El violento ataque de furia de un hombre, molesto por el ruido que hacía un grupo de niños que disfrutaba de la pileta al lado de su casa, mutó en una acción por demás condenable cuando la destruyó a puntazos.
El furioso ataque tuvo lugar en Dorset, una localidad al sur de Inglaterra en 2016 pero la resolución de la Justicia se conoció ahora. Allí se originó el altercado entre Stephen Gee, de 63 años, con la familia de Jason Little ya que sus hijos hacían mucho ruido cada vez que jugaban en la pileta de su propia casa, junto a la de Gee.
Según el diario The Sun el hombre mayor sostenía que los niños del matrimonio gritaban y ponían música muy fuerte situación que lo perturbaba mucho. Sin embargo el malestar perduró por casi cuatro años hasta que la familia Little decidió instalar cámaras de seguridad en su propiedad, para tratar de encontrar elementos que probaran distintas agresiones que no habían podido ser comprobadas pero que apuntaban a Gee.
Así fue como los Little confirmaron sus temores: una noche su vecino cruzó el cerco y con un objeto contundente le propinó varios puntazos a la piscina, rompiéndola por completo. No conforme, el agresor redactó una nota en donde se afirmó que había escuchado ruidos pero que no pudo determinar qué había ocurrido. Pero todo fue filmado por las cámaras.
La venganza no fue gratuita para el vecino ‘anti-pileta’: ahora la Justicia lo obligó a pagar una multa de 500 libras y deberá cumplir con una orden de restricción de acercamiento durante cinco años.