Hace 10 años el pediatra mendocino Dr. Ricardo Diumenjo recordó con cariño en un artículo especial de diario Los Andes a una de las personalidades más inspiradoras de la medicina, y particulamente la pediatría, argentina, el Dr. Carlos Gianantonio, hoy este escrito continúa más vigente que nunca y, en vísperas de un nuevo aniversario de su fallecimiento, también lo hacen su ejemplo como científico, profesional, humano, educador y pensador de la medicina. Lo recordamos.
Según Diumenjo la mejor forma de presentar al Dr. Gianantonio es citando sus inspiradoras palabras: “Hoy como siempre son necesarias las labores humildes. La humanidad depende de esos seres capaces de reproducir día a día el milagro del amor, el respeto, la comprensión, la solidaridad…es imprescindible retornar cuanto antes a nuestro compromiso con la vida y la felicidad, la nuestra y la ajena, con simplicidad y firmeza. Los pediatras tenemos labores que cumplir cerca de las familias argentinas, repitiendo una y otra vez los gestos esenciales de nuestra profesión: ayudar, curar tal vez”
Carlos Gianantonio según Ricardo Diumenjo
El 19 de agosto del 2015, el maestro de la Pediatría Argentina, hubiese cumplido 89 años, y el 22 de octubre, de este mismo año, (el mes del Congreso Argentino de Pediatría en Mendoza) se cumplen 20 años de su partida.
Lejos, muy lejos de entrar en el camino del olvido, su recuerdo es convocado reiteradamente en consultas cotidianas, es presencia constante en la mayoría de los pediatras argentinos
Este humilde y brillante hombre fue bisagra en la medicina nacional, principalmente en la Pediatría, sobresaliendo en distintos aspectos, pero fueron esencialmente sus principios éticos, su visión y transformación humanitaria de la medicina y sus profundos conocimientos médicos, los que definieron un modelo, una filosofía que diseñó en aquel entonces un nuevo rumbo en la pediatría nacional y latinoamericana. Esto lo convirtió en el más grande, en el mejor de los nuestros. “El Tano”, como lo llamaron sucesivas camadas de discípulos, transmitió casi como una obsesión su preocupación por los derechos y el bienestar del niño y su familia.
Su historia
[Dr. Carlos Arturo Gianantonio] Nacido el 19 de agosto de 1926, en Martínez, provincia de Bs. As., Carlos Gianantonio realizó sus estudios primarios en Capital Federal y los estudios secundarios en el Colegio Salesiano de Santa Isabel de San Isidro. Finalizó en 1943 con Medalla de Oro. Estudió Medicina en la UBA, de la que egresó con un promedio de 9,25, en 1954. Fue practicante en diversas categorías y diferentes momentos de los hospitales de Niños de Bs. As. (Muñiz, Pirovano, Argerich, de Clínicas, de Tigre, etc.). En el Hospital de Niños “Ricardo Gutiérrez” cubrió todos los grados del practicantado entre 1946 y 1954.
En 1953 le otorgan el premio Guillermina Oliveira César de Wilde. Entre 1955 y 1957 fue becario del St. Christopher Hospital for Children. Universidad de Temple. Pensilvania, con el profesor Waldo Nelson.
Vuelve a la Argentina y en 1958 es el inspirador y responsable directo de las residencias Pediátricas de nuestro país. Así, se transforma en el pilar de la educación médica en pediatría. Desde 1957 y hasta 1976 recorrió todos los peldaños de la carrera hospitalaria en el Hospital de Niños de Bs. As. hasta llegar a jefe de departamento. Entre 1958 y 1970 fue becario de investigación y luego investigador principal del Conicet. En 1962, hace su primera publicación sobre el Síndrome Urémico Hemolítico (S.U.H.). En 1970, es nombrado director del Centro de Estudios Pediátricos (Instituto de Investigación Nutricional). El 1º de abril de 1979 renuncia al Hospital de Niños y asume la jefatura de Departamento del Hospital Italiano de Bs. As., donde continuó junto a destacados discípulos apuntalando las bases de la pediatría argentina hasta sus últimos días.
Carlos Giamportone, el médico
Como ya se dijo, este innovador profesional fue el inspirador y responsable directo de las residencias pediátricas en nuestro país, siendo el
organizador y 1º jefe de residentes en el Hospital de Niños de Bs. As. “Ricardo Gutiérrez” en 1958. Este sistema se extendió a todo el país manteniendo una adaptación continua de objetivos y programas, confiriéndole una esencia y dinámica comparable con los mejores sistemas de formación de posgrado del mundo lo que se tradujo en una formación moderna y eficiente de gran parte de los pediatras argentinos.
Su aporte al mundo
Gianantonio realizó y publicó una innumerable cantidad de trabajos científicos sobre temas como nefrología, infectología, crecimiento y desarrollo, reumatología, metabolismo y nutrición, pero fue su valiosa y detallada descripción del Síndrome Urémico-Hemolítico, realizada en 1962 a sus jóvenes 35 años de edad, en el prestigioso “Journal of Pediatrics” la que le significó relevancia internacional.
Esta patología es la causa más frecuente de insuficiencia renal aguda en la infancia en Argentina y en los países agrícola-ganaderos. Los estudios efectuados por Gianantonio y sus colaboradores constituyen un buen ejemplo de sistematización adecuada en la investigación clínica, empleando tecnología original y apropiada. En gran medida la pediatría argentina es reconocida fuera de América Latina producto de estos trabajos.
Pero sus mayores preocupaciones fueron: el cuidado prioritario de la salud (APS), la formación del recurso humano (educación médica), los problemas de los niños con enfermedades crónicas, invalidantes o mortales, y los aspectos éticos de la profesión.
Estos aspectos se resumen en sus palabras: “En pocos años asistiremos al nacimiento de un nuevo siglo, de un nuevo milenio, y esta estremecedora certidumbre agudiza y concede una nueva responsabilidad a todo análisis de nuestro futuro previsible. Es este un desafío de máximo nivel, pues de confundirse buena y moderna medicina con medicina de alto costo podrá precipitarse una grave crisis. No sólo material sino moral, al fracturarse los mecanismos existentes para brindar atención pediátrica a toda la población infantil.”
Y continúa, “para esta nueva pediatría, centrada en la preservación de la salud y la prevención de los daños, funcionarán equipos interdisciplinarios que serán coordinados por el pediatra. Existirán sin embargo los riesgos de atomización y despersonalización ya observables, que sólo podrán evitarse rescatando los roles del médico pediatra de cabecera y la posibilidad de elección en ambos extremos de la ecuación. La burocratización de la atención médica no debe ser el precio obligado del proceso futuro, pues la pérdida de incentivos para el médico, sobre todo afectivos y científicos, puede significar la destrucción de toda capacidad creativa y el congelamiento de los sistemas en torno de propuestas utilitarias o economicistas.”
Concluyendo en que “si la Argentina no yerra el camino en esta etapa de profunda crisis y la emplea para torcer el rumbo de su decadencia y encontrar su destino, es probable que algunos de los problemas de salud infantil que hoy nos abruman puedan ser subsanados, en parte por la medicina y en mayor medida por la determinación y progreso de nuestra sociedad. Debemos lograr ese país mejor, que ya no es un sueño, sino una responsabilidad nuestra, contribuir a crear”.
El 19 de agosto, día de su nacimiento, fue declarado por el Congreso de la Nación «Día Nacional de la Lucha contra el Síndrome Urémico Hemolítico» (Ley 26926 de 2013), como reconocimiento a su labor pionera relacionada con el Síndrome Urémico Hemolítico.
Se han designado diversos espacios con su nombre: el Hospital Materno Infantil en San Isidro; el Centro de Docencia y Capacitación Pediátrica y el Salón Auditorio de la Sociedad Argentina de Pediatría; la Fundación Carlos Gianantonio del Hospital Italiano; Plaza de los Niños Dr. Carlos Arturo Gianantonio, en inmediaciones de la estación Villa Pueyrredón del Ferrocarril Mitre. Ojalá Mendoza se sume a estas iniciativas.
En 2002 el Correo Oficial de la República Argentina emitió una serie de sellos postales conmemorando a los médicos argentinos Salvador Mazza, Cosme Mariano Argerich, José María Ramos Mejía y Carlos Arturo Gianantonio.
Según Eduardo Galeano, “el mundo visto desde arriba es como un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia y no hay dos fuegos iguales. Hay fuegos serenos que ni del viento se enteran, gente de fuego loco que llena el aire de chispitas. Algunos fuegos bobos no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear y quien se acerca se enciende.”
Gracias Maestro por abrirnos puertas con la misma actitud lúdica que aquella señorita de San Nicolás, así, nos abrió las puertas de la ciencia, haciendo más claro el camino de la pediatría; las puertas de la sensibilidad, otorgándole una mirada más integradora y haciendo más humana nuestra profesión; las puertas de la esperanza…que es posible desarrollar políticas de salud que incluyan a todos los “argentinitos” y desterrar el hambre y la pobreza a las que miles de niños están sometidos en nuestro País.
Gracias Maestro por iluminar un camino en la medicina. Gracias “Tano” por sostener, aún desde el recuerdo (re-cordis: volver a pasar por el corazón), nuestras utopías e inquietudes, por descifrar los misterios de la vida.
Ricardo Diumenjo, Médico pediatra, MP 6287