Amplio conocedor del stand up, no subestima al género y resalta el fenómeno de comunicación que se plantea en cada show.
Esa química entre el espectador y el humorista le da cintura para que Carlos Balmaceda sea uno de los agitadores del movimiento 'standapero' en la avenida Corrientes, que se trasladó al interior del país.
El actor y dramaturgo hoy regresa a Mendoza como el artista invitado del ciclo "El Club de la Risa", comandado por Federico Marzano.
En su larga trayectoria en el teatro, fue uno de los artistas que impulsó el proyecto para la creación del Día Nacional del Humorista.
Ahora es miembro del clan “Humoristas de la Calle Corrientes”, y sin desterrar ningún tópico para generar la risa, sus guiones pasan por la actualidad de la televisión, los cambios culturales, las diferencias entre el hombre y la mujer, y esas costumbres que nos identifican.
“Los temas son muy variados, porque el stand up te permite ir de un tema al otro. Desde la televisión, los cambios en la cultura, la política, la diferencia entre hombres y mujeres. En particular vengo del círculo urbano, de Avellaneda, entonces hago un monólogo de diferencias entre Capital y el Conurbano. Hay muchos aspectos, y te permite ese pase sin demasiada exigencia de continuidad”, afirma sobre su manera de encarar un espectáculo.
Y como hace tiempo recorre el país con este formato, eso lo impulsó a resaltar algo de cada región en su monólogo; para lograr la complicidad de la platea.
“Yo he tomado casi una política fija de hacer un bloque, que es el bloque de las provincias, en este caso: el mendocino. Puede ser el sanjuanino, hablo de la rivalidad entre ambos. Pero estuve en Misiones e hice el bloque misionero. Incluso está la posibilidad de contar de una provincia desde Mendoza, contar algo sobre Misiones”.
-¿Cuál es el más complicado para no herir susceptibilidades?
- El stand up es un fenómeno de comunicación y las susceptibilidades se hieren porque vos no avisás de alguna manera. No tenés la cortesía con el espectador de decirle qué vas a tocar. A veces por un tema con una mínima alusión sexual hay que avisar, por ejemplo:
“Esto que voy a decir es un poquito fuerte”. Y eso genera un respeto en la audiencia. Aunque no sean alusiones muy crudas, el público se tensiona, y para qué generar eso, si en realidad el trabajo de uno es relajarlos. Este es un género muy inclusivo, le estás hablando a la gente, y no hay personajes de por medio, ni cuarta pared. Lo mejor es explicar las reglas del juego, aclararles que necesito verles las caras para generar ese fenómeno. Y eso es lo más lindo: la comunicación minuto a minuto.
-Vos sos parte de un fenómeno que se da en la calle Corrientes. Siendo parte de ese movimiento, ¿cómo ves el presente del género?
-Yo tengo una visión muy crítica. En el caso de Mendoza tenemos a Federico Marzano que es muy responsable, forma gente con buen nivel y promueve espectáculos buenos. Pero en Buenos Aires es diferente; el porteño es una persona egocéntrica, y el género es ideal para un egocéntrico. Fue bajando el nivel y la exigencia. Las nuevas camadas de cómicos son muy flojos, y se da una masividad que no es lógica.
Vos tenés que hacer un monólogo de diez minutos y te podés subir, pero genera algo muy ralo. Si vos vas a Nueva York o a Londres podés hacer lo mismo, pero como hay una cultura del género, si no hacés reír a los dos minutos te bajan de un hondazo. Acá no. Muchos creen que es un género muy cool, y no es así, porque nosotros tenemos una tradición de monólogos increíbles. Entonces hay que amalgamar esa tradición con el lenguaje de los anglosajones. Se ha dado un fenómeno masivo y desbocado. El fenómeno es muy contradictorio.
-¿Hay algún tema que no se toque en un monólogo?
-Mirá yo hice un espectáculo que se llamó “Feroz”, exclusivo de humor político y negro. Yo no haría humor negro si no fuera dentro de un contexto, porque no tiene sentido. Que haga mi monólogo y de golpe largue un chiste de humor negro, es una falta de sintonía. Pero en ese caso del humor negro, lo toman como un escándalo. O peor, voy a ser racista, y no pasa por ahí. Estás haciendo racismo y no humor.
Yo tomaba el caso de Ángeles Rawson, y no para burlarme de la víctima, sino para criticar el morbo de la gente y de los medios. En Estados Unidos se ha dado que humoristas reconocidos han sido críticos del sistema, tienen ideas políticas. Acá no se está viendo todavía eso.
La ficha
"El Club de la Risa" con Carlos Balmaceda y Federico Marzano.
Día y hora: hoy, a las 22.
Lugar: Vararte (Chile 1230).
Entrada: $50.