Horacio Cartes, que según sondeos de boca de urna fue electo presidente de Paraguay este domingo, es un multimillonario recién llegado a la política, asociado al narcotráfico por sus detractores y tachado de improvisado, pero considerado por muchos un "rey Midas" capaz de desarrollar al país.
Este exitoso empresario y dirigente deportivo de 56 años, que votó por primera vez en su vida en las elecciones municipales de 2010, logró regresar al poder al conservador partido Colorado, hegemónico por seis décadas hasta 2008 y pilar de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-89).
Titular de un grupo de 25 empresas y presidente del club de fútbol Libertad, campeón paraguayo en 2012, Cartes se afilió en 2009 al centenario partido Colorado, administrador histórico del Estado paraguayo, el cual le permitió competir por la presidencia a pesar de su corta militancia.
La meteórica carrera política de Cartes, acusado de haber ganado las internas partidarias "a billetazo limpio" y tildado por propios y ajenos de "mecenas partidario", lo llevó no obstante este domingo al sillón del Palacio de Gobierno, desde donde promete "generar y gestionar empleo" en un país donde 40% de las personas viven en la pobreza, según cifras oficiales.
"Si Dios me dio habilidades en la vida empresarial, creo tener condiciones para volcar esas habilidades en la política", dijo este católico declarado, cuyas invocaciones a Dios y a la Virgen son constantes en mitines y otras apariciones públicas.
Cartes, para muchos un pragmático administrador que puede "empujar" al país al desarrollo industrial que necesita, es titular de un conglomerado de empresas, entre las que destacan las tabacaleras, pero que también incluye bancos, financieras y casas de cambio, cultivos de soja y embotelladoras de gaseosas con sucursales en Estados Unidos.
Pero la trayectoria de Cartes no ha estado exenta de polémica.
Una comisión investigadora de la Cámara de Diputados de Brasil lo involucró con el contrabando de cigarrillos paraguayos al país vecino, informó el diario Abc.
Según un cable diplomático divulgado por WikiLeaks, del 5 de enero del 2010, Cartes fue investigado por Estados Unidos por el lavado de dólares a través "de medios ilícitos", incluyendo la venta de drogas desde la Triple Frontera al país norteamericano.
Ademas, en documentos publicados por La Nación, se lo asoció con el capo paraguayo-brasileño Fadh Yamil, quien le vendió más de 12.000 hectáreas en los departamentos de Amambay y Canindeyú, en el noreste del país, fronterizo con Brasil.
Yamil admitió recientemente ser cliente de un banco de Cartes.
La prensa paraguaya también señaló que la agencia antinarcóticos incautó en el año 2000 más de 300 kilos de marihuana y 20 kilos de cocaína de un avión que aterrizó en una hacienda de Cartes.
Por otra parte, una investigación publicada esta semana por el diario ABC lo acusa de haber abierto una entidad 'offshore' en el paraíso fiscal de las Islas Cook a través de su Banco Amambay.
Cartes niega tajantemente las acusaciones. "Si tienen pruebas que procedan", dijo en alusión a sus rivales liberales a los que este domingo derrotó en las urnas.
Durante la campaña electoral, sus detractores también recordaron que el empresario pasó tres meses en prisión, en 1985, acusado de una millonaria evasión de divisas, cargo del que fue finalmente sobreseído en 2002.
Cartes, uno de los principales contribuyentes del fisco paraguayo, afirma estar en regla con sus obligaciones.
Nacido en Asunción el 5 de julio de 1956, es el tercero de cuatro hermanos. Su padre, representante de Cessna en Paraguay y piloto del general Andrés Rodríguez que derrocó a Stroessner, lo impulsó a especializarse en motores de aviación en Estados Unidos, donde obtuvo diplomas técnicos tras terminar sus estudios secundarios en el colegio alemán Goethe de Asunción.
En 1975 ya estaba de regreso en el país para dedicarse de lleno a la actividad empresarial.
Fumador, amante del buen vino y señalado como uno de los solteros más codiciados del país, Cartes está separado de su esposa, María Montaña, madre de sus tres hijos, y vive en una sobria mansión en el exclusivo barrio Carmelitas de Asunción.
"Por mi finado padre, mis tres hijos, les voy a decir que no los voy a defraudar. Sí, se puede, se puede un país mejor", prometió, vestido informalmente con ropas de marca, como suele aparecer, al cerrar su campaña electoral el jueves entre hurras y fuegos artificiales