La mitad de los niños mendocinos no tiene obra social

El 48% de mendocinos de hasta 14 años depende sólo del sistema público para cuidar su salud. Se trata de unos 230 mil chicos.

La mitad de los niños mendocinos no tiene  obra social
La mitad de los niños mendocinos no tiene obra social

Mientras espera que la llamen desde la guardia, Yamila (26) sostiene en su regazo a su beba de un año. Está sentada junto a otras madres jóvenes, todas con niños pequeños con algún malestar.

“Ya le administraron un paff para que pueda respirar y ahora la tienen que revisar para ver cómo sigue y qué es lo que tiene”, comenta la joven que llegó en colectivo desde Maipú y lleva en la guardia más de tres horas.

Es que en el hospital Notti, al igual que en los centros de salud, la demanda de niños y niñas que necesitan atención médica supera a la capacidad de respuesta del sistema público de salud. Los últimos datos de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE) sobre acceso a la salud completan el panorama: casi la mitad de los menores de 14 años en Mendoza no cuenta con obra social.

Las estadísticas de la DEIE datan de 2016 pero sirven para ilustrar la situación: del total de población de 0 a 14 años -489 mil personas-, 52% tiene cobertura de salud (obra social, mutual, prepaga o plan privado) mientras que 48% restante no cuenta con este beneficio.

Esto equivale a que en la provincia la salud de 230 mil chicos depende exclusivamente de la disponibilidad de recursos (humanos y materiales) del sector estatal, salvo que sus padres puedan pagar en forma particular las consultas y tratamientos en casos urgentes.

Por tratarse de una franja que vive en situación de vulnerabilidad, las dificultades para acceder al servicio de salud son numerosas. Del mismo modo, sus condiciones de vida hace que sean niños proclives a contraer enfermedades, tanto las derivadas de la falta de higiene como las adquiridas por escasez de infraestructura en el hogar.

La alimentación, muchas veces deficiente, como así también el mayor riesgo de contraer infecciones y patologías crónicas derivadas del propio entorno, merecen un capítulo aparte, aclaran quienes trabajan de cerca con la niñez.

Eduardo Chahla es uno de los pediatras mendocinos que más ha abogado por la defensa del derecho de la infancia a la salud. Miembro honorario de la Sociedad Argentina de Pediatría, explica que a lo largo de su trayectoria ha visto escasos avances para que el sistema de salud llegue a un punto ideal para brindar un servicio más ágil y efectivo.

En la primera infancia, destaca Chahla, es fundamental que todos los niños y niñas cuenten con los al menos dos controles de salud por año.

Vacunas, seguimientos relativos a la talla y el peso, como así también la realización de análisis que se vayan requiriendo, deberían ser pautas infranqueables por parte del Estado.

Pobres, los más afectados

En las zonas rurales, donde está la mayor proporción de niños y niñas sin cobertura de salud (60%), la situación es más compleja para las familias debido a las distancias para llegar a los centros de salud de referencia y las limitadas posibilidades de traslado.

Y en las zonas urbano-marginales, la necesidad de atención médica está a la orden del día. El centro de salud Señora de los Milagros funciona desde hace 30 años en Colonia Segovia (Guaymallén).

Recién el lunes pasado a la única médica clínica a cargo se sumó una pediatra. A partir de la incorporación de la nueva profesional, comentó la directora, Patricia Carrizo, las mamás con bebés y niños enfermos no dejaron de llegar.

La época, justamente, coincide con el crecimiento de cuadros infecciosos en las vías aéreas: “Los resfríos, congestiones, alergias y enfermedades respiratorias son los más comunes. Tenemos mucha demanda, pero sólo estamos por la mañan. Somos pocos y es un centro muy pequeño”.

A este centro de salud llegan los pequeños de asentamientos y barrios muy pobres de los alrededores. En el caso de patologías más graves, para realizar el seguimiento y tratamiento las familias deben trasladarse (por lo general) al Notti o bien, a los efectores de Lavalle.

María Celeste Ferreyra (34) es mamá de dos niños de 10 y 2 años. Como tantas otras mendocinas, no cuenta con un plan de salud para ella y sus hijos, por lo que debe recurrir al sistema público.

Al igual que Yamila, ella aguarda su turno para que su beba sea atendida en la guardia del Notti. "A veces no están todas las especialidades en el centro de salud que está en mi zona y tengo que traer a los chicos acá. Los médicos son excelentes pero a veces me tocan turnos muy distanciados en el tiempo cuando le debo hacer otros estudios de seguimiento y eso demora mucho para contar con un diagnóstico y tratamiento", evalúa la mujer.

Atención médica limitada

Fabiana Tobares es directora del Centro de Apoyo Escolar (CAE) del barrio San Martín, donde asisten 33 niñas y niños, el máximo que pueden recibir.

Cuenta la docente que la gran mayoría no cuentan con cobertura de salud. "A veces me cuentan las mamás que para hacerles los estudios médicos a sus hijos hay demoras de dos o tres meses. En general vienen con una asistencia médica limitada, ya sea por los turnos o por las dificultades de las familias para llevarlos", dice Tobares y destaca que para estos chicos es casi imposible contar con un tratamiento psicológico o psicopedagógico en el caso de necesitarlo.

A los cuadros más comunes con los que llegan se suman los problemas oftalmológicos, infecciones oculares (conjuntivitis) y pediculosis. “Vienen a veces con dolores de muela y en el invierno se enferman mucho de anginas y resfríos. Pero también tienen contagios por la falta de higiene debido a la escasez de recursos en su hogar y el hacinamiento”, explica Tobares y recalca que la pobreza es un limitante para que los niños y niñas logren un estado de salud óptimo. Al mismo tiempo, por ejemplo, en los centros de salud escasean los oftalmólogos y odontólogos infantiles, recalca.

Nora Schulman, titular del Comité Argentino de la Convención Internacional de los Derechos de Niño (Casacidn), tiene una mirada más general de la problemática. Destaca que las demoras en la atención de la salud en la infancia pueden repercutir directamente en el futuro de la persona.

"Si hay patologías que no son tratadas a tiempo las consecuencias pueden ser muy graves. Por eso es tan importante que haya una adecuada articulación en todo el sistema de salud público. Las urgencias de los chicos deben ser atendidas en el momento", dice y destaca que de lo contrario queda vulnerado un derecho humano fundamental: el acceso a la salud.

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