Apenas 24 horas después de que la dirigencia manifestara -extraoficialmente, eso sí- su molestia, Raúl Cascini, del mismo modo, intentó calmar las aguas puertas adentro del club. La participación del ex jugador de un video en el que se pedía que los detenidos pudieran ser favorecidos con prisiones domiciliarias o liberaciones anticipadas para así evitar contagiarse de coronavirus -del que tomó parte, entre otros, Rafael Di Zeo- produjo una reacción en cadena puertas adentro y también en las redes sociales, con muchos hinchas reclamando que Cascini fuera separado de su cargo como integrante del Consejo de Fútbol. Pues bien, ante ese mismo Consejo que preside Riquelme, el ex futbolista se mostró arrepentido por su participación en el video, algo que de alguna manera, según entienden cerca de Ameal, mancha al club.
De todas formas, Cascini quedó en una posición delicada dentro de la institución. Principalmente, porque ya de por sí no cuenta con un gran respaldo interno: no es amigo de Riquelme (de hecho, JR fue uno de los más molestos por esta situación) ni es cercano a Ameal. Cascini es un hombre respetado por su trayectoria, pero llegó de la mano de Marcelo Delgado.
Para colmo, la actitud del Mosquito fue cuestionada por ex jugadores, como Carlos Mac Allister, Cristian Traverso y Víctor Marchesini, lo que debilitó más su situación. Sin ir más lejos, en ese video polémico también participó José Basualdo, pero nadie lo cuestionó porque no tiene cargo alguno en el club y en definitiva actuó en su propio nombre.
De hecho, ya de arranque el ex volante inició su tarea con el pie izquierdo, cuando le comunicó el despido a varios entrenadores de Inferiores (todos ex jugadores de la institución) vía telefónica. Eso molestó tanto a Román como al entorno de Ameal. Y tampoco gustó que “se mandara solo” en varios temas sin el aval de JR ni del Patrón Bermúdez, el segundo de Riquelme dentro del Consejo, ya que es hombre del riñón presidencial. Ahora habrá que ver si este “control de daños” que ejerció Cascini es suficiente para aquietar las aguas de un río muy agitado en La Ribera.
