Capital político, credibilidad y confianza

Con dos elecciones ganadas, Cambiemos consiguió el suficiente capital político como para cambiar la difícil situación económica.

Capital político, credibilidad y confianza
Capital político, credibilidad y confianza

Pocos días atrás, en esta columna, nos hemos referido a la necesidad de que el Presidente Mauricio Macri ejerza el liderazgo del país.

La crisis cambiaria y sus consecuencias, la devaluación del peso, el aumento de la inflación y la necesidad del acuerdo con el FMI, han puesto en evidencia el problema de la confianza y la credibilidad en la gestión del gobierno.

Lo había expuesto con franqueza  Federico Sturzzeneger en su renuncia: "En los últimos meses diversos factores fueron deteriorando mi credibilidad como presidente del Banco Central, atributo clave para llevar adelante la coordinación de expectativas tan importante en la tarea que se me había encomendado".

Pero sería ingenuo pensar que el problema afectaba sólo al presidente del Central, el problema era de todo el gobierno, como venían mostrando las encuestas de opinión pública.

Llamativamente este fenómeno comenzó después que el gobierno obtuviese un triunfo en las elecciones legislativas de octubre pasado.

Los resultados electorales crean la base de lo que habitualmente se denomina capital político, término algo difuso, que refiere a la capacidad del gobierno de tomar decisiones, de concretar medidas.

Como todo capital puede gastarse bien o mal, perderse pero también aumentarse cuando las acciones de gobierno son valoradas positivamente por la población.

Desde luego el capital político es muy difícil de cuantificar, a veces es medido por la disposición de una mayoría parlamentaria, pero no necesariamente es así.

En torno a esta idea de capital político han girado parte de los aciertos y errores del gobierno de Macri. Iniciada su gestión a fines del 2015, sin mayoría propia de Cambiemos en el Congreso, comenzó a especularse qué podría hacer la Coalición gobernante.

Sin embargo parte de la oposición, con responsabilidad y madurez política, acompañó al gobierno en medidas muy importantes como el arreglo de la deuda externa, el levantamiento del cepo cambiario, la eliminación o reducción de las retenciones, la reforma impositiva, el pacto fiscal con las provincias.

El país asistía, no sin cierto asombro, al ejercicio del gobierno de una coalición política, funcionando las instituciones republicanas, respetando la división de poderes, jerarquizando el rol del Parlamento, situación inédita en el país desde cerca de dos décadas.

Lamentablemente entonces, en los primeros meses de su mandato, Cambiemos no aprovechó esas condiciones para ir más a fondo en su política fiscal y de reforma del Estado.

Se puede decir que desaprovechó el capital político, que fue gastando en la política gradualista, cuyos resultados no eran apreciados por la población; aunque ese capital seguía siendo importante porque el descontento no era capitalizado por la oposición.

El resultado de la elección de octubre volvió a capitalizar al gobierno, la confianza y la credibilidad aumentaron. Quienes lo habían votado esperaban que ahora sí atacara el exceso de gasto, el déficit y endeudamiento creciente.

Pero nuevamente lo esperado por los votantes no ocurrió. El gobierno entró, empujado por ciertos sectores económicos y políticos, en la fantasía de la reelección, enfermedad endémica de la política argentina.

Llegó un momento en que el triunfalismo era tal que la reelección del Presidente, la Gobernadora de Buenos Aires y el Jefe de Gobierno de la CABA se daban por descontados.

Mientras tanto gasto, déficit y endeudamiento crecían, hasta que los acontecimientos externos conocidos, despertaron el sueño del gobierno diciéndoles a sus miembros: no hay más dólares para ustedes.

Ahora entonces el temido y esquivado ajuste lo está haciendo la economía por sí misma. Es que como ocurre frente a estos errores el ajuste lo hace primero el sector privado con recesión, mientras que el ajuste del Estado es poco "político", además los grupos de presión son muy fuertes.

Pero la realidad económica al final se impone y el acuerdo con el FMI, por el cual se ha recibido la primera cuota de 15.000 millones dólares que sirvieron para parar la corrida cambiaria, impone un ajuste severo. El que gobierno debió hacer sin el Fondo.

En fin, que Cambiemos debe explicar con franqueza, claridad y sencillez la situación económica del país y del sector público es especial. Ese será el punto de partida para recuperar credibilidad y confianza.

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