Por Leonardo Rearte - Editor de Suplemento Cultura y de sección Estilo
Yo sé, estimado próximo gobernador de los mendocinos, cuál es, en este momento, su problema.
Tan grave es, que quizá usted mismo no lo sepa. O no lo asuma como tal. Está a punto de llegar al cargo que soñó desde que tuvo la capacidad de soñar; quizá en el centro de estudiantes de su colegio, quizá en un acto de la primavera democrática, o en un mitín de izquierdas o de derechas.
Hubo un momento en que se imaginó con esa banda, que hoy está más cerca que nunca... Pero -y aquí viene la advertencia- también sabemos que llegará con una gran presión en sus hombros. Al momento de apoyar sus nalgas sobre el sillón de San Martín, le empezarán a llover los “pagaré” que ha entregado (metafóricamente y no tanto) durante todos estos meses o años.
Empresarios, colegas políticos, sindicalistas, amigos, enemigos, parientes, apoyan a los candidatos, como quien va y apuesta por un pura sangre. Ni bien cruce la línea, intentarán cobrarse, bien cobrados, los servicios prestados.
No es como se ve en las películas; no lo citarán a una reunión donde estarán todos los villanos juntos; no es tan claro ni tan oscuro. Sólo quieren su parte. Y van a empezar a filtrar los pedidos despacio; va a sonar el teléfono a cuentagotas, pero la demanda, téngalo en claro, va a ser fuerte y alevosa. Porque la política es así; hay que movilizar, hay que pactar, hay que negociar... y en algún momento hay que pagar.
En definitiva, estimado posible gobernador: traicione a todos. Olvídese de ellos. Sí, de todos los que querrán quedarse con una futura licitación, con los que lo invitarán a “asociarse” en un show de testaferros y negocios públicos. Olvídese de esos amigos, enemigos y parientes.
No importa todo lo que hayan hecho por usted. Sé que suena remanido e ingenuo, pero al único que no puede traicionar es al electorado porque el premio es mucho más grande que los favores que pueda seguir cosechando de sus viejos camaradas y proveedores.
Incluso si usted es demasiado ambicioso como para perder tiempo evaluando propuestas naïf, anímese a conseguir algo que no se compra con ninguna billetera: una buena página en la historia.
Así que, de alguna manera, trate de ser ciertamente egoísta y piense en usted: en su imagen para las futuras generaciones. Olvídese de esa mentira que se dicen entre ustedes, los políticos, acerca de que hay que conseguir más y más dinero, porque el dinero es poder. El poder está y deja de estar, en lo que usted demuestre que es.
Haga una prueba rapidita. Imagínese a los 16 ó 17. ¿Se ve a esa edad? ¿Qué tiene para reclamarle aquel pibe que fue a éste casi gobernador? ¿Cuánto murió de aquél en usted? Bien, ahora sigamos con el ejercicio: ¿Qué de todo lo que hizo para ser el primer mandatario de los suyos no podría contar a sus propios hijos, mirándolos a las pupilas? Ésta es su oportunidad. Vuelva a aquél que fue. Vuelva a sentirse orgulloso frente a sus pibes. Si los escucha, le juro, no va a necesitar contratar caros asesores.
No es tan difícil, desde su lugar, reservarse una página en la historia. Quiero creer que la mayoría de los mendocinos no somos tan giles... Aquí se puede hablar de que otros “roban pero hacen”, pero no porque se quiera eso para nuestra aldea de barro. Podemos marcar el auge económico de algunas provincias con ribetes feudales, pero aquí -está claro- se celebra la alternancia. Y, quiero creer más aún, los tipos honestos al final ganan.
Hubo mucho mendocino “pícaro” en la política provincial y nacional, y se los castigó con cierto olvido amargo. Tendrán sus empresas poderosas, sus casas en barrios privadísimos o sus cargos grises de buena paga... Pero no ganarán nunca más una elección. Porque el carácter de los que vivimos pegados a la montaña suele ser apacible, pero -a las pruebas me remito- implacable. ¿Será porque aquí fue gobernador San Martín? ¿Y que después de semejante figura, dan lástima aquellos que desperdician las oportunidades de su vida, con gestos genuflexos o ambiciones materiales?
Hoy no hace falta tanto como andar liberando otros países. Con ser decente y creíble, casi que alcanza. Pero ya que está, posible próximo gobernador, le pido un esfuercito más: trate, además, de ser un tipo sensible.
¿Sabe qué le quiero pedir? Que le cueste un poco dormir. Sí, que le cueste unos minutos dormirse sabiéndose al frente de una provincia que tiene gente viviendo en la calle, o varios barrios con jóvenes a los que les han “choreado” el futuro, u hospitales con largas listas de espera para ahogar dolores.
Estaría muy bueno que no le resbale todo. Con eso, estaríamos bien como para empezar.