Carrió, Cristina y el juego de Macri

Carrió, Cristina y el juego de Macri

Carlos Sacchetto - Corresponsalía Buenos Aires

Mientras el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne recorría los medios asegurando que la economía está en franca recuperación porque se observan evidencias de crecimiento, la política redoblaba  su protagonismo volviendo a poner a los principales actores en escena. Con ese simple trazo de observación de lo que fue la semana, podría inferirse que a las elecciones de octubre no las van a definir la inflación ni el precio del dólar, sino la credibilidad que despierte cada propuesta.

Ese sería, sin dudas, el mejor contexto al que puede aspirar el gobierno de Mauricio Macri, a pesar de su propia convulsión interna de final impredecible que encarna la cofundadora de Cambiemos, Elisa Carrió. Fue el lunes cuando la diputada volvió a sacudir la estantería al preguntar desde las cámaras de televisión: “¿Quién me va a defender a mí, señor Macri, que siempre tengo que poner la cara por usted y por todos?”

Detrás de esa reacción estaban sus numerosas denuncias que se van acumulando sin que tengan el cauce que ella pretende. Algunas son sobre la sospechada protección oficial en la Justicia al exministro kirchnerista Julio De Vido; el supuesto espionaje que sufre por parte de la número dos de la Agencia Federal de Inteligencia, Silvia Magdalani, y la falta de cuestionamientos al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti.

“Macri es mi socio, yo lo adoro, pero hay que ponerse los pantalones”, sentenció y dejó en el aire la sensación de que si no se atienden sus reclamos, no sabe qué hará. Eso sirvió para disparar la alarma: ¿podría romper Cambiemos? ¿Declinaría su candidatura por la Ciudad de Buenos Aires? Adentro del Gobierno, muchos consideraron la actitud de Carrió como una extorsión al Presidente, basada en algunos hechos reales pero también en varios caprichos personales. “Que sepa que gobierna Macri, no Carrió”, dijeron los funcionarios más indignados.

Una amenaza

La mejor manera de apaciguar los ánimos fue que varios ministros salieran a elogiar a la diputada, reiterando el respeto que el Gobierno siente por ella y lo “saludable” que es tenerla como aliada. En privado, sin embargo, la mayoría de los integrantes del Pro con funciones ejecutivas y legislativas confiesan estar cansados de los desplantes de Carrió. Consideran que sus admoniciones apocalípticas en los medios perjudican al Gobierno y transmiten fragilidad.

Esa dispar evaluación sobre los procedimientos de Carrió quedó reflejada en una frustrada gestión personal del titular del interbloque de Cambiemos en la Cámara de Diputados, Mario Negri. De excelente relación con la legisladora de la Coalición Cívica, Negri intentó emitir un comunicado de respaldo con la firma de todos los integrantes del bloque. Más de la mitad de los diputados del Pro, se negaron a hacerlo.

El documento salió rubricado sólo por el radical Negri, lo que prueba que entre sus pares las simpatías hacia Carrió comienzan a escasear.

Que ella asegure que no va a romper Cambiemos, como lo hizo luego bajando los decibeles de sus críticas, no significa que en algún momento las paciencias se agoten y sea Macri el que rompa con Carrió. Esa posibilidad, aunque remota en este período preelectoral, es una bomba de tiempo que late en el corazón del Gobierno.

Además del cinematográfico lanzamiento del espacio “Un País” que conforman el Frente Renovador de Sergio Massa y el GEN de Margarita Stolbizer, la otra gran estrella de la semana política fue la expresidenta Cristina Fernández. Ninguno de ellos confirmó candidaturas, pero se subieron a un estrado más visible, donde falta todavía el exministro Florencio Randazzo.

El plazo para inscribir alianzas es el 14 de junio y diez días después deben presentarse las listas de candidatos. La estrategia de todos es esperar hasta último momento.

Ella manda

La reaparición de Cristina y el contenido de sus declaraciones, fueron recibidas con satisfacción en la Casa Rosada porque pasaron a segundo plano las disputas internas con Carrió y mostraron el perfil que al Gobierno más le conviene para confrontar con ella. En el peronismo, en cambio, las reacciones de los distintos sectores profundizaron las diferencias, alejando las posibilidades de un acuerdo de unidad amplio y convocante.

Para alegría del núcleo duro kirchnerista, Cristina expuso otra vez su modelo de conducción hegemónico y dejó en claro que tanto ella como sus más íntimos seguidores siguen funcionando como si estuvieran todavía en el poder. Su negativa a participar de las elecciones primarias pone en evidencia que si es cierto que busca la unidad del peronismo, ésta no llegará por un proceso democrático como quieren otros sectores internos.

El argumento de que ella no puede bajar a competir en igualdad de condiciones con Florencio Randazzo, porque fue su ministro durante ocho años, causó rechazo en buena parte de la dirigencia partidaria. Uno de los más importantes impulsores de la necesidad de renovar el peronismo para que sea alternativa de poder en 2019 sostuvo que no hay margen para personalismos porque “la derrota nos ha igualado”.

El mismo dirigente, hombre muy escuchado por los gobernadores peronistas, tuvo también críticas para Randazzo por su falta de exposición pública ante la cercanía de las elecciones. “El tiempo se va agotando, tiene que trabajar”, afirmó. Si Cristina será o no candidata en octubre dependerá de cómo se desarrolle esta batalla interna en el peronismo y si a último momento las encuestas le aseguran que puede ganar.

Hasta allí nomás llegaría su contribución a la propuesta de ponerle límites a Macri, como piden sus seguidores.

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