Carlos Alonso, pasiones alrededor de un maestro

Mientras se aviva un debate sobre el museo que llevará su nombre, valoramos la obra de este artista único.

Carlos Alonso, pasiones alrededor de un maestro
Carlos Alonso, pasiones alrededor de un maestro

Cuánta historia puede haber en 88 años? La suficiente para contener la gloria y la sangre, el grito y la mordaza, la euforia y el sosiego. Sería injusto (siempre) recortar en una página la biografía de Carlos Alonso (1929, Tunuyán), quien es a estas alturas uno de los artistas argentinos más importantes.

Y sobre todo ahora, que crece tanto entre nosotros el interés por él, pintor, dibujante y grabador que desde 1981 vive en Unquillo (Córdoba).

Es que la inminente apertura de la Mansión Stoppel, ahora con jerarquía de Museo Carlos Alonso, ha puesto en primer plano la importancia de su inmenso legado. La comunidad artística está en vilo, expectante, ante la esperanza de que por fin vuelvan (se “repatrien”, como sostienen algunos) algo de su obra, tan apreciada y tan esparcida por todo el mundo.

Esto se da en el marco de un proyecto que se inició en 2014 y que contemplaba la restauración de la mansión, ubicada en Emilio Civit 348 de Ciudad, la construcción de un edificio en la parte de atrás y la apertura del museo en el casco histórico, declarado Patrimonio Cultural de la Provincia en 2002. Apenas terminada esta fase de restauración, se abrieron nuevas discusiones públicas.

La belleza y el horror

“Me gusta la ciudad, pero vivo en Unquillo porque allí el tiempo rinde diez veces más que acá (por Buenos Aires). Allá el tiempo es verdaderamente oro”, decía Carlos Alonso en una entrevista que le hizo la revista Sudestada, en 2003. Así de reflexivo, comprometido, valiente, lanzaba frases como:

“El arte puede estimular la rebeldía” o “la fantasía es que aparezca, en medio de la rutina, alguna luz”.

El año pasado, cuando se cumplieron 40 años del 24 de marzo de 1976, relató para La Voz del Interior una anécdota que fue ampliamente replicada.

En ella contaba un recuerdo de cuando presentó la serie Manos anónimas en Buenos Aires. “Me tocó escuchar un comentario que aún no he terminado de descifrar”, escribió.

Vio a dos señoras, perplejas ante un famoso tríptico suyo, donde se ven a tres mujeres en tamaño natural sufriendo la violencia militar: “Una joven mujer embarazada cuyo vientre es pateado por una bota militar; a la derecha, otra mujer semi desnuda es acosada por manos militares que le aprietan el cuello; y en el centro de la obra, una tercera mujer de frente al espectador es oprimida por unos pies enormes sobre sus hombros, que la hunden en un pozo o tumba”, describió.

“El comentario que escuché era: ‘Qué hermoso’, dijo una. ‘Y sí, es fantástico’, respondió la otra”. La escena quedó grabada a fuego en Carlos Alonso, quien vivió la dictadura desde el costado más doloroso: su hija Paloma Alonso, de 21 años, fue desaparecida por la represión el 30 de julio de 1977 en Buenos Aires, cuando él estaba en el exilio.

Alonso, que alguna vez recordó cómo su mamá le decía que a los 4 años ya dibujaba en cuadernos de almacén tirado en el piso, siempre tuvo en claro cuál sería su misión, qué iban a decir los libros sobre él: “A mí me interesaba ser un pintor de acá. Nunca me interesó ser un pintor internacional. (...) Mejor dicho: siempre entendí cuál era mi suerte”, dijo en 2003 a Página/12.

¿Y cuál era su suerte, maestro? “Desentrañar la relación entre la pintura, la gente y la sociedad”.

Comunicador y puntal

“Pienso que Carlos Alonso es uno de los artistas más importantes de la historia del arte argentino. Lo admiro no sólo por ser un maravilloso artista sino por la fuerza que pone en sus trabajos”, dice la plástica mendocina Lucía Coria, quien hizo un retrato de Alonso para el cortometraje de Ciro Novelli Alonso, Canto Tercero (donde también lo homenajearon Marcela Furlani, Andrés Casciani y Osvaldo Chiavazza).

Lucía añade: “Esa intensidad me llega al alma. Y me parece muy importante en un artista ese tipo de intensidad. Cómo habla de su época, de sus vivencias. Cómo a través de su obra se puede transitar por los momentos de una vida y de un país. Él da testimonio de la época en que vive, algo fundamental, porque un artista es básicamente un comunicador. Es lo que se busca en el arte: que conmueva, que pegue, que diga y que quede en la historia”.

“Él es un maestro, un puntal. Alguien que nos enseñó a no imitarlo, sino a ir en sentido contrario, para adelante, con profunda admiración”, dice por su parte Chiavazza.

“En él ves El matadero de Esteban Echeverría, a la Sociedad Rural, a La Divina Comedia, cargadas de tanto sentido... Pero lo grande de él es cómo puso también mucha prioridad a lo estético. Si la ideología desapareciera y desaparecieran los documentos y todo eso, la obra quedaría. Él ha podido traducir esa fuerza de la ideología sin resignar un centímetro a lo estético”, explicó.

Voces encontradas

En los últimos días, las redes sociales se movilizaron ante dos pedidos en la plataforma www.change.org, relacionados con el futuro de la Mansión Stoppel.

Por un lado, Cecilia Raffa (arquitecta, investigadora del Conicet) pidió que “se revea la decisión de ceder el inmueble a la Fundación Alonso, y que se estudie la posibilidad de que la Casa Stoppel sea la segunda sede del Museo Emiliano Guiñazú Casa de Fader, a sabiendas que mucha de la obra que conforma parte del patrimonio artístico de la provincia, ha pasado años guardada en los depósitos del Museo por falta de espacios para su exhibición y que la puesta en valor del patrimonio artístico provincial y de la trayectoria de numerosos artistas que han trabajado en la provincia y que tienen proyección nacional e internacional, merece una acción responsable por parte del Estado”.

Consideró que “el uso que se pretende dar a la Casa Stoppel como sede de la obra de un único autor, no es representativo de la riquísima cultura artística que tiene la provincia, ni aporta soluciones a la situación actual antes referida”.

Por otra parte, Mario Adaro (ex ministro de Gobierno de Celso Jaque y hoy juez de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza) promovió un pedido para reafirmar que se tiene que “repatriar la obra de Carlos Alonso y abrir su museo”.

Consultado por Cultura, el juez expresó: “La casa fue un monumento a la desidia pública y de pronto una gestión la empezó y la terminó otra. Eso tiene todos los condimentos para poder decir que así es la Mendoza que queremos”.

“A mí me parece muy bueno que los temas importantes tengan la continuidad necesaria. Eso es un buen reflejo democrático: que trascienda las diferencias. Ahí donde se disputa una grieta, esto sirve para desmitificar que esa grieta exista”, aseguró.

Por su parte, el secretario de Cultura, Diego Gareca, no quiso opinar sobre este tema. Pero Luis Serrano (director de Comunicación e Información Cultural) contó: “Gareca ya ha viajado en varias oportunidades a Córdoba, ha estado en conversaciones con su hijo y con el mismo Carlos Alonso.

Lo que le ha ofrecido el Gobierno de la Provincia, a través del secretario de Cultura, es que la Fundación Alonso se haga cargo de la Mansión Stoppel propiamente dicha y la Secretaría, del edificio de la parte de atrás”.

Consultado sobre el estado actual (por el miércoles pasado) del acuerdo, informó: “Están en conversaciones. Todavía no hay una fecha definitiva ni respuesta definitiva por parte de la Fundación. Lo que sí ya ha decidido el Gobierno provincial es que se va a llamar Museo Carlos Alonso - Mansión Stoppel”.

Otro que dio su opinión contundente fue Luis Scafati. El reconocido ilustrador y dibujante se expresó en Facebook, con un escrito que rápidamente alcanzó el medio millar de “Me gusta”.

Decía: “Hace unos días leí, no sin asombro, que finalmente se inauguraría el museo Carlos Alonso, (...) Pero las buenas noticias también tienen su contraparte, al menos en este caso: ‘Juntan firmas para que la mansión Stoppel sea otra sede del museo Fader’ dice un titular del diario Los Andes”.

“Me dicen que esta iniciativa surge de la esposa del director de Patrimonio”, agregó, citando inmediatamente el argumento de Raffa. “No importa el compromiso con Carlos Alonso, se pasa de largo, su extensa trayectoria se manosea sin pudor. Esto que hoy se está proponiendo es una vergüenza para la cultura mendocina, una total falta de respeto para uno de sus grandes hacedores”.

“Si tanto les preocupa la ‘riquísima cultura mendocina’ habiliten el museo Fader, el ECA, o el Museo de Arte Moderno, todos cerrados desde hace tiempo”, cerró.

Está previsto que el museo inaugure recién el próximo año.

Paloma Herrera, unida al pintor

Pocos saben la historia que une a Carlos Alonso y la célebre bailarina Paloma Herrera. Ella, que ayer pasó por Mendoza, contó que su nombre, que tantas metáforas y magias ha provocado, es un íntimo homenaje a Paloma Alonso.

“Mi mamá vio un cuadro de él, supo de su hija desaparecida y decidió que me iba a llamar como ellar. Eso marcó mi relación con él”, dijo en exclusiva a Estilo. “Hace algunos años él me quiso retratar. Fue una hermosísima experiencia. No sé mucho de su historia ni de su obra, pero es encantador”.

Recordó así la vez que posó para Alonso en Buenos Aires, en 2009. Todo surgió cuando  Ignacio Gutiérrez Zaldívar (galerista) visitó al artista y le preguntó a quién le gustaría retratar.

Él, sin titubear, dijo que a Paloma Herrera: volcó su rostro en papel y carbonilla. Ese retrato no se lo quedó ella. Quizás lo tenga él.

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