A pesar del intenso calor que se hizo sentir desde temprano, miles de mendocinos y turistas pudieron disfrutar un año más del desfile vendimial que más convoca. A lo largo de 40 cuadras, el público acompañó el recorrido de los carros de diferentes instituciones, pero principalmente a los de las reinas salientes y de las 17 representantes departamentales. En total, el desfile duró 3 horas.
Tras el paso de los ambientalistas, el Carrusel arrancó a las 10.30 desde los Portones del Parque con la Banda de la Policía de Mendoza sobre caballos y la Federación Gaucha provincial. Detrás hizo su aparición la Virgen de La Carrodilla que fue aplaudida por el público en reconocimiento a su regreso al desfile tras el "faltazo" del año pasado.
Los asistentes tuvieron tres objetivos principales: ver de cerca a las soberanas, alzarse con algunos de los frutos u objetos que lanzaban desde los carruajes y conseguir una buena sombra para disfrutar del desfile.
Apostadas en la vereda norte de la avenida Sarmiento, Gladys (72), Alicia (65) y Marta (70) llegaron temprano con sus respectivos sombreros para protegerse del sol. Oriundas de La Pampa, llegaron la Mendoza el miércoles en la mañana. "Todo es hermosísimo, muy emocionante. Nunca habíamos venido al Carrusel y estamos felices disfrutando", explicó Gladys con la alegría a flor de piel.
A medida que pasaron los carros, con las soberanas salientes a la cabeza, el público empezó a acercarse más al centro de las calles, con la esperanza de conseguir alguna fruta de parte de las reinas y sus cortes.
Uno de los carros que recibió más aplausos fue el de la Reina de los Adultos Mayores, María Antonia Aguirre, quien además estuvo acompañada de todas las soberanas departamentales, quienes lucieron chupallas y vestidos blancos tipo paisana.
El sol no dio tregua y fue la arboleda pública la principal aliada de los asistentes. Los únicos tramos en los que no había gente eran aquellos en los que no había sombra.
Las más afectadas fueron las reinas, ya que no contaban con protección de ningún tipo para todo el desfile. En algunos carros, como el de Sofía Leyes de Godoy Cruz, se vio a algunas integrantes de la corte llevando paraguas morados con el logo del municipio.
La única soberana que iba con una sombrilla que bloqueaba el sol fue Mayra Tous, de Tupungato, porque una persona encargada iba sosteniendo el accesorio para que ella se pudiera mover libremente.
Cabe destacar que algunas comunas previeron que las cortes llevaran chupallas, pero reinas y virreinas departamentales quedaron expuestas a los rayos solares y al calor abrasador. Es más, al final (legando a calle Arístides Villanueva) todas las soberanas lucían caras de agotamiento.
Alicia Granados (43) llegó con sus dos hijos desde Guaymallén para que pudieran vivir la experiencia de lo que es el Carrusel. "El año pasado lo vimos por televisión y el más chico, que ahora tiene 6 años, me pidió que este año viniéramos para ver a las reinas y a los caballos", comentó entre risas.
Alegría y tradición
Cada municipio decidió con qué música acompañaría el paso de su reina, por lo que se pudieron escuchar diferentes estilos musicales con la alegría como factor común.
Por ejemplo, en el carro de General Alvear su soberana, Celeste Nedic, agitaba a la gente para que aplaudiera al ritmo de la música fiestera. En cambio, otros optaron por folclore e, inclusive, grupos tocando en vivo.
Tomy (21) viajó a Mendoza con sus hermanos desde Buenos Aires para disfrutar de los festejos vendimiales. "Prefiero el folclore, porque como turista me gusta ver lo local. Lo mismo que la vestimenta de las reinas, prefiero los trajes tradicionales", destacó.
Más allá del estilo musical, los asistentes celebraron el paso de cada reina y se sumaron con aplausos al paso de las diferentes federaciones gauchas. Cada vez que aparecían niños pequeños a caballo las ovaciones se incrementaban con gritos y saludos.
A pesar de que se había anunciado un determinado orden para el desarrollo del desfile, se registraron algunos cambios. Finalmente el último carro fue el de Lavalle y no el de la Ciudad de Mendoza, como estaba previsto.
Al paso del carro lavallino, como suele ocurrir, la gente se volvió loca por intentar conseguir un melón y la reina, Oriana Nadalini, bromeaba con los asistentes antes de arrojar los frutos a ambos lados del carro.
A distancia, pero atentos, Delia (77) y Raúl (83) observaron con entusiasmo cómo las otras personas luchaban por agarrar un fruto. Oriundos de Bahía Blanca, coincidieron en describir al Carrusel como "algo hermoso".
Por su parte, Néstor (65), de Rosario, aseguró que le llamó mucho la atención “la limpieza que hacen después de cada desfile, queda todo impecable”.
Ya finalizado el Carrusel, algunos permanecían en el lugar, como esperando que pasara algo más. Visiblemente feliz, Matías Gesto, de la provincia de Buenos Aires, señaló: "Lo que más me gusta es el sentimiento de pertenencia que tienen las reinas; se les nota el orgullo. Y también la conexión que tienen con las personas que parecen una hinchada de fútbol cuando las alientan".
Muchos vendedores y “billeteras flacas”
El poder adquisitivo había golpeado fuerte a las ventas en Vendimia el año pasado, en medio de un clima nublado y lluvioso. Este año, pese a que el sol acompañó, tampoco hubo grandes desembolsos de la gente.
"Cada vez hay más vendedores, por la situación económica", comentó una señora que vendía empanadas. Por su parte, María José y Sergio se instalaron en las calles desde las 8.30 con roscas caseras que vendían a $ 10 cada una. "Hasta ahora nos ha ido bien, veremos cómo sigue", indicó la mujer.
A pocos metros, un hombre que vendía bebidas aseguró que "este año la venta ha estado peor que el año pasado, y eso que hoy hace mucho calor". Un detalle a tener en cuenta es que la gente pedía agua en lugar de gaseosas, por lo que muchos vendedores debieron salir a comprar a último momento ese producto para aprovechar la demanda.
Además, pudieron verse por todos lados reposeras, conservadoras y canastos propios, evidenciando que la gente que se acercó a ver a las reinas en el Carrusel prefirió cuidar el bolsillo, y llevar sus propias viandas y bebidas antes que comprar en el lugar. Como dijo otro vendedor de sánguches resignado, "están flacas las billeteras".
Apostillas
Dulce sí, dulce no. La soberana de Luján de Cuyo, Guadalupe Althabe, preguntaba a la gente si querían que arrojara un frasco de dulce, a lo que la gente contestaba eufórica. Jugó con eso varias veces hasta que entregó el preciado objeto a un espectador.
Reinas frescas. La corte de San Carlos desfiló con shorts de jean, remeras y chupallas, por lo que se notaban cómodas para moverse.
Palco sin mal olor. Hubo personal de limpieza encargadas de limpiar el guano que arrojaban los caballos al pasar frente al sector de las autoridades.
Caporales. El paso de los bailarines bolivianos estuvo dividido en dos partes y, en ambos casos, el público celebró su participación.
Chupallas. Tanto en los carros como en el público, muchos eligieron llevar ese tipo de sombrero para combatir el calor y protegerse del sol.
Perazos. Desde el carro de Guaymallén arrojaron peras al palco oficial y algunos, distraídos, terminaron siendo impactados por los frutos.