En la siesta del jueves 25 de agosto de 2016, Juan Quinteros se entregó en la fiscalía de San Martín y confesó haber matado a Américo Honorato (58): dijo que conocía a la víctima, que la ahorcó para defenderse en medio de una discusión y aseguró que sus hermanos y el resto de los detenidos, nada tienen que ver con el crimen y que sólo lo ayudaron a deshacerse de la camioneta de Honorato, incendiada en un camino solitario cercano al basural municipal.
Esa misma siesta, un rato más tarde, el muchacho guió a los investigadores hasta un descampado de Chivilcoy, a unos ocho kilómetros al norte donde, escondido entre yuyos, hallaron el cuerpo del hombre al que policías y familiares buscaban desde hacia cuatro días. Honorato tenía el rostro desfigurado a golpes, costillas quebradas y signos fatales de ahorcamiento. En el colmo del suplicio, se supo luego que había agonizado durante dos días.
Ahora y cuando ha transcurrido la mitad del juicio por aquel crimen de 2016 y que tiene siete acusados: a Juan Quinteros y tres de sus hermanos, Jorge, Carlos y Antonio; a dos de sus primos, Jorge Palacios y Miguel Ángel Agüero y a un cuñado, Franco Sisterna, comienzan a acomodarse las piezas de un rompecabezas que confirma, aunque sólo en parte, lo que confesó Quinteros, ya que resulta cada vez más claro que en el crimen de Honorato habría participado más de una persona.
Efectivamente, en la última jornada del juicio se supo, por preguntas del fiscal Oscar Sívori a los peritos, que en las prendas que vestía Américo Honorato fueron encontrados rastros de sangre pertenecientes a Antonio y Carlos Quinteros, hermanos de Juan: "Juan Quinteros confesó el crimen ante el fiscal y dijo que lo hizo solo, pero en las pericias aparecen rastros de ADN de sus hermanos", analizó una fuente: "¿Cómo sería posible si sólo hubieran ayudado a empujar la camioneta?"
Clave
También declaró José Luis Morales, un joven que, sin saber leer o escribir, resulta clave para la investigación y que vive a metros del lugar en el que incendiaron la camioneta. Un día después de aquello, Morales se sentó frente al fiscal que investigaba hasta ese momento la desaparición de Honorato y le contó lo que vio la noche anterior: dijo que frente a su casa pasaron Carlos Quinteros, Jorge Palacios y Miguel Agüero empujando la camioneta.
Dijo que le pidieron ayuda y que él se negó. Contó que también estaba Jorge Quinteros en una moto y que hablaba con Agüero sobre la camioneta robada y el dueño al que habían "cagado a palos", y al que pensaban tirar al campo o al canal.
Pero algunos días después, el muchacho volvió a declarar ante el fiscal y rectificó parte de sus dichos: dijo que Jorge Palacios nada había tenido que ver con el crimen y que había estado durmiendo; lo grave es que en esa segunda oportunidad, Morales fue llevado hasta la fiscalía precisamente por familiares de Palacios, la persona a la que sacó del escenario.
Ayer, Morales volvió a contar lo que vio, esta vez ante el tribunal aunque con grandes lagunas, por lo que los jueces tuvieron que refrescarle la memoria, con la lectura de sus declaraciones previas. Así y ante la duda de que Morales pudieraestar siendo amenazado por lo que sabe pero frente a la negativa del joven a admitirlo, el tribunal le recordó al salir de la sala, que si lo necesita puede pedir protección.
En la misma jornada declararon un empleado de seguridad privada que esa noche vio a cuatro personas empujar una camioneta y a una quinta en moto, algo que también ratificaron distintos vecinos, entre ellos Jorge Palacios, padre de uno de los acusados, que dijo que esa noche su hijo dormía y mencionó, empujando la camioneta, a Antonio, Carlos y Jorge Quinteros, además de Franco Sisterna.
Para la semana próxima se esperan los alegatos y el dictado de sentencia.