Fiesta y color en las tribunas. Efervescencia y clamor popular. Un hit acá y otro más allá. El Malvinas Argentinas se vistió de gala como en sus mejores épocas para recibir a Independiente Rivadavia y River Plate.
Desde temprano, las graderías del estadio comenzaron a poblarse. La popular del Millonario –fiel a su costumbre de convocar muchísimo público cada vez que se presenta el equipo en la provincia- no demoró en llenarse. Del otro lado, los Caudillos del Parque se juntaron en las inmediaciones de la popular Sur para tocar los instrumentos y ponerle música a la previa.
El nutrido grupo de hinchas del Azul hizo su ingreso cuando faltaba muy poco para el inicio del encuentro. Las banderas de las filiales leprosas ya estaban ubicadas y el espacio para los hinchas más caracterizados del azul estaba previsto.
“Esta la banda loca que te sigue a todos lados…”, eligieron como hit los leprosos, mientras de fondo se lucía un show de juegos artificiales. Por disposición de la organización del evento, ambos equipos ingresaron juntos al campo de juego.
Fue el momento más emotivo de la noche. Explotaron las cabeceras bajo una lluvia de papelitos (no hubo bengalas de colores, lo cual habla bien del operativo de seguridad).
Y luego de la parafernalia previa, después de que los hinchas de la banda le rindieran un merecido homenaje al Muñeco (“olé, olé, olé, olé, Muñé, Muñé”, cantaron), cuando Lamolina pitó el comienzo, comenzó el duelo de hinchadas. “¡Ay, ay, ay, ay, no tengas miedo podés cantar!”, instigaron los azules. Ya ahí nomás se despertó la gente de River. “¡Este es el famoso River, el famoso River Plate, bájense los pantalones …!
En ese primer tiempo, los del Millo estuvieron más cerca de gritar el primero. El “gooouuuuhhh” se escuchó nítido con el cabezazo de Martínez Quarta que se fue apenas arriba. También en ese par de intervenciones auspiciosas del bueno de Aracena. Los Caudillos casi explotan con el cabezazo del uruguayo Rodríguez que salió apenas desviado.
Y no mucho más. El complemento tuvo todo lo que no tuvo el primero. El fuerte viente acompañado de la lluvia aceleraron el ritmo de juego. Todo se hizo más vertiginoso.
“¡Borombombón, boronbombón, el que no salta abandonó!”, tiraron desde la Norte. Y ahí nomás, desde la Sur también se acordaron del rival “¡Quieeeeennnnn, quien no salta es tombino oh, oh, oh oh!” La lluvia era torrencial y hasta algunas luces se apagaron.
Y en ese contexto, Navas hizo un jugadón y le sirvió el gol a Sosa, el Colo no perdonó pero se olvidó que tenía amarilla y se sacó la camiseta de la felicidad. Lamolina expulsó al jugador de la Lepra y River fue con todo por el empate. La tribuna local era una fiesta.
“¡Nos dicen los Caudillos, somo del Parque, vamos a todos lados tenemos aguante, la Lepra es un sentimiento que se lleva en el corazón... daría toda mi vida por ser campeón….!” El trapo gigante, la lluvia y el resultado presagiaban una noche inolvidable.
Pero en eso, Auzqui empató y los últimos quince minutos fueron bajo un temporal de aquellos.