Entre fines de 2016 y los inicios de 2017, el nombre de la empresa de eventos Golden Fest comenzó a salir con frecuencia en los medios. Y no por publicidad, sino en modo escándalo: el padre de una chica que había contratado los servicios de la firma para el cumpleaños de 15, lo escrachaba en Facebook.
La empresa que había cobrado la fiesta incumplió lo pactado a punto tal que cuando la víctima llegó al salón donde llevaría a cabo su festejo se enteró que el local ni siquiera había sido alquilado.
A partir de ese escrache, una cascada de presuntos estafados se sumaron a las denuncias. En pocos días, y después de estar menos de una semana prófugo, Adrián Guirín (31 por entonces, 33 ahora) fue descubierto en una casa de El Carrizal. "Si no me escondía me iban a matar", asegura el joven, que está preso en Boulogne Sur Mer desde hace un año y medio a la espera de su juicio que comienza esta semana. En el ínterin estuvo con prisión domiciliaria y luego volvió a ser detenido.
Guirín deberá afrontar un juicio por estafas genéricas en un total de 92 casos. "Es imposible saber el monto total del delito porque van de sumas insignificantes a sumas más o menos importantes", dijeron desde prensa del Poder Judicial.
El acusado tiene en mente acceder a un juicio abreviado: reconocer los hechos y esperar la condena, que puede ser de 4 años de prisión efectiva.
"Estoy arrepentido por el dolor causado a las víctimas y a mi familia. Soy culpable de los hechos que me imputan. No me da vergüenza pedir perdón", confiesa el hombre detenido y que hace días contrajo nupcias en la cárcel.
Según sus palabras, el mecanismo de Golden Fest era similar al de un 'círculo cerrado' en el que iba usando el dinero que recaudaba para un evento para ir armando otro.
Pero que llegó un momento en que la plata que le entraba era menos de la que necesitaba para los proyectos a futuro. "Muchas veces porque al que no le pagaban era a mí. Igual, mi negligencia, desorden y pésima administración del negocio terminó generando un problema grave y la desilusión en la gente que confiaba en mí: clientes, proveedores, empleados y familias. Todo el dinero que ingresaba a la empresa lo destine al negocio, el 100% y mi economía se desmoronó".
Preso
Guirín está en el Pabellón 16 de Boulogne Sur Mer donde tiene el mote de "estafeta", "porque acá llaman así al estafador", dice, y asegura que el trato recibido por parte de la gente del Servicio Penitenciario "ha sido y es excelente".
En la maquinaria de Golden Fest, Adrián solía hacer las veces de animador (al menos en los eventos que sí se llevaron a cabo) y se le nota al hablar el acento propio de los animadores de fiestas, que se traduce en un modo de hablar entre lo radial y lo exagerado; todo acompañado por lo que a un embaucador no le debe faltar: una sonrisa cándida en su rostro.
"Siempre me gustó mi trabajo y en mis eventos se hacían cosas innovadoras que yo había traído de Bariloche, ya que soy de Neuquén", provincia donde también tuvo problemas de defalco.
Su encierro, según sus palabras, es justo: "Mis actitudes y mi forma de actuar no fueron las adecuadas para vivir en la sociedad. En la cárcel estoy trabajando y estudiando para cambiar y está bien que siga aislado hasta tanto tenga corregidas esas actitudes. Quiero limpiar el nombre y el honor de todos mis colaboradores".
Peso por peso
El delito de estafas genéricas contempla una pena de un mes a 6 años de prisión. Por eso, si finalmente la condena termina en 4 años, Guirín volverá a las calles a fines del año que viene ya que contará con los dos tercios de la pena cumplida. La sentencia penal no contempla la devolución del dinero, sino el cumplimiento de la pena. Además está considerado insolvente. "Ni siquiera tengo un abogado particular", aclara quien es defendido por la letrada del Estado Cristina Sánchez.
En lo que podría definirse como una cuestión de honor, el hombre asegura que "aunque suene utópico, quiero decirles a los denunciantes que en un futuro, cuando salga, además de cumplir con lo penal voy a pagar todas mis deudas. Todas. Siento el deber moral y me comprometeré ante la justicia a pagar mis deudas el día que salga. Voy a trabajar para cumplir con mis compromisos. Aunque me demore un tiempo. Así, el día de mañana mi hijo va a saber que tiene un papá que se equivocó pero que pagó sus equivocaciones. Espero que las víctimas me perdonen y espero de corazón hayan podido hacer sus eventos. Sé que tarde o temprano voy a golpear la puerta de su casa para pagarles peso por peso".
Entretanto, el hombre espera el juicio para dar el primer paso para cristalizar su arrepentimiento ya que, según él, "aprendí la lección en la cárcel".
Atrás quedaron sus más de 300 eventos "exitosos", sus paseos en un auto Audi, el sentirse un hombre popular y hasta poderoso, todo aquello que tan poco tiene que ver con su actual vida en la cárcel.
"Cuando salga no haré más eventos por razones obvias. Me voy a dedicar a relatar partidos de fútbol. Para eso sí soy buenísimo", concluye.
A días de la sentencia, un muy activo presidiario
El debate será presidido por el juez Marcos Pereyra y está previsto para el 26, 27 y 28 de junio. Aunque, inicialmente está la posibilidad de acceder a un juicio abreviado con una condena efectiva de 4 años.
En la cárcel, el acusado cuenta con dos trabajos y asiste a cursos. Dice que en setiembre retomará la facultad. Ha presentado dos proyectos para dar charlas a emprendedores. Participa de una revista como columnista económico y hace el curso de Promotor de Salud. Está escribiendo un libro a partir de su experiencia.