Un día de fines de junio del 2001, Marisil Puga me invitó a observar una clase de sus pequeños. Había varios entre 8 y 14 años, me llamó la atención uno, que a su corta edad, estaba ataviado de impecable blanco; resaltaba sobre los demás que estaban de jogging y shorts. En ese grupo había varios que con el tiempo se transformaron en grandes de este deporte.
Ese pequeño de 9 años se llama Jesús Lugones y tengo en la memoria su primer plano y liderando a sus compañeritos en la escuela de la Marisil empuñando un florete.
El pequeño creció, tuvo que luchar con vientos muy en contra, emigrar, pero el amor por la esgrima siguió vivo, el arma de espada fue la que más le acomodó y siguió su sueño. Tiró en ranking de Estados Unidos, después gracias a la creación del Enard fue uno de los deportistas nacionales que más se desarrolló con el aporte de ese ente. Así, poco a poco, se catapultó hasta transformarse en el Top One del país y de los mejores de la zona panamericana. El Olimpia es un estímulo y reconocimiento importante para un gran luchador como Jesús Andrés.