la pintura y no la sostienen porque se trata de una actitud, una fórmula o una preocupación. Cuando una pintura resulta efectiva desde el punto de vista total, el artista no lo ha pensado antes. No es un hecho preconcebido. El arte es un reflejo fiel de la actitud del artista".

Como Mahler, su ambición era romántica: encontrar la forma justa. Como Flaubert, su ambición era contar la realidad. A diferencia de ellos, no vio el arte como la emanación de un genio absoluto. Pero como ambos, sí veía el hecho artístico como una entidad total. Y como ninguno, reconcilió todo: al servicio del pueblo.

Las visitas

"La vuelta de Juan Carlos Castagnino" estará expuesta en el Museo Carlos Alonso - Mansión Stoppel hasta el 25 de noviembre, de martes a domingo y feriados, de 10 a 19. La entrada general es de $50, estudiantes y jubilados pagan $30 y los niños menores de 5 años no pagan.

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