La detención e imputación de la ex representante legal del instituto religioso Antonio Próvolo, Graciela Pascual (61) destapó una olla que estaba en ebullición desde hace ya meses.
Se trata de la presunta complicidad, participación o responsabilidad de algunos de los civiles que trabajaban en el instituto durante los años en que se habrían cometido los -al menos- 44 episodios de abuso sexual y corrupción de chicos sordos denunciados en el lugar, y por los que también están detenidos dos curas (Nicola Corradi y Horacio Corbacho), una monja (Kumiko Kosaka) y 3 ex administrativos (Jorge Bordón, Armando Gómez y José Luis Ojeda), todos como autores de los delitos.
Desde el momento en que salieron a la luz los detalles de las aberrantes denuncias, el nombre de la mujer fue repetido varias veces por los denunciantes, incluso vinculándolo como “la mano derecha” de Corradi o “la dueña”.
Sin embargo, el nombre de Pascual aparece como el primero de un grupo de ex directivos, docentes y profesionales que trabajaron en el Próvolo cuando habrían ocurrido los abusos. Y, según destacaron fuentes judiciales, durante los próximos días a Pascual podrían sumarse ocho personas más, todas imputadas como partícipes -primarios y secundarios- de los episodios "por omisión" (esto significa que habrían estado al tanto de los abusos y ataques, pero no los denunciaron ni hicieron públicos).
En detalle
En diciembre del 2008, Pascual ya había comparecido ante la Justicia por un presunto abuso en el Próvolo. Fue ante la fiscal Claudia Ríos, quien la citó en el contexto de aquella denuncia que nunca prosperó, y donde una mujer acusaba haber encontrado entre los dibujos de su hijo (que estudiaba y dormía en el instituto) una imagen de una persona practicándole sexo oral a otra. En su declaración Pascual también relató que otro padre se había quejado por esos días y había acusado a Bordón de manosear a su hijo.
En aquella oportunidad también se cuestionó la forma en que se llevó adelante un examen psicológico a los alumnos del instituto para determinar si había algo extraño (no se comprobó). El cuestionamiento radicó en que entre los chicos analizados no estaban ni el niño del dibujo ni el hijo del hombre que acusaba a Bordón.
Por esto es que una de las integrantes del gabinete psicológico del Próvolo también se encuentra bajo la lupa por estas horas. A ello se suma que entre los estudiados en 2008 se encontraba un chico que denunció recientemente haber sufrido ataques sexuales, pese a que las conclusiones de los estudios no lo advirtieron.
Quien fuera directora en ese momento también estaría cercada por la investigación que lleva adelante el fiscal Gustavo Stroppiana. Y la misma suerte correrían otras 2 ex directoras, quienes declararon como testigos a fines del año pasado. Una de ellas relató que trabajó en el lugar entre 1997 y 2007 y que el personal docente no sabía nada de lo que ocurría en la zona de los albergues. No obstante, dijo que una celadora le insinuó más de una vez que en ese sector "algo pasaba por la noche", aunque no entró en detalles.
La mencionada celadora sería la quinta de las actuales apuntadas. En diciembre del año pasado esta mujer dijo a la Justicia que trabajó en el Próvolo entre 1997 y 2008 y -pese a lo sostenido por la ex directora- relató que ella nunca vio nada extraño (aunque sostuvo que la cocinera le contó de 2 casos de tocamiento a chicos). Lo llamativo es que a fines del año pasado declaró que después de algunos problemas que tuvo en el instituto, fue al Arzobispado acompañada por un abogado con la idea de informar sobre estos 2 posibles episodios, pero que como no fue recibida por el arzobispo, prefirió no explayarse con el secretario que la recibió.
La cocinera en cuestión también está siendo observada muy de cerca. Desde 1998 y hasta el cierre del instituto trabajó y vivió en el lugar, y en noviembre del año pasado declaró no haber visto nunca nada anormal.
Sobre quien fuera directora de primaria desde 2013 también parece estar posada la lupa. Al igual que las otras ex trabajadoras, en noviembre dijo que nunca supo ni observó abusos. No obstante, dijo que entre 2007 y 2008 hubo algunos rumores. Ese mismo día también declaró una ex docente y secretaria del establecimiento, quien también manifestó no estar al tanto de ningún hecho y quien reconoció recordar que un hombre llegó enojado diciendo que su hijo había sido “tocado”. Ella también está sospechada.
Según resaltaron fuentes de la investigación, la octava apuntada se habría movido en el entorno de la monja japonesa Kosaka.
Denuncian "cacería de brujas"
Por medio de un escrito presentado a los medios, el abogado Julio Raffo sostuvo que las amenazas de imputación y detención contra ex trabajadores del Próvolo mendocino violan “sus derechos de defensa y debido proceso”. Raffo -quien sostuvo que entre los ex empleados perjudicados se encuentra su hija- criticó el hecho de que los medios y la querella hayan presentado a Graciela Pascual (ex representante legal del instituto) como entregadora de los alumnos que habrían sufrido abusos “sin darle oportunidad de presentar prueba sobre su inocencia”.
El abogado además resaltó que el personal docente y técnico trabajó con todo empeño por el bienestar de los chicos y que nunca observaron nada que pudiera inferir posibles abusos. Y fue más lejos al poner en duda el hecho que a un chico que declaró al principio como testigo se lo advirtió como víctimas recién en una cámara Gesell.
Raffo destacó además que los ex trabajadores -y ahora sospechados- son las “nuevas víctimas del Próvolo” y que le consta que la institución funcionaba como “ayudadora” en la vida de niños.
“Es hora de terminar con la cacería de brujos”, resumió el hombre.