La quinta jornada del juicio por la muerte de Genaro Fortunato repartió puntos a favor y en contra de la defensa de Julieta Silva. De los seis testigos que declararon ayer ante los jueces Rodolfo Luque, María Eugenia Lailge y Julio Bittar, tres coincidieron en que el joven celaba mucho a la acusada y dos de ellos, que estuvieron el 9 de setiembre en Mona Bar, lo describieron como muy alterado.
Pero de la terna restante de testigos se desprendieron dos aspectos. Por un lado, dos desconocidos que volvían a casa después de pasar la noche en el boliche alcanzaron a ver cuando murió el rugbier.
Aseguraron que, en las mismas condiciones ambientales a las que hace alusión la defensa de Silva, pudieron divisar sin problemas el cuerpo de Genaro tendido en la calle, segundos antes del impacto, desde una distancia de 60 metros.
Además, uno de ellos afirmó que el "trapito" le hizo señas a Silva para que detuviera la marcha "antes" de que le pasara por encima.
El juicio seguirá hoy con la toma de declaraciones indagatorias.
Seis testigos
Después de escuchar una multiplicidad de testimonios, las aguas en torno a la culpabilidad o no de Silva siguen divididas y la jornada de ayer fue una muestra cabal de lo que ha ocurrido a lo largo del debate desde el martes de la semana pasada.
De las seis personas que declararon ayer, tres fortalecieron la defensa de la imputada y la otra mitad la socavó.
Los amigos, tanto de Julieta como de Genaro, ratificaron lo que la imputada había manifestado en la apertura: que él estuvo molesto, irritado y que era celoso.
Sebastián Zúñiga pasó la noche con ellos en Mona y, aunque no estuvo todo el tiempo a su lado, remarcó que Fortunato estaba "enojado" y había insultado a Martín Maure (uno de los mellizos que declaró el martes), que lo notó "muy nervioso" y que "no se lo veía normal".
Flavia Domínguez, la amiga que fue con ellos al boliche, también habló de la discusión pero fue un poco más allá. Dijo que Genaro "esa noche estaba más pesado" porque "la llevaba agarrada (a Silva), no la dejaba ni caminar prácticamente".
Silvia Ballarini, amiga y entrenadora de hockey de Silva, detalló aspectos que hacen a la relación que mantenían Julieta y el rugbier y lo calificó a él como muy celoso o demasiado pendiente de ella, más de lo normal para el tiempo que llevaban saliendo. "La celaba por todo", dijo.
Silva salió favorecida tras el testimonio de los amigos pero no con el de los desconocidos.
Héctor Ontiveros y Matías García se encontraban en las afueras de Mona Bar, con el auto en marcha para regresar a casa cuando observaron el instante en que el Fiat Idea le pasó por arriba a Genaro y lo mató.
Ambos expusieron que, pese a la lluvia o la poca iluminación (elementos sustanciales de la defensa para explicar por qué Silva no vio a Genaro), lograron ver el cuerpo de una persona tirado en la calle antes del impacto, desde una distancia de 60 metros.
"Se veía una figura, era una persona", sostuvo Ontiveros. Mientras que García relató de manera concisa: "Veo que viene un auto, un cuerpo tirado y el auto le pasa por arriba".
También coincidieron en que no tuvieron dificultad para darse cuenta de que lo que estaba tendido en la calle era un cuerpo y hasta indicaron que "estaba boca abajo".
El otro aspecto sobresaliente en el testimonio de Ontiveros es que aseguró que el cuidacoches Ariel Aksenen le hizo señas a Silva para que detuviera la marcha antes de embestir a Fortunato.
"El trapito levantaba los brazos", afirmó y luego le confirmó al fiscal que le hizo señas "antes de atropellarlo".
La última en declarar fue una completa desconocida que estuvo cerca de la pareja en el bar por obra del destino.
Verónica escuchó un diálogo entre la pareja mientras esperaba su turno para comprar un trago. A diferencia de las amistades de Julieta, contó que la persona que estaba molesta era Silva. "Se la notaba enojada. Estaba molesta, con una mirada fea, como de odio, con el ceño muy fruncido", comentó la joven.