Canillitas de la Sexta: una familia dedicada a la venta de diarios

Antonio y Sergio son muy queridos en este rincón de la capital. Recuerdan el cine de calle Suipacha, el ferrocarril y hablan de los nuevos tiempos.

Canillitas de la Sexta: una familia dedicada a la venta de diarios

En la esquina de Suipacha y Paso de los Andes, Sergio Ramírez, atiende un escaparate de chapa vendiendo diarios. Entre venta y venta, algún vecino mayor se le acerca y pregunta: "Disculpe, hace mucho que no veo a Antonio, ¿cómo está?".

Es así el afecto de varios por un hombre que a sus casi 90 años se sigue levantando de madrugada para esperar el diario que se venderá al día siguiente.

Sergio, el cuarto hijo de la familia Ramírez, recibe a Los Andes en su casa ubicada en el pasaje Las Orquídeas de la Sexta Sección. En el living donde una numerosa familia se reúne a menudo, los recuerdos de Antonio y su esposa Mercedes Serrano ilustran la conversación acompañada por café y facturas.

Antonio Ramírez nació en La Pampa un 8 de octubre de 1926. Tres años después su familia se mudaba a San Rafael y con el tiempo empezaría a trabajar en los ferrocarrilles. En aquel departamento conocería a su compañera de vida, con quien hace poco cumplió 67 años de casados. "Seis meses estuvimos de novios y nos casamos. Yo con 16 y él con 22", recuerda ella sonriente.

El trabajo y la salud de una de sus hijas les hizo trasladarse de lugar y terminaron en el Gran Mendoza. Allí Antonio trabajó en el Ferrocarril San Martín, cerca de sus grandes talleres y en un barrio con casas de adobe. Las vías del tren fueron su lugar de oficio hasta que a mediados de la década del '60 cesantearon a varios empleados.

Más de un vecino recuerda el cine instalado en calle Suipacha que entretenía las tardes y las noches. Junto a él había un quiosco que llenaba el estómago de los espectadores con golosinas, galletas y gaseosas entre función y función. Cuando Ramírez recibió la indemnización, adquirió ese local y se dedicó a atenderlo. Muchos le preguntaban si no tendría diarios y así comenzó un oficio que se haría parte de su historia.

Allí Sergio Ramírez tomó otro protagonismo: "Yo me sumé en los 80, tenía entre 19 y 20 años. Trabajamos repartiendo los diarios en bicicleta, hacíamos cada uno la mitad". Por su parte, Mercedes ayudaba organizando los diarios y retando a su marido cuando dejaba que se los llevaran para pagarle otro día.

Cambios en el barrio

Antonio y Sergio contaron que la historia del barrio continuó y el cine cerró para darle lugar a un supermercado. Con ello el quiosco no pudo continuar y los Ramírez compraron el escaparate de chapa que hasta el día de hoy funciona en Paso de los Andes y Suipacha. Recordaron que otro cambio notable se dio en el predio del ferrocarril, ocupado después por un asentamiento urbano marginal y en la actualidad sede de torres residenciales en construcción que pueden verse desde la casa familiar.

El hecho de tener un asentamiento junto a su casa fue todo un tema para esta familia. "En una oportunidad, les entraron a robar de madrugada mientras yo estaba de viaje. A mis viejos los golpearon y dejaron en el piso. ¿Quién nos salva? El diario Los Andes. Llegaron los fleteros y dieron la alerta, los ladrones debieron dejar varias cosas", narró Sergio.

La conversación se interrumpe con la llegada de Mónica Arrendoso, la esposa de Sergio, que siguió la tradición de Mercedes de ayudar al marido con el trabajo. "Todavía se levanta por las noches a esperar los diarios. Aún está la bicicleta con el canasto, ¿o no suegro?", describe Arrendoso antes de aclarar entre risas que a ella la dejan seguir durmiendo.

En cuanto al oficio, Antonio recuerda: "Había una linda clientela, algunos todavía se acuerdan de mí. A veces dejaba que se llevaran el diario y que lo pagaran al día siguiente. Hoy día ya no se puede". Se siente en su voz el cariño por su hijo y con orgullo afirma que "este mozo" reparte 250 diarios cada domingo.

De todas formas, Antonio reconoce que su propia pasión es la apicultura y cada vez que puede explica cómo trabajaba con abejas en campos de Lavalle.

La noche cae y dentro de unas pocas horas, como todos los días, el Tata Ramírez esperará despierto la llegada de los diarios, que su hijo repartirá por el barrio. Pero esta será una edición especial para él, porque  parte de su historia  se verá reflejada en las páginas de Los Andes.

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