Uno de los grandes secretos de Casa Strawitz está ligado a su cocina, a la pasión de sus habitantes. La calidez de una relación familiar que se traslada al terreno profesional y se transformó luego en el motor de un emprendimiento que cumplió 12 años.
"Todas cocinamos; nuestro menú tiene ese encanto propio de lo casero. Pero también nos gusta innovar, estar atentas al detalle", destaca con una sonrisa María Strachwitz.
Ella, dueña de una 'ch' en el apellido, es la impulsora de la empresa que comenzó a crecer ofreciendo servicios de catering y protocolo.
Junto a Daniel Gil y a sus hijas Vanina y Antonella, impulsando la nueva marca restauraron la estructura de una vieja bodega (que elaboraba vinos kosher) para montar su salón de eventos en el distrito de Coquimbito, Maipú. Mientras planean -en un futuro cercano- dar un nuevo paso y refaccionar la casona de estilo inglés construida en 1920, en el mismo predio de 2 hectáreas.
En el Camino del Vino
“El lugar estaba abandonado. Al principio buscábamos una vieja bodega o un bodegón para acondicionar y montar un salón de eventos. Vanina, por su parte, quería que el lugar estuviese en los Caminos del Vino. Nos llevó tiempo poder encontrar una locación que cumpliera con estos dos requisitos. Pudimos comprarlo, lo restauramos y quedó a la altura de lo que habíamos soñado”, explicó María.
"Ahora queremos restaurar la casa de estilo inglés, convertirla en una casa de té y restaurante. El predio tiene un parque enorme y un salón acondicionado para 350 personas", agregó Vanina. El lugar -según detalla la hija mayor- es un gran capítulo en su historia de emprendedores.
“Hace 12 años que comenzamos a trabajar juntos. Hemos crecido como empresarios, profesionales y familia. Nos divertimos compartiendo el trabajo, cocinando juntas, planificando; nos sentimos privilegiadas”, dijo Vanina.
El equipo ideal
Los Strachwitz entienden que cada uno cumple con un rol, que le aporta valor al equipo desde lo que ha aprendido, desde lo que comparte."Tenemos una buena relación como familia, con el paso de los años hemos aprendido a separar el trabajo en la empresa de la vida personal; actuamos con ciertas reglas, con cierto orden. Es difícil poder alcanzar ese punto de equilibrio, porque las emociones por ahí mezclan todo".
María Strachwitz, además de ser el motor del emprendimiento familiar y la supervisora de la cocina, es técnica en Ceremonial y Protocolo; Vanina (Lic. en Administración de Empresas) se ocupa de las relaciones públicas y de la administración; Antonella (Lic. en Marketing) es la encargada de las redes sociales y la comunicación. Por último, Daniel es el encargado de planificar la logística del negocio y de cada evento.
El valor diferencial
“Queremos ser buenos anfitriones, trabajamos durante todo el evento para atender las necesidades de nuestro cliente, para solucionar cualquier inconveniente. Para nosotros eso es muy importante”, agregó Vanina.
"Tratamos a través de las redes sociales de mostrar lo que los invitados están viviendo en el evento. Desde el primer contacto con los novios a lo que ocurre en un acontecimiento empresarial. Tenemos una gran cartera de clientes que -año a año- nos contratan para organizar sus reuniones", confió Antonella.
“Todas cocinamos, nuestro menú tiene ese encanto propio de lo casero; elaboramos desde el pan. Es un valor agregado, nosotros cuidamos la abundancia y la presentación de la comida; cuidamos cada detalle. También tratamos de innovar, de capacitarnos, de fusionar lo tradicional con la última tendencia. En nuestro primer evento -en 2008- realizamos una presentación para mil personas. Hemos crecido como empresa pero conservamos la misma vocación de servicio”, destacó María Strachwitz
