Carlos Fader, el Rockefeller mendocino

En el barco que lo trajo a Mendoza, en 1868, este aventurero alemán no sospechaba que se convertiría en un empresario notable de la entonces incipiente industria del petróleo. Hoy, en el Día del Petrolero, lo recordamos.

Carlos Fader,  el Rockefeller mendocino

El 13 de diciembre se celebra el "Día del Petrolero" en nuestro país. Fue allá por 1907, en Comodoro Rivadavia, donde se descubrió el "oro negro". 
Más de veinte años antes, en Mendoza, un alemán llamado Carlos Fader se convirtió en el pionero de esta industria.

Alemán mirando al sur
Carlos Fader nació en Alemania, en la aldea de Albersweiler, el 14 de enero de 1844. En Francia, estudió ciencias físico-matemáticas. Después se radicó en España; allí trabajó en una industria manufacturera. Su nómade estilo de vida lo llevó luego a Nápoles (Italia). En esa ciudad se matriculó en la Escuela local de ingeniería, graduándose en la especialidad naval. Una vez incorporado a una empresa armadora, integró la tripulación de un buque a vapor que en 1868 llegó a Argentina.

Ya en nuestro país, comenzó un largo camino de aciertos y desaciertos empresariales. Contratado por el ferrocarril del Oeste fue nombrado jefe de tracción en su servicio de locomotoras, cargo que ocupó hasta fines de 1868. Envalentonado por el aire de tierras criollas, pidió un crédito al Banco de Londres en Buenos Aires.

Con el dinero en su haber, instaló, en sociedad con Enrique Peña, un taller metalúrgico y astillero naval en la Boca, probablemente uno de los primeros en nuestro país. Este taller cobró tal importancia que el presidente Roca le adjudicó la mayor parte de los trabajos necesarios en la administración pública.

Un año después, uno de los empleados que había sido despedido incendió la fábrica, dejándola inoperable. Con la ayuda del general Roca, consiguió reiniciar las actividades del taller.

Encuentro progresista
En 1883, Fader conoció a quien cambiaría el rumbo de su vida empresarial sustancialmente: Emilio Civit.

El mendocino le presentó, en esa oportunidad, una muestra de petróleo obtenida de una vieja mina del río Mendoza en la localidad de Cacheuta. Para analizarla, el empresario le ofreció los servicios de su compatriota Engler. Como una forma de asegurarse que el negocio era próspero, el empresario teutón llevó la muestra hacia su país, en donde se informó que el contenido era de excelente calidad.

Fader fue motivado por el político mendocino para construir una compañía explotadora de petróleo. Sin pérdida de tiempo,  Carlos liquidó todos sus negocios y junto con su socio Guillermo White y Peña, se radicó en Mendoza . Aquí crearon la “Compañía Mendocina de Petróleo”.

Entre el petróleo y el gas
En 1886, el Poder Ejecutivo mendocino aprobó los estatutos de la Compañía al mismo tiempo que se iniciaron los trabajos de perforación. En poco tiempo se obtuvo gran cantidad de petróleo.

Fader propuso a sus socios la adquisición de una destilería de querosén, aceites lubricantes y parafinas, para poder aprovechar el petróleo restante, pero los accionistas ya habían tomado una decisión: vender el crudo a la empresa del Ferrocarril del Oeste. Una serie de factores negativos incidieron para que el dinero de la empresa se acabara. Ante esta situación, Fader renunció a la sociedad quedándose con la empresa generadora de gas, que él había montado con su capital, pero sin dejar de ser accionista.

En este nuevo emprendimiento contó con la colaboración de sus hijos y en él utilizó el petróleo proporcionado por la mina de Cacheuta. Una vez que el combustible se acabó, lo reemplazó por gas oil, que compraba en Francia, para que pudiera seguir funcionando su "Compañía Mendocina de Gas". 
Luego hizo ensayos con carbón local y desde 1903 utilizó el gas de leña.

La compañía siguió funcionando, entre idas y vueltas, hasta que en 1916 cerró definitivamente.Paralelamente a sus trabajos petrolíferos, en 1889 fundó la primera usina hidroeléctrica provincial obteniendo, por ley de la provincia, la concesión del uso de las aguas del río Mendoza.

Un año después la Legislatura lo autorizó al aprovechamiento industrial de las mismas. Para cumplir con los términos de la concesión, inició los trabajos en la boca del río, construyendo un canal en la roca viva. Esta obra hidroeléctrica fracasó debido al incumplimiento del contratista empleado.

Este notable empresario falleció el 5 de abril de 1905.  Solo una de sus obras lo sobrevive en Mendoza, el club alemán “Carlos Fader”, del que fuera fundador y presidente.

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