Por estos días el desafío para la dirigencia política, empresarial y social es complicado detectarlo por la cantidad de problemas que aparecen; pero quizás como nunca es urgente precisarlo, ponerlo en palabras y debatirlo porque la crisis política y económica avanza velozmente. Los problemas económicos se imponen y se demora la discusión que tendríamos que estar teniendo como sociedad, debido a los hechos y vínculos entre empresarios y políticos destapados por los cuadernos K y los aportantes truchos para las campañas políticas.
Seis empresas mendocinas han sido señaladas en los cuadernos K, entre las que se encuentran Cartellone, Green SA, Genco SA, Luis Pagliara SA, Construcciones Danilo de Pellegrin SA y Pescarmona, quien ya no controla la mayoría de Impsa: el 65% de las acciones pertenece a un fideicomiso en el que participan el Banco Nación, el BID y bonistas; mientras que el 35% restante pertenece a otro fideicomiso que maneja la familia que fundó Impsa.
Luis Majul, en su libro Los dueños de la Argentina 2, en donde explica cómo hicieron su dinero los empresarios Goyo Pérez Companc, Santiago Soldati, Aldo Roggio y Enrique Pescarmona, cuenta que una vez terminada su maestría en Economía y Dirección de Empresas en la Universidad de Navarra, Enrique Pescarmona se instaló en Impsa con la idea de hacer bienes de capital con alto valor agregado y mucho margen de ganancias. Así fue como empezaron a fabricar turbinas. Al tiempo lograron venderle a Arabia Saudita tres grúas portacontenedores a 8 millones de dólares cada una. El periodista da un dato interesante al momento de explicar cómo lograron ese negocio: lo hizo "mediante el cumplimiento de tres premisas que fue manteniendo con el tiempo: audacia, buenos contactos con los gobiernos de turno y firmeza para reclamar indemnizaciones que el Estado tarde o temprano pagará".
Impsa inició sus actividades en 1907 fabricando equipos para bodegas y compuertas para canales de riego, en los 70 se afianzó en el sector hidroeléctrico y en los 90 la empresa ya tenía sede en importantes capitales del mundo y avanzaron en el nuevo siglo en la generación de energía eólica con la división Wind.
Cartellone, al igual que Pescarmona, ha realizado buenos contratos con distintos gobiernos provinciales, nacionales e internacionales. La empresa cumple 100 años en 2018 y se encuentra en el torbellino generado por los cuadernos de Centeno. Arrancaron en 1918 con la construcción de escuelas, viviendas, bodegas, instalaciones militares e industriales. En el 39 levantaron el Hotel de Potrerillos, en 1940 el edificio de la Municipalidad de San Martín, en el 44 el cuartel de Campo los Andes y en el 46 la Terminal del Aeropuerto El Plumerillo. En el 78 dejaron listo el Estadio Malvinas Argentinas y en los 80 lograron su primera obra en el exterior al realizar el muelle del puerto El Callao en Perú; en los 90 llegarían a Centroamérica y Asia. En el 2000 finalizaron la construcción, junto con Impsa, del dique Potrerillos y del proyecto minero Veladero en San Juan, entre otras obras importantes.
Los cuadernos K y la dinámica con la que se manejaban políticos y empresarios, así como la de los aportantes truchos en las campañas políticas, amerita un debate fuerte en la sociedad. La política, empresarios y dirigentes sociales tienen la oportunidad de no defraudar a la sociedad y avanzar con la discusión de mecanismos que transparenten más el manejo del dinero público. Ahora la política le pide ajuste a la gente y en el fondo nadie sabe dónde irá a parar el esfuerzo.
Tanto Pescarmona como Cartellone han concretado negocios con el Estado, no sólo por tener empresas que innovaron y pueden hacer grandes obras de distinto tipo, sino también por el lobby que realizan sus gerentes. Esto no es bueno ni malo, solo que debe ser transparente. Hasta el senador Miguel Ángel Pichetto (PJ) entiende que es necesario regular la actividad de los lobistas y tiene un proyecto de ley para crear un registro y dejar clara la gestión de intereses. Esto implica llevar también un registro detallado de la agenda que tienen los funcionarios, con quién se juntan, dónde, qué día y para qué.
En nuestra provincia estamos demorados, no hay proyecto, no se discute el tema ni se piensa regular nada; Mendoza es zona liberada para el lobby. La tarea de lobistas en las distintas oficinas públicas provinciales y nacionales debe ser conocida por todos, porque son personas que manejan intereses privados y están invisibilizadas sus acciones. Además, es importante tener claro –para contextualizar más su importancia– que cualquier partido político necesita en Mendoza unos 30 millones de pesos para una campaña política que busque la gobernación.
Obviamente las empresas mendocinas que aparecen sospechadas no son las únicas con problemas, hay un grupo de establecimientos cuyos enólogos tienen "inconvenientes" en el INV por no haber hecho bien las cosas. La inestabilidad política y económica hace que algunos lobistas especulen con que ante la necesidad de Macri de incorporar funcionarios y despedir a otros, se nombre nuevos administradores en el INV para poder "arreglar" el legajo de los establecimientos en cuestión.
El desafío para la dirigencia política, social y empresarial puede ser entonces avanzar en mejorar los sistemas de control a los funcionarios. Poner luz sobre la relación entre políticos, empresarios y lobistas. Se sabe que la tarea de la justicia es más fácil y queda expuesta si la política mejora e innova en sistemas de contralor, los que luego producen información que sirve para demostrar irregularidades.
Si no precisamos y debatimos los desafíos que nos presentan los casos de los cuadernos k y los aportantes truchos en las campañas, repetiremos los errores y, como tantas veces, las estafas no servirán nada más que para enriquecer a los que tienen la oportunidad de delinquir porque hay un sistema que los protege.
Nadie lo desea pero el desgaste que están sufriendo los partidos y los políticos es alarmante. En una encuesta que mostró Mariel Fornori de Management & Fit en el encuentro Anual del Iaef, señaló que las agrupaciones políticas están terceras de abajo para arriba en cuanto a las instituciones en las que la gente confía, debajo del Gobierno y el Poder Legislativo y arriba de la Justicia. Son entonces en los que menos cree la gente. Los primeros lugares son ocupados por universidades, escuelas, iglesias y medios de comunicación. Además, los que miran los perfiles en las redes de distintos dirigentes políticos, ven con preocupación que en el último mes han recibido más comentarios negativos que positivos.
En el libro La raíz de todos los males. Cómo el poder montó un sistema para la corrupción y la impunidad en la Argentina, Hugo Alconada Mon señala que "en el sistema imperante de poder real en la Argentina, la oveja negra no es la excepción, ni la oveja descarriada, sino la referencia. Porque la corrupción en ciertos países es, en palabras del académico Héctor Schamis, el 'componente central' del régimen político. Profesor en el Centro de Estudios Latinoamericanos y en el programa Democracy & Governance de la Universidad de Georgetown, Schamis plantea que 'en países donde los partidos políticos se han debilitado y fragmentado, además de haber perdido la confianza en la sociedad, la corrupción los está reemplazando. La corrupción cumple las funciones básicas de la política: seleccionar dirigentes, organizar la competencia electoral y ejercer la representación –y el esencial control– territorial. Esta es la nueva forma de la política en la posdemocracia'".
El riesgo es grande, ¿estamos a tiempo de evitar más daños?