Campaña para ayudar a 10 familias que viven en las vías en Las Heras

Ayer, las casi 60 personas del asentamiento “Las Vías” recibieron ropa de abrigo por parte del municipio, pero no alcanza. Niños y jóvenes madres viven prácticamente a la intemperie.

Campaña para ayudar a 10 familias que viven en las vías en Las Heras

“Acá no entran ambulancias, no viene nadie. Como dicen que es zona roja, no les importa nada y hace como 4 ó 5 años decidieron que acá no vive nadie”, sintetiza “Marita” Paiva (23) mientras recorre a pie una y otra vez las vías que bordean su casa en El Algarrobal -entendiendo por casa una precaria construcción de cuatro paredes hechas de barro y ladrillo, cubiertas por un techo de nylon, chapas y madera.

En el lugar -destacan los vecinos-, hace algunos meses falleció un bebé de 9 meses por el frío.

“Queremos ampliar la casa, pero como el ladrillo está caro vamos a usar cartón prensado. El tema es que llueve y se nos cae todo lo que tanto nos costó levantar”, agrega casi en el acto, cambiando de tema mientras exhibe su vivienda, una de las 10 que conforman el asentamiento Las vías y donde viven más de 60 personas que ya ni siquiera pueden organizar su rutina a partir de los horarios en que pasa el tren cargado de materiales. (“Antes sabíamos que pasaba 3 veces en el día y sabíamos la hora.

Ahora pasa a cualquier hora, 3 ó 4 veces por día y tenemos que estar atentos a que los chicos no estén sobre las vías, y también atentos al zanjón”, agrega la joven madre, quien resalta que ya se han acostumbrado a sentir pasar la formación ferroviaria casi rozando a sus casas y sentir que se les mueve todo.

Precisamente ayer por la siesta -en un horario en el que ya se sabe que no pasa el tren- los vecinos del lugar recibieron la visita de trabajadores de la dirección de Desarrollo Social de Las Heras, quienes les entregaron nylon -para reforzar sus frágiles viviendas- frazadas y bolsones de mercadería.

Pero, como suele ocurrir, esto no es suficiente. Es aquí donde entra en juego Claudia Astudillo, una maestra que hace 12 años trabaja en el jardín de infantes de la escuela Di Chiara, quien se ha movilizado por su cuenta y ha sumado además a varios empresarios y particulares dispuestos a ayudar a estas personas.

“Lo que sea que hagamos, tenemos que hacerlo de forma permanente. No sirve venir un día, traer un paquete de arroz y no volver. Hay gente que está dispuesta a donar material de construcción para que puedan tener sus casas, pero el problema es que no hay terrenos”, sintetizó la mujer, quien ha sido maestra de la mayoría de las adolescentes y jóvenes que hoy viven en el lugar y que observa con preocupación cómo muchos de sus hijos ni siquiera pueden ir a la escuela o al jardín.

“Con la lluvia, se embarra el terreno y la gente ni siquiera puede salir. Lo mismo ocurre con el frío y el Zonda”, agregó. Astudillo es la impulsora y ha tomado la bandera como referente de una campaña que ya está en marcha y en la que buscan ropa, juguetes y mercadería para quienes viven en “Las vías”.

Carmen tiene 56, más allá de que aparenta varios años más. Ayer casi tuvo que clonarse -según explicó sonriente- para poder lavar y tender la ropa, además de cuidar a sus nietos.

“Llevo más de 20 años acá y muy pocas veces se han preocupado por cómo vivimos, la gente y los gobiernos. De hecho, muchos ni siquiera tienen documentos. La vez que vinieron a censarnos, por poco no terminaron pintándome los dedos por usurpadora”, relata con una mezcla de angustia y resignación.

En el lugar, la mayoría de las personas son recicladoras y viven de revolver en la basura y rescatar chatarra que puedan vender.

La contaminación es otra tortura. “Muchos chicos tienen problemas en los pulmones y se enferman seguido por los hornos ladrilleros. Nos cuesta mucho hasta conseguir un turno médico”, resaltaron.

Zapatillas, frazadas y materiales de construcción

“Lo que más necesitamos son zapatillas, frazadas y material para las casas”. Sin importar el nombre propio, el pedido es recurrente entre los casi 60 vecinos del asentamiento “Las vías” (El Algarrobal). Quienes allí viven recurren a todo tipo de estrategias para paliar el frío.

“La cama del más chico no entra en la casa. Y para que no muera congelado, lo llevamos a nuestra cama”, destaca María Paiva (23), que vive con su marido y sus hijos de 1 y 5 años. Incluso, hacen brasas para calentarse, pero saben que es riesgoso hacerlo en encierro, por lo que la “calefacción” es a cielo abierto.

La maestra Claudia Astudillo se ha puesto en campaña para conseguir ropa, calzado, materiales y mercadería para estas personas.

Ya se han sumado algunos empresarios, particulares y alumnos de la escuela Stroberi (donde también da clases). Quienes deseen colaborar pueden comunicarse al teléfono 2615410444 y aportar su granito de arena.

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