En el libro “Huracán Las Heras: La Historia de un Grande”, una obra de colección del historiador Edgardo Rubén Lloveras, donde el autor realizó una prolija y celosa investigación se hace un completo repaso de la trayectoria futbolística del Globito, a partir del domingo 24 de diciembre de 1939, que es la fecha de su fundación después de la fusión entre Unión Sport Club Las Heras y Deportivo Huracán-Bombal, se trae a la memoria el nombre de antiguas y queridas glorias de la popular institución departamental.
Como la mención de Medardo Sosa, el eterno goleador del fútbol mendocino, Alberto ‘Campulo’ Gómez, el ‘Gordo’ José Corsino Amaya, el arquero Santiago ‘Cortina’ Fontana, el ‘Flaco’ Santo Riofrío, el ‘Sapo’ Américo Argentino Benito Paura, Juan Ricardo ‘Tuntino’ Tejeda, el ‘Zurdo’ Miguel Angel Ortega, José Berbén, Julián Teruel, el ‘Perro’ Paulino González, el llamado ‘Tira Bombas’ Carlos Héctor Bustos, el ‘Negro’ Ignacio Peñaloza, Rubén Toujas, Osvaldo Laprovítola, Francisco Manuel ‘Pancho’ Ontiveros, José Calderón, el ‘Japonés’ Luis Reina, Dante Chiavetta y el ‘Jetita’ Osvaldo García entre otros tantos que también dejaron su sello de grandeza en los dominios de Las Heras.
Además del recuerdo de los equipos más representativos de todos los tiempos como los campeones del ascenso en 1941, 1945 y 1981, el notable sub-campeón del ’64 que perdió el título luego de dos intensas finales frente a Gimnasia y Esgrima y el brillante campeón de 1984 que permitió la clasificación al Nacional del año siguiente.
En esa nómina el autor incluye también como un justo y merecido reconocimiento a Carlos Jesús Lumbía: ‘El Carlitos’ como aún se lo nombra con especial afecto en el ambiente del fútbol y en las charlas del café. Ese excelente puntero derecho que brilló en los años ‘60 y al que todavía se evoca con nostalgia por la frescura de su juego, su innata picardía, su habilidad y su gambeta mezcla de baldío y potrero.
Aquel veloz delantero que hacía del desborde bien pegado a la raya su permanente arma de ataque y que tenía la costumbre de hacer delirar a su entusiasta hinchada cada vez que oportuno y codicioso empujaba la pelota a la red con su perfecto poder de definición.
Con su particular estilo, muy bien documentado, preciso en formaciones, resultados y fechas, ameno y entretenido, Lloveras señala que la aparición de Lumbía en la Primera del Globo, el domingo 30/09/62 con apenas 18 años pese a la dura derrota de ese día ante Boca Juniors (5-2), resultó con el tiempo una bocanada de aire puro y fresco en la época que el gigante del Norte renovaba cada temporada la ilusión del título de campeón acompañado por una fervorosa multitud.
También cuenta Lloveras que la promoción de Lumbía coincidió con la paulatina incorporación de otras promesas del semillero: José Calderón, Dante Chiavetta, Walter Quiroga y Pedro Zamarián. A los que se sumarían: el ‘Nicho’ Ramón Diéguez, Víctor Labriola, Hugo Vera, Ernesto Sarmiento, Francisco ‘Pancho’ Sance, el ‘Turco’ Hardan Curi y el ‘Japonés’ Reina para hacer realidad esa gran campaña del ‘64 en que dirigido por Miguel Converti, se salvó del descenso y compartió el primer puesto con el Lobo en la general.
El ‘Cholo’, recuerda que ‘El Carlitos’ fue una de las grandes figuras del equipo que puso de pie a Las Heras al grito de Huracán Campeón, con mensajes grabados a fuego en las paredes de las calles del departamento: “Victoria o Muerte” y “Sangre en el Césped”. “Globo Mío” fue la expresión del chiquilín que se crió en el viejo Barrio Berruego, contiguo al Aeronáutico, cuando a tan corta edad se calzó la camiseta del club de sus amores, la que defendió, desde los 18 años, con entrega y pasión, protegido por el DT que lo confirmó como titular: ‘Cholo’ Converti.
Pasión por el Globo
A los 69 años de edad (09-09-44) el propio Lumbía se mira en el espejo del pasado y trae el recuerdo de esos sueños infantiles que por su velocidad, habilidad, picardía y contundencia se hicieron realidad como muy bien escribió Lloveras en su libro. Cuenta Lumbía que “de chico salía de mascota de Boca de El Bermejo donde jugaba mi papa, pero yo amaba a Huracán. Entre los 7 y los 9 años participaba en los campeonatos de baby fútbol que se jugaban en la vieja cancha de piso de baldosas. En esa época mi gran diversión era concurrir con otros chicos a los entrenamientos de la Primera.
Me inicié en las inferiores de Huracán, en una Sexta División donde entre otros formaban Sance, Calderón. Chiavetta, Quiroga, Oscar Zárate y el ‘Negrito’ Pavón. Con la mayoría de esos pibes llegamos juntos a Primera y fuimos compañeros durante varias temporadas. A mi me tocó debutar con 18 años en un partido que perdimos 5-2 como locales con Boca de El Bermejo. Recuerdo como si fuera hoy como me temblaban las piernas en los camarines, no lo podía creer, había tocado el cielo con las manos. Yo al lado del ‘Gordo’ Amaya al que seguía y admiraba todos los domingos cuando el Globito jugaba en su cancha. Aún era pichón, así que volví a la Cuarta Especial con la gran alegría de que salimos campeones de esa categoría en 1962 y 1963”.
Y agrega: “Teníamos una delantera que temible: yo, Chiavetta, Pajón, Zárate y Mormina. Con el que más me entendía era con el Dante (por Chiavetta), un volante ofensivo de ida y vuelta, un excelente compañero, con el que jugábamos de memoria. Más tarde quien que me dio la confianza y me abrió los ojos tácticamente para que rindiera lo mejor posible en mi puesto de puntero derecho fue el ‘Cholo’ Converti, el mejor entrenador que tuve en mi carrera.
El campeonato del ‘64 resultó inolvidable porque teníamos que salir primeros para salvarnos del descenso y lo logramos. Para definir el título, perdimos las dos finales con Gimnasia y Esgrima donde hacía maravillas uno de los jugadores más notables y que más admiraba en esos tiempos: Legrotaglie. Con el Víctor fuimos compañeros en la Liga Lasherina en aquel gran equipo del 5 de octubre donde la delantera se completaba con el ‘Negro’ Montes de Oca, Giaché y Osvaldo Aliendro”.
“Pero el campeonato que más recuerdo resultó el de 1966 que se jugó a tres ruedas y en el que salimos terceros a 5 puntos del campeón, Atlético San Martín. Ese año había regresado al club el gran Medardo Sosa y se armó la mejor delantera que integré en mi campaña: yo, Salvatierra, Sosa, Alcaraz y el ‘Jetita’ García, donde también podía entrar el ‘Pato’ Daniel Duarte. Huracán marcó 86 goles en 33 partidos y nosotros hicimos 82. Además Medardo fue el goleador con 29 tantos. En 1968 tuve de compañero al ‘Larguirucho’ Martínez que llegó a jugar en el Real Madrid y en 1970 pasé a Godoy Cruz para retornar al Globito dos años después, aunque en 1972 solamente jugué seis partidos.
Mi último juego oficial con la casaca del Globo fue el domingo 25 de junio de 1972, ante el Deportivo Maipú, que nos ganó 2-1 en cancha de Gutiérrez. También jugué en Deportivo Goudge y en el ‘74 terminé mi carrera en Huracán de San Rafael con la satisfacción de jugar el Nacional de ese año y de reencontrarme con mi amigo Chiavetta, con quien compartí tantas tardes hermosas en el fútbol. Sin olvidarme que durante seis años integré el seleccionado de la Liga Mendocina”.
Lumbía recuerda también el amistoso del 17/08/66, cuando en Talleres, el Globo igualó 2-2 con Racing Club que ya era conocido como “El Equipo de José” y que esa temporada obtendría el campeonato completando un invicto de 39 fechas que venía del torneo anterior: Converti habló con Pizzutti para que me tuviera en cuenta y como las cosas me salieron bien, al igual que a Pedro Palazzo, autor de nuestros goles, la gente de Racing inició gestiones por mi pase. Huracán fijó un buen precio pero la transferencia fracasó porque el club exigió la plata al contado.
Podría haber estado en el equipo que al año siguiente logró la primera Copa Intercontinental para Argentina. En el ’68 el que me recomendó para jugar en Estudiantes de La Plata que dirigía Osvaldo Zubeldía y que también fue campeón de América y del Mundo, fue Bruno Rodolfi. Viajamos con el ‘Maestro’ Legrotaglie, Salvador Noguera, Roberto Molina y Rubén Ambroggi pero ninguno quedó. Miguel Ignomiriello, que dirigía la Tercera, insistió para que me quedara pero cuando le pregunté que había pasado, me dijo: “Pibe, los dirigentes de su club se volvieron locos. Usted es más caro que Pelé”.
Cuando el ‘Pato’ Duarte se incorporó en 1965 podría haber pasado a Atlanta como parte de pago, pero tampoco se concretó. Al igual que otra oferta que la dirigencia de mi club recibió de River. Nunca me quejé por no haber sido transferido porque para mi lo más gratificante resultó siempre el cariño de la hinchada de Huracán donde nací, crecí y jugué entre 1962 a 1969 con un fugaz paso en 1972”.