Carlos María Wauters investigó por primera vez el aprovechamiento integral de tres de los cuatro ríos claves para el desarrollo agrícola mendocino (Tunuyán, Diamante y Atuel). Algo por demás meritorio ya que, al decir del hidrólogo inglés Thomas Ward, este tipo de estudios estaba "entre las artes y las ciencias más difíciles de la ingeniería".
Nació en Buenos Aires el 2 de noviembre de 1869. Sus padres fueron el belga Enrique Juan B. Wauters y la argentina María Adela Bletscher. Hizo sus estudios básicos en Bélgica y el nivel medio en Buenos Aires, en el Colegio Nacional y se recibió de ingeniero y arquitecto en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires con medalla de oro en 1893.
Resulta difícil encasillar su vida profesional porque ganó prestigio y respeto en diversos campos: como hombre de ciencias, catedrático, periodista y empresario agroindustrial. Fue docente en el Colegio Nacional y profesor universitario. Fundó diversas revistas, entre otras: “La Ingeniería” (1897), boletín del Centro Argentino de Ingenieros, institución donde, además, ocupó la presidencia en 1914. Representó al país en numerosos congresos internacionales, siendo sus trabajos premiados varias veces con medalla de oro y reconocido por sus aportes como miembro de muchas academias extranjeras.
Su carrera profesional la inició como técnico en la construcción del ferrocarril del Norte. Luego trabajó en el Estado nacional con Emilio Civit, para entonces ministro de Obras Públicas. En 1903 proyectó y construyó el primer depósito de cemento para abastecer de agua potable a Buenos Aires, el más grande del mundo en ese momento. Colaboró como asesor en recursos hídricos en distintas provincias sin dejar de publicar su opinión en medios de comunicación sobre temas diversos como irrigación, viviendas populares, competencia entre la vía férrea y los caminos en el desarrollo nacional, los servicios de electricidad. Pero, a mi entender, su mayor aporte fueron los múltiples estudios sobre el aprovechamiento de los ríos nacionales.
En San Juan dirigió la reconstrucción del dique “La Puntilla”; en Tucumán, como superintendente de la Dirección de Recursos Hídricos, recopiló toda la documentación sobre riego en esa provincia y proyectó diques (como El Cadillal); en Salta diseñó la defensa hídrica de la ciudad capital y la irrigación del Valle de Lerma; en Corrientes analizó los desagües de la laguna Iberá; en Chaco el problema de la sequía; en Buenos Aires hizo un proyecto de aprovechamiento integral del río Negro para el partido de Patagones (1909), aún hoy sin concretar a pesar de los distintos intentos de los gobiernos bonaerenses por reflotarlo (el último fue en 2008). A esto debe sumar los sesudos proyectos de Ley de riego que preparó para distintas provincias por solicitud de sus gobiernos.
En Mendoza es imposible obviar su gran aporte a la irrigación. Los estudios sobre aprovechamiento de los ríos Tunuyán, Diamante y Atuel fueron los primeros realizados en forma científica. En efecto, hasta 1906 no existía “una sola zona completamente estudiada -señalaba Wauters-, con un plan previo de apertura de diques y canales previamente planificados”. Apenas eran “simples obras de distribución.” La tarea de analizar los tres ríos mendocinos fue titánica. Dirigió un grupo de ingenieros que estudió el caudal de agua promedio, el volumen de agua por hectárea, las posibilidades hidroeléctricas, la ubicación de tomas y canales, etc. Sus informes fueron ampliamente reconocidos por Kennedy y Ward, dos hidrólogos de fama mundial. Fueron ratificados por Vitali, quien destacó, en su libro sobe la “Hidrología Mendocina” que los estudios de Wauters, “por su precisión y seriedad”, llenaron “un vacío que se hacía sentir en Mendoza.”
El hidrólogo Wauters no sólo fue un hombre de ciencia, también fue un visionario empresario agroindustrial. Como consecuencia de la puesta en valor del oasis Sur, no desaprovechó la oportunidad de hacer negocios gracias a la llegada del ferrocarril y las nuevas concesiones de agua. Compró, con otros socios inversores, propiedades en San Rafael, aunque él fue más allá y apostó al desarrollo agrícola en los distritos de Las Paredes y Real del Padre. En la primera localidad fue pionero en la plantación de frutales y el segundo en fundar una fábrica de conservas en San Rafael. En Real del Padre se animó a más y compró 11.352 ha para crear una colonia agrícola. Dividió la propiedad en fracciones de 100 ha, diseñó el pueblo en torno a la estación de trenes, proyectó y construyó la toma principal y sus canales de riego y, dos años después, vendió la propiedad a más del doble de lo que la había comprado.
Durante la década del treinta, concentró sus tareas en Buenos Aires, ciudad donde tenía residencia permanente. Igual continuó unido a Mendoza, ya asesorando al gobierno, formando parte del Centro Vitivinícola Nacional o publicando artículos sobre recursos hídricos. Hasta la Revolución de 1943, con 74 años, todavía lo encontramos en relación de dependencia del Estado: integraba el directorio de YPF. En los últimos años de su vida se dedicó a lo que más le gustaba: investigar y difundir el buen uso de las aguas de los ríos argentinos.
Carlos Wauters falleció el 2 junio de 1957 en la Capital Federal, según lo registran los extensos obituarios publicados por los diarios La Nación y La Prensa. Tenía 87 años. En 1933 había perdido a su esposa, la salteña María Julia Toranzos Torino, con quien tuvo cinco hijos.
A diferencia de otros hidrólogos, como César Cippolletti o Galileo Vitali (recordados por el nombre de escuelas y diques), Wauters, un experto ineludible a la hora de estudiar el aprovechamiento de los ríos (y en especial de Mendoza) no ha tenido el mismo destino que sus colegas. Hoy, a poco más de 150 años de su nacimiento, esta figura señera sigue siendo un desconocido para gran parte de la comunidad.