Nacido en nuestra provincia, Carlos N. Vergara marcó un hito en la educación. Una escuela, la plazoleta ubicada entre las calles Belgrano, Arístides Villanueva, Tiburcio Benegas y Rufino Ortega y una calle en Godoy Cruz llevan su nombre. Pero los mendocinos muy poco conocemos sobre la vida y trayectoria de este educacionista, abogado y filósofo.
Brillante pero humilde
Nació con el nombre de Norberto Carlos del Corazón de Jesús Vergara el 6 de junio de 1859.
De familia humilde, gracias a sus sobresalientes calificaciones, el gobierno de la Provincia le otorgó una beca para cursar el profesorado en la Escuela Normal de Paraná (Entre Ríos) donde se graduó con honores en 1878. De inmediato, Carlos fue contratado para liderar allí una cátedra. Con 19 años, se convirtió en el docente más joven para ese cargo. Al año siguiente, fue nombrado profesor de la Escuela Normal de Mendoza. En Buenos Aires, asumió como Inspector Nacional de Educación y también asesor técnico.
En 1881, ya director de la Escuela Normal de Mercedes, comenzó a implantar nuevas normas evolutivas de enseñanza, lo que le costó su destitución. Varios años después, fue reconocida la aplicación de esos métodos por parte de los educadores del país y del mundo.
Regresó a Mendoza en octubre de 1896, como visitador de escuelas y, un año más tarde, como inspector general. Aquí ejecutó diferentes planes y propuso revolucionarias instrucciones para los docentes. El gobierno nacional lo volvió a llamar para ocupar un puesto en el Ministerio de Educación, por sus grandes conocimientos en la materia. Aparte de l
as actividades desarrolladas, Carlos Vergara se recibió de abogado en la Universidad de La Plata, profesión que no ejerció. Escribió varias obras, entre las que se destaca “Querer es poder”. Su gran desafío fue la enseñanza y colaboró activamente como asesor en diferentes establecimientos.
En 1920 se jubiló, pero nunca dejó del todo su pasión. Vivió varios años en Buenos Aires y eligió luego la ciudad de Córdoba para radicarse. Allí falleció el 18 de febrero de 1929.
El adelantado
Los métodos y criterios pedagógicos que aplicó Carlos N. Vergara fueron semejantes a los establecidos en la Institución Libre de enseñanza que fundó Giner de los Ríos en España. Creó una comunidad educativa, sin programas, reglamentos ni horarios y fueron borrados los límites entre escuela primaria y secundaria. Una tendencia desarrollada al calor de la lucha contra el dogmatismo, el metodismo y la burocracia de la enseñanza.
Era un hombre de grandes intuiciones, no de prolijas lecturas. No realizó un aporte teórico, pero produjo significativos avances político-educativos y didácticos.
Su teoría del sujeto de la educación estaba basada en conceptos cristianos, krausistas, positivistas, en el evolucionismo no racista y en el naturalismo optimista.
En su pensamiento político, Vergara era simpatizante de la Unión Cívica Radical, mientras que en lo pedagógico se sentía atraído por un liberalismo solidario.
La plazoleta en su nombre
En 1932, tiempo después de la muerte del educacionista, una comisión de homenaje presidida por Benito Olivera propuso al Municipio de Capital y al Concejo Deliberante el nombre de Carlos N. Vergara a una plazoleta.
El 11 de setiembre de ese año fue inaugurada con la presencia de autoridades provinciales, municipales y público en general. Entre otros hablaron el representante del municipio Guillermo Mario Arroyo.