Carlos Palomo: un gallego ganador

Primero como jugador y después como técnico, fue un referente del tenis de mesa en la provincia.

Carlos Palomo: un gallego ganador

Aunque la actividad se había desarrollado en los años '40 y '50, la década del '60 marcó más que nunca el crecimiento de la práctica del tenis de mesa en nuestra provincia. En esos tiempos el juego se desarrolló de manera especial en clubes de barrio, asociaciones vecinales, parroquias y hasta en campings o balnearios, cuando se hacía un paréntesis al salir de la pileta en los meses del verano.

La mayoría de aquellas entidades barriales han desaparecido y sólo forman parte de un hermoso recuerdo: Villa Martínez, Juventud Pedro Molina, Círculo Policial, parroquia de la Virgen Niña, Centro Catalán, Dalmacio Vélez Sársfield, Daniel Videla Correas, Universitario, Social Maipú, Honor y Patria, Playas Serranas, Sociedad Italiana Cristóforo Colombo, Juventud Mendocina, Villa Hipódromo, YPF, La Cieneguita, 9 de Julio, Sarmiento y Cultural Israelita, entre los más conocidos. Sólo el Club Mendoza de Regatas mantiene viva la llama de ese deporte, con logros a nivel nacional que lo han llevado a ser uno de los más destacados del país.

En esos lejanos tiempos, don Emilio Palero Infante, un respetado maestro de escuela que era el titular de la Federación Mendocina, se convirtió por su dedicación y entusiasmo en el gran precursor de la actividad, en una época que una nueva paleta de goma rígida punteada había reemplazado a la vieja de corcho y lija.

Se lo recuerda también como el fundador, el 17 de junio de 1923, en el sótano de la escuela Nro. 58 “José Albino Gutiérrez", del Centro Deportivo General Gutiérrez, bajo la presidencia de Angel Campoy Pelayo. Aquella entidad que nació para la actividad física y el deporte luego se llamó Gutiérrez Sport Club, cuando se le dio prioridad al juego del fútbol. Sus palabras en el acto de clausura del XIII Campeonato Argentino de tenis de mesa, que se desarrolló en las instalaciones del Círculo Policial de Mendoza en 1966, son el mejor testimonio de cómo protegía y defendía esa actividad: “El tenis de mesa es un deporte que sin ser muy reconocido lo deben conocer y practicar porque es sano y leal”.

Nuestra provincia había sido escenario en 1950, bajo el nombre de “El Libertador”, del Primer Campeonato Nacional y volvería a ser sede en las ediciones de 1960, 1966, 1971, 1995 y 2003.

Entre aquellos primeros referentes, pioneros y precursores, surge la figura inconfundible de Carlos Palomo, el respetado y recordado “Gallego”, un jugador muy querido, representante del club Daniel Videla Correas, que tenía su sede en la esquina de Bogado y Chile, en la Cuarta Oeste de la Ciudad.

Protagonista además de un clásico que hizo historia en la provincia frente a Oscar Enrique González, que tras sus comienzos en Honor y Patria se había incorporado al Club Dalmacio Vélez Sársfield de la calle Moreno, también de la Cuarta Oeste. Después de tantos enfrentamientos en duelos realmente intensos y parejos, Palomo y González llegaron a forjar una excelente relación de amistad y mutuo respeto como correspondía a dos grandes y excelentes compañeros.

En esos tiempos se destacaban también otros referentes como Manuel Rivas, Juan Pablo Mahnic, Celso Grancara, Julio Oscar Pezzutti, Ángel Canela, los hermanos Olivares, Benavídez, Raina, Cánova, Alfaya, Cayetano Neglia, José Cortez, Jorge Bechara, Orlando Ábrego, Rafael Astorga, Eduardo Maya, R. Civit, J. Baccarelli, E. Dublanc, J. M. Japaz, Hermes Fernández, José Cersósimo, Alberto Pires y Alfredo Caprera. Carlos Palomo, que luego del retiro volcó durante años todos sus conocimientos y experiencia como entrenador, primero en el club YPF y luego en Regatas, donde fue el responsable de la formación de un talento como Matías Alto, sonríe con nostalgia al regresar con su memoria intacta a aquellos tiempos plenos de bohemia y romanticismo, cuando empezó a escribir una parte muy importante de la historia del tenis de mesa en Mendoza.

“Como a la mayoría de los pibes de mi edad me gustaba el fútbol y jugaba a la pelota en la plaza Hipólito Yrigoyen, cerca de mi casa. Entonces vivía en la calle Patricias Mendocinas al 2950, donde había nacido, y por las tardes me iba con los chicos amigos al club Videla Correas que quedaba a pocas cuadras. Tenía alrededor de diez años cuando empecé a jugar y a los catorce me federé con compañeros como Conte y Fittipaldi, que son los que más recuerdo. Era una época de mucha bohemia, de pleno romanticismo, había una gran cantidad de clubes. El problema es que cada club tenía una sola mesa y generalmente se hacía larga la espera entre partido y partido. La excepción fue el club Regatas, que llegó a tener 12 mesas y que con el tiempo se convirtió en la única institución que continuó con esa actividad. Además de la paleta también había que llevar la pelotita para poder participar. Tenía 17 años cuando gané mi primer título en un Campeonato Cuyano, muy meritorio, por la presencia de jugadores de la jerarquía de Enrique González, Juan Pablo Mahnic, Ángel Canela, Benavídez, Raina y los hermanos Olivares, entre los que más recuerdo. Desde ese día el club me dio la importancia que antes no no tenía, porque era uno más. A los 19 años me clasifiqué campeón mendocino, título que después gané nuevamente en varias oportunidades. En esa época nació la rivalidad con Oscar Enrique González, un extraordinario jugador y mejor persona, de los más difíciles que enfrenté, al igual que Julio Oscar Pezzutti. Con González hicimos una amistad que aún hoy se prolonga en su hijo Quito, que también ha sido una de las grandes figuras de ese deporte y que con 46 años todavía juega en la categoría mayores de 40 años. Lo notable es que a su papá le podía ganar en los campeonatos locales pero casi nunca en el orden nacional, donde le habré ganado apenas tres o cuatro veces. En lo deportivo, Ángel Canela fue la persona que más me ayudó en mi carrera, porque siempre tenía una palabra de aliento y un consejo justo. Era muy astuto y planteaba muy bien los partidos.

En lo personal fui siempre un agradecido de Miguel Ángel Cotignola, que me brindó su apoyo en un momento muy difícil que tuve que afrontar en mi vida. Siempre tuve un buen nivel físico porque me cuidaba, y como jugaba aunque de manera informal al fútbol y a veces al rugby, eso me mantenía en un buen estado. Después de jugar largas temporadas en Videla Correas, nos fuimos con José Cortez a Juventud Mendocina, donde cerré mi campaña en 1987, para dedicarme de lleno a la enseñanza, que había iniciado algún tiempo antes”.

Como técnico

En su segunda etapa en el tenis de mesa, ahora como entrenador, Palomo transmitió a cientos de jóvenes toda su experiencia y conocimientos.

Desde 1982 a 1993 se desempeñó en el club YPF y desde 1987 a 2007, durante veinte años, en el Club Mendoza de Regatas, donde guardó para siempre su paleta amiga en el cajón de los recuerdos. Como técnico con trabajos teóricos y prácticos, de lunes a viernes desde las seis de la tarde hasta las diez de la noche, modeló por ejemplo a Matías Alto, que ahora es el técnico de la Selección Argentina y que representó al país en tres Olimpíadas: Atenas (2004), Pekín (2008) y Londres (2012).

Perfeccionó también a Alberto Pires, Juan Carlos Frery, Oscar Enrique González (hijo), Matías Luque y Gastón Alto, hermano de Matías. En damas, Débora Pérez, que se consagró campeona argentina, y Soledad Tenzi, que ahora es profesora de educación física. Como entrenador del Seleccionado Argentino Juvenil acompañó a Débora Pérez, que resultó tercera en el Mundial de Cuba en 1995, luego viajó al Campeonato de Mundial de la Juventud realizado en Rusia en 1998 con Gastón Alto, Nicolás Pires, Federico Nicetich y Temperley, y finalmente al Mundial Juvenil de México, en 1999, con Gastón Alto, Javier Orelogio, Soledad Tenzi y Roitman.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA