El concepto: un espacio donde la gente pueda tener íntima relación con la arquitectura, el ocio y el quehacer del vino. La inspiración: el canto medieval “La Divina Comedia”. El vino: “El enemigo”. La persona: “Alejandro Vigil”.
Durante el proceso proyectual de Casa El Enemigo Vigil fui gestando el concepto de cómo ejecutar una reinterpretación del hacer y recorrer el vino, teniendo como objetivo principal que el visitante logre experimentar la sensación de estar en casa y a la vez establezca una relación directa con el quehacer del vino, noción que apuntalé con la corriente filosófica de Heidegger y su cabaña, donde “El habitar, que refiere esta casa, es mediante la pureza de habitar con la naturaleza y las costumbres. Y ésta es construida con los materiales naturales del mismo entorno donde se encuentra”.
A partir de todo ese bagaje filosófico y desafíos funcionales, pienso que alcancé una reinterpretación de la arquitectura regional, lograda mediante una yuxtaposición de volúmenes racionales, articulación de espacios, materiales del lugar y una nueva interrelación de las actividades y sus espacios, logrando conseguir un lugar que no sólo se define con ligaduras del orden material, sino también espiritual.
Este concepto está fuertemente evidenciado, en lo que cariñosamente hemos llamado el Salón de Piedra. El mismo se yergue a través de tres volúmenes, uno central, con una espacialidad longitudinal apoyada en muros revestidos en piedra local y con grandes rajas de vidrio repartido, componiendo un ritmo y una permeabilidad en la relación interior-exterior, primando las vistas a la montaña. Además, “El recinto” cuenta con un elemento articulado en uno de sus lados rememorando a una capilla, para brindar culto al vino y al arte.
La volumetría es flanqueada por dos galerías, donde el visitante está en plena relación con el vino a partir de cuatro tanques ovoidales de hormigón armado, bajo un techo tipo cañizo de rollizos de eucaliptus. El espacio se termina de configurar con una sucesión de muros que generan un ritmo entre llenos y vacíos, que buscan brindar la sensación del viñedo cuando se transita.
Gran parte de la inspiración del proyecto surgió de la lectura y relectura de “La Divina Comedia”, tomando de ella dos elementos principales: un camino a recorrer y la visceralidad en cómo se tocan las sensaciones. Elementos que pongo en evidencia en el planteo general del proyecto mediante la interrelación del recorrido, las emociones y el planteo funcional. Se destacan de esta manera la ubicación de los edificios en el terreno y cómo éstos fueron conectados mediante corredores y plazas intermedias que buscan amalgamar el espacio.
Como primera posta tenemos el Salón de Piedra, el espacio donde el vino y el visitante logran una gran interrelación, seguido por un corredor y una plaza que hace de antesala a la bajada al “Infierno, la Bóveda donde se esconde el mayor de los deseos”. Esta bóveda es nada más ni nada menos que la cava y guarda de barricas. La experiencia sensorial, comienza con un aroma característico a guarda de barricas secundado por una oscuridad que te envuelve. Y por último, “La Puerta”, que te lleva a la más visceral conexión con el terreno: una calicata. De esta manera permite atrapar al visitante desde el momento en que cruza el umbral y es conducido por un sobrio espacio longitudinal, apoyado en grandes muros de piedra y un techo en abovedado realizado en duelas de roble que fueron utilizadas en el proceso de fermentación y maduración de vino.
Desde allí, el visitante empieza a recorrer un pasillo subterráneo realizado en muros de piedra bola y techo abovedado de ladrillo visto, con un piso muy colorido que rememora la utilización de calcáreos de diferentes tipos y colores. Cabe destacar que el corredor sirve como soporte para obras de arte, conduciendo así a los visitantes a una plaza bajo nivel, rodeada también con muros de piedra bola. Plaza que da luz y silencio al recorrido subterráneo, permitiendo “ascender” al primero y segundo cielos.
Primer Cielo, realizado a partir de la idea de una galería antigua, concepto que fue exaltado a través del uso de un techo de madera, materializado a partir de un entablonado de eucaliptus, cuya estructura metálica regular establece un ritmo y modulación que es acompañado y confinado, gracias a un vidrio repartido, que utiliza diferentes texturas y colores, lo que permite una excelente relación interior-exterior.
Segundo Cielo, salón orquesta de una nueva manera, las ideas del salón de piedra, con sus muros, ritmos entre llenos y vacíos y el primer cielo, con su modulación y vidrios repartidos convirtiéndolo en un espacio, de transición donde se recibe al turista, a través de un puente que lo invita a recorrer la bodega.
Como lo destaqué anteriormente, otra fuente de inspiración importante del proyecto fue “La persona”, Alejandro Vigil, el propietario, hacedor de incontables anécdotas, recuerdos y de una sabiduría adquirida difícil de comprender. ¿Por qué lo nombro? ¿Por qué es importante?.
Porque a partir de sus historias y recuerdos llegamos al origen del proyecto. Este es su sueño, y por suerte he sido cómplice en esta creación. Parafraseando dejo una pequeña anécdota: “El Enemigo surge de lo que viví con mi abuelo de pequeño, que tenía su pequeña bodega e invitaba a probar a vecinos y amigos. Venían y se llevaban dos botellas o una cajita. Lo viví desde siempre y me pareció fantástico. Después empecé a viajar por el mundo y me di cuenta de que en algunos lugares sigue siendo así, que la gente tiene la bodega en su casa, sin departamento de marketing o manager de exportación. Me parece que eso es mucho más humano. Siempre pensamos como un proceso lógico tener este espacio… Hace poco visité en Francia una zona que se llama Jura y las bodegas están en las casas. Vos golpeás, entrás, pasás por el comedor y bajás a la cava donde hacen los vinos. Esa experiencia fue fantástica para mí, me convencí de que tenía que seguir con esa idea”.
Por último, y como cierre, tengo que destacar que la obra continúa. Han sido 4 años exhaustivos donde el proyecto fue madurando, mutando y expandiéndose, llevando como bandera la misma esencia, de manera tal que fue acompañándome en mi crecimiento como persona y profesional.