"Vamos a seguir, estamos grandes, pero seguiremos en nuestro apoyo hacia la comunidad huarpe".
Quien habla así es el sacerdote italiano Federico Cascone (69), uno de los dos curas redentoristas que tienen a su cargo la atención espiritual y material de gran parte de las dispersas poblaciones de la zona del secano de Lavalle.
Estos religiosos, el restante es Benito Sellito (79), pertenecen a la congregación de los Misioneros Redentoristas, y desde hace 3 décadas vienen apoyando a los pueblos originarios.
Otra de sus posiciones es administrar la Casa Huarpe, de la calle Mansilla 608 (San José), donde frecuentemente se alojan pobladores de los alejados parajes lavallinos, que llegan al "centro" capitalino para atenciones hospitalarias o realizar diversos trámites.
En ese inmueble, una humilde casa de barrio, con tres dormitorios, comedor de diario y un amplio patio, las familias se hospedan y alimentan sin tener que abonar nada.
En ocasiones se ha albergado hasta 24 personas, relató Federico, acompañado en la entrevista por una colaboradora de la entidad, Miriam Torres (54), celadora de la escuela Provincia de Córdoba.
La moradora del pueblito de Asunción, sobre la ruta 174, Ramona Barros, contó que estuvo alojada un mes en el domicilio huarpe, el tiempo que duró la operación de un tumor de uno de sus 4 hijos, y el posterior restablecimiento. "Sin ese techo, tendríamos que haber pagado un alquiler y la comida diaria, y no estábamos en condiciones de hacerlo", dijo la mujer desde su lejana residencia.
El estado ideal sería que los veteranos curas pudieran contar con el auxilio de un religioso joven, pero desde la sede matriz de la congregación, en Nápoles, les informaron que por ahora deberán seguir solos, ya que la orden está apoyando una misión en Madagascar (África), hacia donde se están mandando misioneros.
Inclusive, dado las pocas existencias de vocaciones sacerdotales en el medio, los dos curas napolitanos se retiraron de la labor misional en la parroquia Cristo Rey, ubicada en la misma manzana de la Casa Huarpe, y se concentraron en la administración de la entidad de la calle Mansilla, y en el apostolado que realizan en los vastos territorios lavallinos.
Debe aclararse que la separación de funciones se hizo en armonía y tal sentimiento es lo que impera en el trato con el párroco del lugar, Boris Escobar. "Ellos trabajan aquí, y nosotros en el desierto", sintetizó nuestro interlocutor.
Por ahora, con los envíos de partidas de dinero de Italia, y los apoyos de comercios y empresas mendocinas, los 2 redentoristas se las arreglan para atender los dos frentes de acción.
"También -dijo Federico- nos llegan alimentos de las colectas que se hacen en el Santuario de El Challao, que administran los misioneros claretianos".
El sacerdote reconoció que a grandes rasgos la administración de la residencia se está llevando a cabo, eso sí, con dificultades, pero atendiendo lo mejor posible a la gente. "Tal vez, deberíamos pensar en pintar la vivienda, arreglar algunos revoques por humedad y concretar otras tareas de mantenimiento", contó el clérigo. También se está reparando la capilla de El Retamo, a 200 kilómetros de la ciudad.
Lo complicado para los dos sacerdotes es dar respuesta a las diferentes necesidades de los habitantes de los parajes El Cavadito, La Majada, El Puerto o Lagunas del Rosario.
Sin apoyo oficial, sólo el gasto de gasoil de las camionetas todo terreno que utilizan para movilizarse, representa un gran presupuesto, ya que generalmente deben recorrer distancias superiores a los 150/200 kilómetros.
Obviamente, la mirada principal de los 2 misioneros está puesta en los chicos de la primaria, y ellos asisten aproximadamente a unos 950 menores del vasto territorio del secano, y a más de 200 jóvenes de la secundaria.
Le consultamos a Federico qué es lo más urgente que necesitan y contestó que lo importante es tener stock de alimentos no perecederos, "porque a veces las remesas oficiales se atrasan, y allí es cuando nosotros intervenimos".
Legumbres, yerba, arroz, azúcar, leche en polvo, fideos y aceite, son los artículos más requeridos. Para evitar realizar una travesía muy larga para entregar esos productos, se pueden dejar de mañana en la Casa Huarpe (Mansilla 608, entre Pringles y Patricias Mendocinas, San José, teléfono 431-2312).
Casa Huarpe, "hotel” de los puesteros de Lavalle en la ciudad
Es una casa de barrio en Guaymallén. La administran sacerdotes de la orden redentorista. Ofrecen atención espiritual y material.
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