Las mañanas comienzan de otra forma en la Casa Asistencial de La Merced. Allí, cada lunes, miércoles y viernes un grupo de voluntarios espera a quienes viven en situación de calle para ofrecerles una ducha, un desayuno y un oído para escuchar.
El edificio ubicado en calle Córdoba al 554 comenzó su historia hace 5 años, cuando dos mayores llamados Diana y Rubén hacían ese servicio en la cuadra de enfrente, en la Iglesia de La Merced. Con el tiempo, ellos dejaron el espacio y el año pasado se inauguró una construcción con 2 baños, 8 duchas, cocina-comedor, lavandería y patio.
Son las 6.30 y llega Ricardo Orrego, “el madrugador del grupo” para el desayuno. Él se dio cuenta de que las personas que duermen en hospitales y la terminal debían retirarse temprano y por eso la casa abre a las 7am. En una mezcla de aromas, cada uno se anota en la recepción y entra al baño con un toallón y elementos de higiene, para después disfrutar limpios de un desayuno en el comedor.
En el equipo son 10 voluntarios que se van turnando y atienden cada día entre 50 y 60 personas de 16 a 40 años. Nadie recibe dinero por el trabajo, y los alimentos los consiguen por donaciones y por conciertos corales solidarios en la Iglesia de La Merced (en calle Montecaseros).
Con sus 81 años, el colaborador Luis Santiago explica que el baño y la comida son importantes, pero que el trabajo va más allá: “La orden de los Mercedarios siempre luchó por los excluidos. Es una tarea para liberarlos de la esclavitud de la drogas, la marginalización y el alcohol”. Así, antes de cada desayuno bendicen los alimentos y para Viernes Santo les han armado un Vía Crucis desde las 20 en el predio del templo.
El café con leche y las tortitas pasan por la mesa mientras se seca la ropa en la lavandería. Allí, hombres y mujeres (en su mayoría varones) charlan de sus vidas y hasta discuten sobre de dónde vienen las drogas. Un muchacho intenta ponerse una remera en el comedor y una colaboradora le dice que “adentro no”. Con respeto la escucha y sale para terminar de cambiarse.
Una de las historias pasadas que se cuentan es la de un hombre que intentó quitarse la vida tirándose al canal Cacique Guaymallén. Sobrevivió, escapó del hospital antes de ser internado en El Sauce y fue a la casa asistencial. “¿Por qué volviste? Porque acá me escuchan, me dan amor”, narran.
Una pregunta que surge es sobre si esto “fomenta” la situación en la que están. “No se puede saber; hay vagancia afuera igual. Nosotros los incitamos a tomar cursos de oficios; hemos hecho... Además de lunes a viernes funciona una escuela especial para que terminen los estudios”, describe Santiago.
Dentro de los varios que se bañan, uno de ellos es Jesús “Pachorra” David. Despierta temprano en la terminal y participa antes de realizar changas o cuidar coches: “Sí más vale que vengo, para bañarme, para desayunar. Hay que seguir adelante; no mirar atrás ni al costado”. Cabe aclarar que si bien algunos tienen una pensión y no duermen “en la calle”, sí trabajan y viven en ella.
Entre las mujeres destaca Cristina Vallejos, a quien todos señalan para opinar en esta nota. “Hay que ayudar a los chicos; necesitan ayuda para salir de la calle. Está bueno, también hay que ayudar para que consigan trabajo. Siempre piden un lugarcito para dormir, yo me las rebusco”, asegura Vallejos antes de salir.
Para las 10 de la mañana quedan unos 6 y poco a poco se retiran. La voluntaria Laura Pincolini cuenta mientras ordena que “lo más gratificante es verlos limpios, sentir que huelen rico; lo malo es tener que decirles ‘no’ cuando piden de más”. Antonio Rizzo, administrador del Centro de Espiritualidad de La Merced, agrega que están trabajando para sumar dos médicos y darles mayores servicios y pide que colaboren mediante la oración o con donaciones de alimentos, dinero o tiempo (“nos hace falta gente”, se sincera).
El contacto es a través del mail: conventolamercedmza@yahoo.com.ar
La propuesta del Papa en la plaza San Pedro
En 2015, el papa Francisco sorprendió con la instalación de dos duchas en la Plaza San Pedro para las personas sin techo. Desde febrero estuvieron disponibles en el Vaticano y además se entregaba un kit de limpieza. Todo esto se dio en el marco de varias acciones que ha dedicado a las personas en situación de calle, como desayunar con ellos y entregar paraguas y bolsas de dormir, en diferentes oportunidades.
La semana pasada también se presentaron en Barracas, sur de la Provincia de Buenos Aires, dos duchas que serían usadas desde el
martes 15. En la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús ya se atendía a unas 60 personas sin techo en una zona muy pobre de la provincia y Francisco celebró la puesta en marcha de las duchas.
Para Antonio Rizzo, administrador del Centro de Espiritualidad de La Merced, el baño trata de devolverles la dignidad como personas:
"Ellos, limpios, pueden presentarse en distintos trabajos y ser iguales en presencia de la gente. La dignidad empieza por la limpieza".
Si bien la iniciativa mendocina fue anterior a la del Papa, celebra que se esté replicando y espera "que haya un montón de lugares más. Si se puede reproducir bienvenido sea".