Capitanich y la fábula del pastor mentiroso

En su afán de explicar situaciones indefendibles de parte del Gobierno nacional, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, ha perdido credibilidad y sus apariciones diarias son cada vez menos interesantes.

Capitanich y la fábula del pastor mentiroso

El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, dejó “en suspenso” su cargo de gobernador del Chaco para incursionar en la política más grande, ocupando un lugar que le permitiría ampliar superlativamente su nivel de conocimiento en el público en general, aspecto que podría incrementar sus posibilidades de posicionarse como uno de los referentes del kirchnerismo y potencial candidato en futuras elecciones.

No le fue mal en sus primeros pasos. Adoptó la decisión de hablar diariamente ante los periodistas, ocupando así el espacio que había dejado abierto la Presidenta de la Nación, cuando suspendió sus “cadenas nacionales” como consecuencia de su enfermedad.

Capitanich avanzó sobre el Fútbol para Todos, indicando que se abrirían las posibilidades para la publicidad privada, a la vez que señaló que se dejarían de lado las operaciones “políticas” y hasta anticipó un posible acuerdo con una productora independiente para las transmisiones futbolísticas.

Todo marchaba bien y hasta se habló de que el exitoso Marcelo Tinelli se haría cargo de la producción, hasta que aparecieron las trabas. La Cámpora impuso condiciones y hasta Hebe de Bonafini se atrevió a opinar, asegurando que el propio Néstor Kirchner había asegurado que FPT se creó para “hacer política”.

El jefe de Gabinete quedó desubicado tanto en ése como en decenas de casos más, y hasta fue desmentido y “corregido” por funcionarios de inferior nivel, como el ministro de Economía, entre otros. Volcó directamente cuando no supo medir el reclamo policial en la provincia de Córdoba, en un afán por debilitar el poder de José Manuel De la Sota, un hombre que enfrenta al kirchnerismo y que se convierte también en potencial referente para los próximos comicios.

Capitanich culpó al mandatario provincial por no saber imponerse a la fuerza policial pero el reclamo se multiplicó de inmediato al resto del país, afectando también a gobernadores ultrakirchneristas.

A partir de allí comenzó con una sucesión ininterrumpida de errores en su afán por explicar situaciones indefendibles, como sucediera cuando se animó a asegurar que el plan Sueños Compartidos, de los hermanos Schoklender y Hebe de Bonafini, había construido viviendas de “muy buena calidad” y cuestionó la investigación de la Auditoría General de la Nación porque “son opositores que hacen informes para criticar al Gobierno”.

Calificó al índice de precios redactado por el Congreso Nacional de “un auténtico mamarracho” y sólo horas después el propio “nuevo Indec” dio a conocer las cifras oficiales que se acercaban mucho más al índice del Parlamento que al que habían estado dando, durante años, “corregidos” en forma abierta para poder demostrar que no había inflación.

Anunció la autorización de compra de dólares “para tenencia y ahorro” y todo quedó diluido por las exigencias que impone la AFIP y hasta llegó a culpar al precio del tomate por el aumento de la inflación, basándose en lo que le habían anticipado directivos de los supermercados chinos y anticipando la posibilidad de importar el producto desde Brasil. En los últimos días, ha llegado a afirmar que la inseguridad es menor que en 2001 y que no hay inflación sino movimientos de precios. Más incongruencias, imposible.

Capitanich se equivocó en todo. Estratégicamente, es factible que haya decidido hablar, a primera hora, todos los días, dados los buenos resultados que había tenido Carlos Corach durante el gobierno de Carlos Menem.

La diferencia radica en los objetivos. Corach hablaba en la puerta de su casa para conocer cuáles eran los temas que preocupaban a los periodistas y advertir al presidente sobre lo que sucedía, mientras el actual jefe de Gabinete lo hace para aclarar situaciones indefendibles. Y en lo que hace a la forma, las explicaciones son tan inconsistentes y las afirmaciones tan frágiles que ha quedado atrapado por la fábula del pastor mentiroso.

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