Arthur Brooks tenía 24 años cuando estaba en Dijón, Francia, tocando el corno francés en un concierto de música de cámara. Ahí notó a una hermosa mujer que le sonreía desde la primera fila. Después del recital fue directamente donde estaba ella para presentarse.
En cosa de siete segundos, él tuvo dos revelaciones. La primera fue que él se iba a casar con esa mujer. La segunda, que ella no hablaba ni una palabra de inglés, mientras que él no hablaba nada de español o catalán, las dos lenguas de la hermosa chica.
Cuando regresó a su país, se dio cuenta de que para tener alguna oportunidad con Ester tendría que mostrar cierto grado de compromiso. Así pues, renunció a su empleo en Estados Unidos y se fue a vivir a Barcelona para trabajar ahí con la orquesta de la ciudad.
En los siguientes años, aprendió español y catalán y Ester aprendió inglés. Han vivido felizmente casados desde hace 22 años. "A veces hay que estar completamente metidos", afirma Brooks (que no es mi pariente). "Hay que ir más allá del frío análisis utilitario."
Posteriormente, Brooks se dedicó a las ciencias sociales y actualmente es el presidente del Instituto Americano de Empresa, probablemente el centro de estudios más importante de la derecha en Estados Unidos.
Él se ha colocado como uno de los defensores más ardientes del sistema de libre empresa. Pero, humanista como es, ha defendido básicamente al capitalismo en términos morales. Ha criticado a los republicanos por defender al capitalismo por motivos materialistas, por permitir que la gente se enriquezca. Los republicanos, sostiene Brooks, tienen un interés abiertamente de negocio pequeño. Hablan como si todo el mundo tuviera que ser empresario.
La verdadera salud moral de un sistema económico, alega, puede medirse en la forma en que ayuda a que toda la gente haga una empresa de su vida. Ya sea que tenga trabajos ocasionales, que sean empleados de una organización no gubernamental o de una gran empresa, la pregunta es si experimentan la alegría del logro. ¿Saben que su trabajo sirve para algo?
Él ha señalado que el porcentaje de la población mundial que vive con un dólar al día se ha reducido en 80 por ciento desde los años setenta, ajustando la inflación. Ése es el mayor aumento de las posibilidades humanas en la historia del hombre. Y la causa principal es el capitalismo globalizado.
Pero ahora el capitalismo se enfrenta a su mayor crisis moral desde la Gran Depresión. La naturaleza de esta crisis puede captarse en dos estadísticas. Cuando Facebook llegó a un acuerdo para comprar WhatsApp aceptó pagar un precio equivalente a 345 millones de dólares por cada empleado de WhatsApp. Entre tanto, la proporción del maná económico para el 60 por ciento intermedio de asalariados en todo el país se redujo de 53 a 45 por ciento respecto de 1970.
Esta economía produce compañías muy valiosas con muy pocos empleados. Entre tanto, la mayoría de los trabajadores no ve que sus ingresos aumenten de manera proporcional a su nivel de productividad.
Esto ejerce tensiones en el pacto esencial de que podemos ganarnos nuestro éxito. Como ha sostenido Joel Kotkin, la clase media se está proletarizando y la clase sin estudios se está quedando atrás.
Para su crédito, Brooks está respondiendo de manera dinámica a este desafío moral, de una forma que está provocando un tirón muy necesario en los círculos republicanos.
En los últimos días, por ejemplo, invitó al Dalái Lama, que se proclama marxista, al Instituto Americano de la Empresa para analizar la moral del capitalismo. Jonathan Haidt, de la Escuela Stern de Administración de la Universidad de Nueva York, desafió al público, en su mayoría republicano, a inventar una nueva narrativa capitalista, más allá de la simple narrativa de satanización o celebración.
Recientemente, Brooks publicó un atrevido artículo en la revista Commentary sobre una agenda conservadora de justicia social. El título era "Ten las manos abiertas hacia tus hermanos".
En él señala que a los conservadores les gusta hablar de la caridad privada pero que, si tomamos los 40.000 millones de dólares que los estadounidenses donan anualmente a las organizaciones de servicios humanos, eso alcanzaría para darle a cada persona que recibe ayuda alimenticia del gobierno federal tan solo 847 dólares al año.
En cambio, los republicanos necesitan declarar una tregua en la red de seguridad social. Necesitan asegurarle al país que siempre habrá una red de protección para los que realmente la necesiten. Después necesitan señalar que es la red de privilegios de la clase media, incluso la deducción de la hipoteca de la casa, lo que realmente amenaza a los beneficios de los pobres.
El gran problema, observa Brooks, es que el mercado laboral está enfermo. Hay menos gente que trabaja y disfruta de la sensación de recompensa, lo cual es la clave de la felicidad. Los demócratas apoyan el aumento al salario mínimo, cosa que podrían sacar del mercado laboral a otro medio millón de trabajadores.
Él dice que sería mucho mejor ampliar el crédito fiscal por ingresos devengados o quizá recurrir a pagos directos o a créditos para ayudar a que se aprovechen las oportunidades.
Lo que es de nota en este caso es que uno de los principales pilares de la derecha estadounidense está dirigiendo a su institución para adoptar plenamente el capitalismo pero también para adoptar plenamente políticas del gobierno que ayuden al mayor número de gente a ganarse su propio éxito. En esta era, la invisible mano del mercado quizá no sea suficiente.
A veces hay que meterse con todo.
Capitalismo para las masas
Uno de los más ardientes defensores de la libre empresa se atreve a sostener los valores éticos de ese sistema, en momentos en que el capitalismo se enfrenta a su mayor crisis moral desde la Gran Depresión.
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